Los problemas del transporte público

Pasajeros de Rodalies explican sus dramas cotidianos por los retrasos

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zentauroepp46976588 rodalies190215170211 / Ricard Cugat

Alba Jaumandreu / Gisela Macedo

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Los retrasos generalizados, la falta de información y la sensación de inseguridad es el pan de cada día para los pasajeros del servicio de Rodalies, que se resignan a lidiar casi a a diario con problemas de todo tipo. Y en muchos casos deben a salir antes de lo previsto sin saber si llegarán a tiempo a su puesto de trabajo.

Teresa Solaní tiene 58 años, vive en Sant Martí de Centelles y trabaja de noche como auxiliar en un hospital de Barcelona. Utiliza la R3 de Rodalies y llegar a tiempo a su puesto de trabajo le supone muchos dolores de cabeza. Coge el tren con más de tres horas de antelación, a pesar de que tan solo tiene una hora de trayecto. "Con Renfe nunca te aburres", afirma resignada Solaní, quien cuenta que ha llegado a encontrarse gallinas en los lavabos del tren. Además, se queja del estado de las vías: "No puedes ni leer un libro, porque el tren hace movimientos muy bruscos", dice.

Agotado el tiempo de transbordo

Torcuato Gómez, de 54 años, comparte la misma queja. Él es pensionista y utiliza el transporte público por prescripción médica, ya que padece una enfermedad del corazón y no puede conducir. Gómez coincide con Solaní en las horas que pierde en Rodalies. "Si el tren va tarde, desde que cojo el billete hasta que llego al metro se me ha agotado el tiempo de transbordo, y tengo que pagar un billete extra", protesta.

"Algunas veces he tardado tanto en llegar al hospital para hacerme las analíticas, que he sufrido bajadas de tensión"

Torcuato Gómez, 54 años

— Pensionista

Esta situación también afecta al estado de salud de Gómez: "Algunas veces he tardado tanto en llegar al hospital para hacerme analíticas, que he sufrido bajadas de tensión, ya que tengo que ir en ayunas y, cuando hay retrasos, estoy demasiado tiempo sin comer". Este pensionista también denuncia los pocos trenes para los muchos usuarios que los utilizan: "He tenido que dejar pasar trenes porque no cabían más pasajeros. A menudo estoy todo el recorrido, de hora y cuarto de duración, de pie".

Abandonada en otra estación

Zaira Herrero tiene 23 años y trabaja como dependienta en una tienda del centro de Barcelona. "El servicio de Rodalies es pésimo para el elevado precio que pagamos por él. Ayer, como siempre, el tren iba con retraso por incidencias en las instalaciones y cuando llegamos a la estación Sant Andreu Arenal nos dijeron que el convoy terminaba ahí su recorrido y nos hicieron bajar. Tuve que coger el metro y llegué tarde al trabajo, cosa que ya me ha sucedido en numerosas ocasiones".

"El servicio es pésimo para el elevado precio que pagamos por él"

Zaira Herrero, 25 años

— Dependienta en una tienda

Herrero asegura que estos inconvenientes solamente los tiene con Renfe: "Además de Rodalies, también soy usuaria de Ferrocarrils, autobús y metro, y solamente tengo problemas con Renfe. Siempre salgo con media hora de antelación porque ya imagino que habrá retrasos, cuando lo lógico sería esperar que se cumplan los horarios. Cada día voy a la estación de tren pensando a ver con qué problema me encuentro hoy. Además, cuando el tren para en la plaza de Catalunya, que es donde se bajan la mayoría de los pasajeros, puedes ver como todo el mundo sale corriendo porque absolutamente todos llegan tarde".

Corriendo a clase de gimnasia

El descontento con los horarios es generalizado. María Merino, de 43 años, utiliza la R4 de Rodalies para ir al laboratorio donde trabaja y asegura que "jamás se cumplen los horarios y tampoco nos dan explicaciones, o nos las dan muy tarde". "Para colmo –añade– tengo que hacer horas extra en el trabajo para compensar estos retrasos. Es una situación desesperante, porque nunca sé cuándo voy a llegar".

Rosa Cor, de 50 años, profesora de Educación Física en un colegio de Sants, también asegura ser víctima de la falta de puntualidad de la compañía ferroviaria. Mientras sale corriendo de la estación de Sants a las 10 de la mañana en dirección a su trabajo, asegura que nunca consigue que le devuelvan el dinero por los continuos retrasos de Rodalies. "No puede ser. Casi siempre llego tarde", exclama agobiada.

"Tengo que hacer horas extra en el trabajo para compensar los retrasos"

María Merino, 43 años

— Empleada en un laboratorio

Escasa información

La falta de información es otra queja común. Albert López, de 23 años, utiliza diariamente la R4 para desplazarse de Sabadell a la Universitat de Barcelona, donde estudia, y su experiencia como usuario también es negativa. "El jueves, el tren se detuvo tres veces en mitad del trayecto, cosa que es habitual y nunca sabemos cuándo retomaremos el viaje, porque nadie informa a los pasajeros. La sensación es de una falta total de comunicación, que se suma al miedo y a la inseguridad que transmite utilizar una línea en la que recientemente se han dado lugar dos accidentes con víctimas mortales", manifiesta.

El personal de Renfe tampoco se libra de las quejas. Lidia Cordero, de 51 años, trabaja de contable en Barcelona, usa cada día la R1 y asegura que ha visto trabajadores con conductas racistas "tratando como delincuentes a usuarios del tren por ser extranjeros".