TRANSPORTES

Monistrol recupera una cabina del desaparecido teleférico de Sant Jeroni

Las cestas, con una pendiente de casi el 200%, ascendieron hasta el punto más alto del macizo de Montserrat de 1929 a 1983

Fotografía histórica del teleférico de Sant Jeroni.

Fotografía histórica del teleférico de Sant Jeroni.

El Periódico

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Pocos espacios naturales (y culturales, y religiosos) han llegado a tener tantos medios de transporte público como la montaña de Montserrat (y aun así, siguen repitiéndose caravanas innecesarias de vehículos para llegar a los saturados aparcamientos). El aéreo de Monistrol, el ya centenario funicular de Sant Joan, el funicular de la Santa Cova -que Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya (FGC) quiere recuperar en el 2020-, el tren cremallera, en su versión actual, recuperada en el 2003 y su versión primitiva a vapor... Quizá el más olvidado de todos sea el que llegó a ser el teleférico con un trayecto más vertical de Europa, las dos cestas colgantes que ascendían hasta lo más alto de Sant Jeroni, en la cara norte de la montaña, hasta que el servicio se canceló en 1983.

En la antigua estación se levantan ahora antenas de telecomunicaciones. Pero otro elemento recordará aquel antiguo medio de transporte. Una de las cestas de aquel teleférico, que llegaron a estar primero abandonadas en medio de la montaña y después, herrumbrosas (pero no demasiado, gracias a su peculiar carrocería de aluminio), en un almacén de la Fundació Museu de Transport de Castellar de N'Hug, tras regresar a manos de FGC se expone desde este viernes, restaurada, en la colección sobre la historia del cremallera de Montserrat de la estación Monistrol Vila, que ya incluye piezas como la antigua locomotora a vapor Monistrol y un coche salón.

El teleférico de Sant Jeroni, inaugurado en 1929 tras ocho años de arriesgada construcción, llegaba hasta el Turó del Moro, junto a la cumbre de Sant Jeroni, el punto más alto del macizo de Montserrat, con sus 1.236 metros de altura sobre el nivel del mar. El presidente de FGC, Ricard Font, ha señalado hoy el teleférico "representa un ejemplo de la competencia de la ingeniería catalana, del talento de nuestros profesionales y de la capacidad y voluntad del país y de su gente para hacer frente a proyectos que parecen imposibles". El proyecto fue iniciativa del ingeniero industrial barcelonés Ramon Soler Vilabella.

Sin embargo, degradación de las instalaciones convirtieron el funicular en un peligro, hasta que se decidió su cierre en 1983, que tras varios estudios de viabilidad pasó a ser definitivo en 1987. La longitud del tendido llegaba a los 680 metros para superar un desnivel de 535 metros con pendientes de hasta un 200%, lo que le convertía en uno de los teleféricos con mayor pendiente del mundo. Las dos cestas, con capacidad para 16 personas cada una de ellas, podían transportar a 140 viajeros por hora.