PEDERASTIA EN LA IGLESIA DE TARRAGONA

Constantí, un pueblo de espaldas a los abusos de mosén Llagostera

Iglesia del municipio tarraconense Constantí.

Iglesia del municipio tarraconense Constantí. / periodico

Beatriz Pérez

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El silencio ha tratado de volver a las calles del municipio tarraconense de Constantí este lunes, un día después de que los medios se hicieran eco de que el que fuera rector de la parroquia entre 1972 y 1999,<strong> mosén Pere Llagostera,</strong> había abusado de niños durante décadas. La noticia, ofrecida en exclusiva por EL PERIÓDICO, no ha cogido por sorpresa a esta localidad de poco más de 6.000 habitantes. "Lo sabía todo el mundo", dice una anciana desde la plaza de la Esglèsia, cuyo templo lleva dos años en reformas. Como si de una metáfora se tratara, las grietas envuelven su fachada. Las misas se dan desde hace años en el Centre Parroquial.

"Mosén Llagostera era una buena persona, pero tenía este fallo. Se ve que no miraba para las mujeres. La juventud tenía que haberse callado y no hablar ahora, tantos años después", añade la mujer. A su lado, una más joven se levanta, con evidente incomodidad, para evitar a los periodistas. Y quienes hablan lo hacen desde el anonimato.  

El vecindario comienza a digerir el drama ahora y no es plato de buen gusto ser noticia por algo así

Aunque hacía mucho que Constantí sabía de los abusos de Pere Llagostera, fallecido en el 2017, su vecindario está comenzando a digerir el drama ahora. Y cuesta. No es plato de buen gusto ser noticia por un escándalo así. Dos cámaras de televisión han estado este lunes plantadas en puntos diferentes de la calle Major. De ser un pequeño municipio desconocido por muchos, o solo por una canción de Els Pets, desde este lunes Constantí ha pasado a estar en boca de todo el mundo.

En la década de los 70, cuando el sacerdote Llagostera comenzó como rector en la parroquia, el municipio sufrió una epidemia de heroína (y paro, y robos), que se cebó especialmente con las familias de 'las seiscientas', un barrio de 600 pisos baratos de Constantí. Por aquel entonces sin saberlo, otra plaga, la de los abusos sexuales dentro de la Iglesia católica, lo estaba azotando también.

Xavier Morell es, desde septiembre, el rector de la parroquia de Constantí. "Yo no puedo decir nada, llevo aquí unos meses y estoy totalmente fuera de juego. Nunca había escuchado hablar de esto", explica el párroco a EL PERIÓDICO. "No me consta [los abusos] y, durante estos meses, no he escuchado ningún comentario. Es una historia pasada", zanja.

"Todos lo sabían"

"Todos lo sabían", comenta también el dueño de un bar del centro del municipio. "Ahora los medios se ponen así -agita las manos mientras lo dice-, pero siempre se ha sabido. Pere Llagostera tenía varios fallos y, entre ellos, también la bebida", dice sin tapujos mientras cobra a un cliente. Años atrás, el párroco fue algunas veces a este bar a comer después de haber bautizado a algún niño o casado a una pareja de novios, invitado por las familias. Pere Llagostera es un nombre que conoce todo el mundo aquí. "Más concretamente, le gustaba el whisky", matiza el dueño de una tienda cercana al bar. "Estuvo de novio con una chica, luego trabajó en la banca y luego se metió a cura", cuenta. "Yo, de los abusos, quizás había escuchado algún comentario. Pero me lo tomo con recelo".

En Constantí una pregunta despunta sobre las demás: ¿por qué nadie se atrevió a decir nada?

En Constantí, cuya mayoría de comercios y establecimientos están cerrados a cal y canto este lunes, una pregunta asoma sobre todas las demás: ¿por qué, si todos lo sabían, nadie se atrevió a decir nada? "Constantí es muy conservador. Esto es un pueblo. Y ahora a este tema se la da más cancha por lo de Els Pets", comenta el camarero de este bar. Joan Reig, batería del grupo musical, reconoció a este diario haber sido abusado por el padre Llagostera. 

Los niños que sufrieron abusos por parte de este cura tienen ahora entre 50 y 60 años, y es en este contexto en el que hay que comprender el porqué de tantos años de silencio: aquellos eran tiempos de dictadura franquista, en los que la Iglesia era incuestionable y en los que, además, los abusos o tocamientos (que no violaciones) no estaban socialmente tan condenados como ahora. El cura del pueblo, el sargento de la Guardia Civil y el médico eran "intocables", dice una mujer.

"Un buen hombre"

"Sí que se sabía, sí. Era un buen hombre, pero tenía estas flaquezas. Solo hacia los chicos", dice otra mujer cuando esta periodista le pregunta por el Pere Llagostera. Y dice más: "Mejor que esté muerto y así no tenga que ver que está en boca de todo el mundo". La población de Constantí habla con estima del que fue párroco del municipio durante 27 años. A muchos los casó y posteriormente bautizó a sus hijos.

"El padre Llagostera bautizó a mi hijo. Me he quedado paradísima cuando saltó la noticia"

Ani, 50 años

— Vecina del municipio

Ani, de 50 años, es la única vecina que accede a dar su nombre. Esta cordobesa lleva 30 años viviendo en el pueblo y asegura que no sabía nada de los abusos de mosén Llagostera. "Él bautizó a mi hijo. Me he quedado a cuadros cuando saltó la noticia, paradísima", relata. Ani recuerda que, ya entrados los 90, el párroco iba con su sotana por la calle y ponía la mano a quienes pasaban por su lado para que le besaran el anillo.

"Sí que oí de él que se acoplaba rápidamente a las meriendas y comidas, esto me lo contaba mi suegra. Pero más allá de eso nada. Era agradable y nunca noté nada de nada", cuenta Ani, quien asegura sentirse "indignada". "Aquí nos conocemos todos. Y esto duele", concluye.