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Entidades sociales llevan regalos de Reyes a más de 50.000 niños catalanes

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Elisenda Colell

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Este sábado por la noche los Reyes Magos tienen menos de 10 horas para repartir regalos a más de un millón de bebés, niños y adolescentes que viven en Catalunya. Son muchos hogares, y muchos regalos. Y las entidades sociales constatan que sus Majestades no van a poder llegar a todos ellos. Al menos hay 50.000 niños catalanes que están en riesgo de quedarse sin regalo en un día tan especial. Ese es el dato más optimista. El peor pronóstico asciende a los 300.000 menores de 14 años, si calculamos que el 28% de los niños en Catalunya están en riesgo de exclusión social, según los últimos datos publicados por el Institut d’Estadística de Catalunya (Idescat).

Para evitar esta situación, cada año se organizan centenares de campañas de juguetes en toda Catalunya. La que cubre más territorio es la de la Cruz Roja. Este año calculan que van a llegar a 27.000 menores. En este caso, los voluntarios de la oenegé se coordinan con los servicios sociales municipales. Los profesionales del los ayuntamientos se encargan de redactar una lista de hogares a los que, según sus cálculos, los Reyes Magos no podrán llegar. "El pico más alto lo detectamos hace dos años, cuando llegamos a los 30.000 menores", asegura la referente de la campaña de recogida de juguetes de la Cruz Roja, Anna Sorté, quien lamenta que "la demanda sigue existiendo, especialmente en las grandes ciudades, que es donde más crece". 

Nuevos y no bélicos

Para flanquear a sus Majestades, la Cruz Roja hace más de un mes que recoge juguetes entre la ciudadanía. Tienen que ser nuevos, no pueden ser bélicos (están prohibidas las armas, aunque sean de juguete) y tampoco se permiten los juegos sexistas, es decir, los que solo están pensados para niñas o para niños. "Debemos contribuir a una sociedad justa e igualitaria, un juguete es una herramienta educativa y a través de ella los niños se socializan", apunta Sorté. La Cruz Roja reparte distintos lotes a las familias. Están compuestos por un juguete por cada niño, un libro, algo de material escolar (una libreta, un estuche…) y un juego de mesa con el que pueda jugar toda la familia. En el caso de los bebés, el material escolar se sustituye por un peluche. Hace semanas que las familias vienen a recoger los juguetes en los almacenes. El principal problema que tienen es en conseguir juguetes para los adolescentes, entre los 11 a los 14 años. “Ellos piden juguetes más caros, y la gente que entrega juguetes piensa más en regalos para los niños pequeños”.

Aunque es la más extensa, una de las más campañas más antiguas es la que hace 52 años organiza Ràdio Barcelona: el ‘Cap nen sense joguina’, un maratón radiofónico que subasta objetos de los famosos entre los oyentes. La puja sirve para financiar los juguetes que reparten el día de Reyes. Calculan que hay 10.000 niños en riesgo de quedarse sin regalos, únicamente en la ciudad de Barcelona. Entre ellos constan menores que viven en centros tutelados de la Generalitat, hijos de madres maltratadas que viven protegidos en centros de acogida, o familias en riesgo de exclusión social, especialmente en distritos como Nou Barris, Horta y Sants-Montjuïc. También se benefician el Casal dels Infants, varias parroquias de Barcelona y niños ingresados en distintos hospitales.

Asociaciones de vecinos

Sin embargo, la mayoría de repartos de juguetes los organizan las asociaciones de vecinos de aquellos barrios donde es más habitual que los Reyes Magos se encuentren algún obstáculo para poder llevar regalos y necesiten ayuda para conseguirlo e incluso para organizar cabalgatas, pues por allí no pasan los grandes desfiles. “En estos barrios ya es habitual que los vecinos organicen cabalgatas y entregas de las cartas de los niños por su cuenta”, explican des de la CONFAV, la federación de asociaciones de vecinos de toda Catalunya. A partir del 2008, el del estallido de la crisis, se dieron cuenta que por algunos hogares no pasaban los Reyes, y empezaron a recaudar juguetes los días previos a la Navidad. “Es una necesidad que se detecta en las calles y los vecinos se organizan, la demanda no se ha detenido”, explican desde la entidad. Sin embargo, no hay datos oficiales ni ningún recuento. Los vecinos lo hacen, pero nadie pasa lista.

Regalos ad hoc

Cáritas está iniciando además otro tipo de proyecto para las familias en riesgo de exclusión el día de Reyes. En vez de entregar un regalo fruto de la solidaridad ciudadana, la opción que están intentando implementar es al revés. Técnicos de la entidad pactan con los padres el regalo que más pueda beneficiar al menor. En algunos casos les acompañan hasta las tiendas de juguetes. Un nuevo método que quiere desestigmatizar y evitar la sensación de mendicidad entre las familias. Llevado al caso de la alimentación, no es lo mismo ir a un almacén a pedir comida que disponer de un cheque de compra en el supermercado. De momento se está implementando en algunos centros PAIDOS, que sirven de espacio relacional para padres con niños de menos de seis años. Este proyecto se ha probado con algunas familias; no superan el centenar. 

