CENTRO MUNICIPAL DE ACOGIDA

Voluntarios de la perrera de Barcelona denuncian el sacrificio de dos perros

Violin y Tyson, los dos perros sacrificados el pasado diciembre.

Violin y Tyson, los dos perros sacrificados el pasado diciembre. / periodico

Imma Fernández

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Se llamaban Tyson y Violin, y llevaban una vida de perros, como tantos otros animales que esperan tras los barrotes de una jaula alguien que les adopte. Tras cuatro largos años (Tyson) y año y medio (Violín) de espera, el pasado diciembre se procedió a su eutanasia en el Centre d’Acollida d’Animals de Companyia de Barcelona (CAACB) “por agresividad manifiesta hacia las personas”. Voluntarios del centro denuncian el sacrificio de los canes esgrimiendo que “no eran peligrosos” y temen “que se produzcan nuevos casos porque la perrera está saturada”.

Una ordenanza del 2002 prohíbe en Barcelona el sacrificio de animales, excepto en casos muy específicos, entre estos tener “conductas marcadamente agresivas hacia personas u otros animales y que haya estado valorado como irrecuperable por parte de un veterinario”. El CAACB justifica así las actuaciones y responde que "en ningún caso se llevan a término sacrificios por saturación ni ningún otro motivo que no sea por motivos humanitarios, sanitarios o por razón de agresividad marcada y manifiesta, siguiendo escrupulosamente lo que establece el artículo 19.3 de la ordenanza". En los mismos términos se expresa Frederic Ximeno, comisionado de Ecologia del Ayuntamiento de Barcelona, que niega  "categóricamente que se sacrifiquen animales" por otras razones. "Se trabajó mucho para modificar su conducta, para reeducarlos, y al final los veterinarios decidieron que no había otra opción".

Por el bien de los mejores amigos del hombre, y ante el temor de que los denunciantes puedan ser expulsados del voluntariado, aparecen en las siguientes líneas con nombres ficticios. Pedro, que paseó a Tyson durante meses, asegura que “nunca tuvo problemas de agresividad con él”.  “Saco a perros infinitamente más peligrosos, con él me relajaba”. Inmerecido, pues, que le endosaran a la desaparecida criatura el nombre del boxeador. Este sí que mordía. El can, afirman quienes lo trataron, no. "Nunca tuvo un mal gesto hacia mí. De la manera cómo viven, demasiado buenos son. Tyson era un bendito; se acostumbró a vivir enjaulado", reitera Pedro.

Estrés magnificado por la reclusión

La indignación del grupo de voluntarios alcanza asimismo la vida de perros, en el mal sentido, que llevan en los centros de acogida. "Hay casi un centenar trasladados a otras protectoras de la provincia (Argentona, Vic), donde apenas salen de las jaulas, con suerte, una vez por semana", cuentan. Allí son derivados los perros que, como Tyson y Violín, el CAACB considera "menos adoptables, por presentar problemas comportamentales derivados precisamente del maltrato, abandono o mala educación recibida previamente, y que se magnifican por el hecho de estar encerrados día tras día en una jaula".

Esos animales tienen miedo, inseguridad, enfermedades e incluso depresión, y a todo esto, prosiguen los testigos, se suman las instalaciones "inadecuadas e insuficientes del CAACB, con jaulas minúsculas y otras compartidas por tres o cuatro perros". El bienestar animal no debe limitarse a darles refugio y alimentación, enfatizan.

Admiten que Violín sí tuvo algún "incidente" motivado por el estrés de su encierro, aunque se niegan a etiquetarlo de peligroso. "Lo paseaba una señora jubilada; muy peligroso no debía ser. Solo estaba asustado. Psicológicamente muchos perros en esas condiciones están hundidos", argumenta Marta.

Otro testimonio censura las palabras de una veterinaria que, al justificar la muerte de Tyson por que "no avanzaba y no era adoptable", agregó que los "recursos eran limitados" y estaba quitando oportunidades a los que sí podían ser dados en adopción.     

"Grave" crecimiento de abandonos

Frederic Ximeno reconoce que sí es cierto que los perros "salen poco y deberían pasear más" y que el crecimiento de abandonos en el 2018 es "grave". Mientras en el 2016 se logró que las salidas superaran las entradas y en el 2017 casi se consigue (solo quedaron 13), ahora hay en la perrera municipal 70 canes de larga estancia y una media mensual de 219. 

Jordi, otro voluntario del centro, culpabiliza a la administración de no haber previsto el control de la población canina cuando se aprobó la ordenanza. "Deberían perseguir más la cría ilegal". Ahora con la saturación, "la vida en la perrera se ha vuelto una tortura". 

A la espera del nuevo centro

TEMAS