JUICIO EN EEUU

Pablo Ibar encara, de nuevo, la hora de la verdad

Pablo Ibar

Pablo Ibar / periodico

Idoya Noain

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Más de la mitad de la vida de Pablo Ibar ha transcurrido entre rejas. 16 de sus 46 años los pasó en el corredor de la muerte, condenado a la pena capital en Estados Unidos por un triple asesinato ocurrido en 1994 del que siempre se ha declarado inocente. Ahora, casi tres años después de que el Tribunal Supremo de Florida determinara que merecía otra oportunidad de tener cuando menos un proceso más justo que el que en el 2000 concluyó con su condena a muerte, el futuro del español-estadounidense, hijo de un pelotari vasco que emigró a EEUU, vuelve a estar en manos de otros: los 12 miembros del jurado que han seguido su cuarto proceso en un tribunal de Fort Lauderdale y que este miércoles han escuchado las conclusiones finales de la fiscalía y la defensa.

Este último juicio, que preside el juez Dennis Bailey, arrancó el 1 de octubre. Para Ibar, su familia y su equipo legal, financiado con una combinación de apoyo de instituciones  españolas y una campaña de crowfunding, ha representado la opción de plantear la debilidad de las pruebas contra él y los múltiples errores e injusticias que han plagado todo el proceso desde que Ibar fue detenido en julio de 1994.

La historia del crimen y del caso

Entonces, cuando andaba involucrado en trapicheos de drogas, él y Seth Peñalver fueron detenidos y acusados de un brutal crimen: los asesinatos el mes anterior en una casa en las afueras de Miami de Casimir 'Butch Casey' Sukarski, dueño de un local nocturno, el Nickelodeon, y de dos de las bailarinas de su club que estaban en su la residencia, Sharon Anderson y Marie Rogers. El caso en su contra se construyó sobre la base de una grabación de ínfima calidad de una cámara de videovigilancia, en la que se veía borroso el rostro de uno de los asaltantes que las autoridades identificaron como Ibar, y en el testimonio de un hombre que pasaba en coche por la casa en Miramar y asegura que los vio salir. Ningún rastro de ADN o cualquier otra huella física coincidieron con los de Ibar, pero tras un juicio nulo en 1997 y otro aplazado en 1999, el español fue condenado en el año 2000. Peñalver, que también había sido condenado a muerte, fue exonerado en 2012.

La “ausencia de pruebas físicas” que conectaran a Ibar con el asesinato y la violación de sus derechos en el juicio del 2000 por la pobre representación que recibió entonces de un abogado de oficio, Kayo Morgan. fueron los argumentos que esgrimió el Supremo de Florida para concederle el nuevo juicio, sacarle del corredor de la muerte y permitirle plantearse la posibilidad de una segunda vida. Y aunque la fiscalía en este último proceso ha intentado aportar una nueva prueba de supuestos restos de su ADN hallados en una camiseta del asesino, la defensa ha conseguido poner en cuestión su validez, apuntando con peritos a la posibilidad de que esa presencia de ADN haya sido fruto de contaminación, dado que la prenda se guardó en una caja de cartón con otras pruebas cuando los protocolos eran más laxos.

La defensa ha desarticulado otras líneas argumentales de la fiscalía, que nuevamente busca la pena de muerte para Ibar e insiste en su culpabilidad. Un experto en mapeo facial ha testificado que hay diferencias entre Ibar y el asesino que se ve en la grabación. Otro experto ha puesto en cuestión el testimonio del hombre que identificó a Ibar supuestamente saliendo de la casa de Sucharski. En este cuarto juicio, además, otro testigo que declaró contra Ibar en 2000 ha reconocido que entonces mintió y ha señalado que fue sobornado para hacerlo por un detective que estuvo a cargo de la investigación y cuya labor tiene también otros puntos oscuros.

Las próximas horas, decisivas

<span style="font-size: 1.6rem;">Este miércoles los 12 miembros del jurado del juicio de Pablo Ibar acudieron al edificio de los tribunales del condado de Broward con maletas con efectos personales y mudas para <strong>tres días</strong>. Ese es el plazo que inicialmente ha fijado el juez para que realicen sus <strong>deliberaciones</strong>, tras las que cada día se alojarán en un<strong> hotel sin teléfonos ni televisión ni móviles u ordenadores</strong>.</span>