"Al menos le podremos regalar felicidad, porque el ordenador lo veo imposible"

 “Ha pedido que vivamos en una casa grande, con piscina. Quiere tener una habitación para ella sola. También un ordenador para poder hacer los deberes que le mandan en la escuela. Y felicidad”. Estos son los deseos que ha pedido por Navidad la hija mayor de Fátima. Tiene 9 años y dos hermanos. Hace dos años, en la escuela, el primer día después de vacaciones no trajo ningún regalo a clase. “En casa no pudieron venir los Reyes, y como en Marruecos no se celebran… nosotros no compramos ninguno”. Ella era la única niña en toda la clase que no traía ningún juguete nuevo. Los profesores le dieron un muñeco que tenían en el aula, para que como mínimo tuviera algo con lo que jugar. Al recogerla, la niña se le puso a llorar. Desde entonces, Fátima tiene marcado en la agenda este día. “Tenemos que tener algún regalo. Sí o sí. No quiero que mis hijas se sientan menos que nadie”.

Fátima vive en el barrio de Sants de Barcelona. Cuando tienen dinero, pagan el alquiler. 400 euros al mes. Ella es física nuclear, pero en España su título no está homologado. Trabaja de “cualquier cosa, lo que sea”. Desde mediadora sociocultural hasta la limpieza doméstica. Ahora está en el paro. Su marido ganaba mucho dinero antes, con la construcción. Ahora va sorteando empleos precarios. Por ejemplo el de estos días de Navidad. Reparte comida a domicilio por encargo de un supermercado. Al final de las fiestas ganará 700 euros. “Pedimos a la empresa si nos podía adelantar el dinero, pero no hubo suerte”.

El año pasado Fátima se armó de valor y decidió ir a pedir ayuda a la Cruz Roja. “Me daba mucha vergüenza, siempre crees que tú puedes tirar adelante. Admitir que era pobre y tener que contar mis penurias a desconocidos me ha costado una depresión”, explica. Pero el esfuerzo valió la pena. Una trabajadora social de la Cruz Roja les ayuda: vales de comida para ir al supermercado, ayudas puntales para el alquiler y acceso a los juguetes que reparte la entidad el día de Reyes. El año pasado las dos hermanas tuvieron regalos. Y este año también.

El problema está en cumplir las expectativas. “Siempre pienso en voz baja, que sean baratos”. Este año no ha habido suerte. Con la hermana mediana aún. Quiere una muñeca que hace ruido, mueve los ojos y no se qué cosas más. No será esa, pero sí tendrá una muñeca. La que le entrega la Cruz Roja. El problema es la hermana mayor. “No tenemos tele en casa, ¿cómo vamos a poder comprar un ordenador?”, se pregunta la madre. Es consciente de que su hija lo va a necesitar para la escuela, y que los otros niños de su clase tienen alguno en casa. “En realidad nos iría bien a todos, para encontrar trabajo. pero no puede ser, me siento avergonzada y culpable, pero es así”. La solución será ir a la biblioteca, “el ordenador se cuelga y solo es para un rato, pero algo es algo, ¿no?” Y lo de la habitación para ella, tampoco. “Le entiendo, necesita su intimidad, pero no podemos irnos del piso”. Ahora, las hijas de Fátima comparten habitación con su abuela, enferma de leucemia.

“Ahora lo que le digo es que lo importante no es que tengas un súper regalo, sino que podamos estar juntos, ir al parque, reír y jugar”. Esto es lo que sí va a poder cumplir de la lista de deseos de su hija mayor: la felicidad. Su tercer deseo. Un regalo que no se puede comprar, aunque es uno de los más preciados. “Creo que este sí lo vamos a conseguir”, dice Fátima, con una sonrisa.

Problemas para cumplir deseos

Después de las vacaciones de Navidad, en los patios de las escuelas se repite la misma pregunta: “y a ti, ¿qué te han traído los reyes?”. También es habitual que cada niño traiga un juguete y lo comparta con los compañeros para jugar con ellos en clase. Es precisamente por este día que trabajan los voluntarios de las campañas de recogida de juguetes. “Si toda la clase lleva un juguete y tú no, te vas a sentir inferior”, explica la referente de la Cruz Roja. Según ella, este hecho puede desencadenar problemas de autoestima, vergüenza y mal comportamiento en los menores. “Estos niños tienen que sentirse parte de la sociedad, con las mismas oportunidades que el resto, y el juguete es un elemento de socialización muy importante” asegura.