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El desafortunado final de la abuela de la fabada Litoral

Antonia Cruells, la abuela de la Fabada Litoral.

Antonia Cruells, la abuela de la Fabada Litoral. / periodico

Alba Jaumandreu

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"Bon dia al dematí!!!" (buenos días por la mañana) era su frase más popular y con la que siempre, junto a una sonrisa, saludaba a sus vecinos y amigos. Era la 'iaia Antònia', carismática, agradable y aparentemente feliz. Siempre vestida con una enorme sonrisa y a la que nunca le faltaba una prenda de color rojo en su atuendo. La yaya Antònia Cruells, la abuela de Sant Martí de Centelles (Barcelona) que se hizo famosa en toda España gracias a los anuncios de la fabada Litoral, fue hallada muerta de forma totalmente inesperada el pasado domingo en su casa y este miércoles ha sido su funeral. Sus allegados sospechan que perdió la vida por culpa de un desafortunado tropezón.

Más de 300 personas se han acercado este miércoles a la parroquia de Santa Maria de Aiguafreda para dar el último adiós a la popular Antònia. Durante la hora de ceremonia, amigos y familiares la han recordado como la mujer que era: "Muy particular. Era la Antònia. La Antònia y punto". Ha tenido una misa hecha a su medida, con sardanas y canciones, palabras tiernas y mucho amor.

Por la mañana, cuando iba al mercado, a comprar a las tiendas del pueblo o a visitar a su prima, siempre se la veía por la calle junto a su cesto de la compra. Nunca faltaba a su paseo diario, en cualquier época del año, en invierno sin mucho abrigo, pero sí, claro, con su bufanda roja.

Su carácter aparentemente serio (especial, según algunos vecinos) se escondía detrás de su sonrisa. Aunque la fama nunca la cambió, al contrario, la hizo más feliz y más radiante, en los últimos tiempos su personalidad se fue cerrando a causa de la soledad y de los años. Nunca llegó a casarse. Vivía sola, sin hijos, pero a menudo la acompañaban sus primas. Su edad siempre ha sido un misterio para todos sus amigos. Nunca lo quiso decir; ella siempre fue joven.

‘L’Antònia de Can Mitjà o l’Antònia rosa’ era muy popular en Sant Martí de Centelles, pueblo que llevaba en su corazón y del que se sentía la capitana. Nunca tenía un ‘no’ para nadie. Siempre participaba en las fiestas mayores, desde las cenas populares hasta el baile y el mercadillo popular. Hoy el pueblo pierde una sonrisa más, y los vecinos sienten su pérdida. “Qué sonrisa tenía, que alegría transmitía”. Tras el funeral en Aiguafreda, Antònia ha sido enterrada este miércoles en su pueblo. No podía ser de otra manera.

Una broma en la radio

Aquel enérgico saludo del “bon dia al dematí!” se popularizó en el año 2004 en el programa de radio 'Freakandó Matiner' de RAC 105 dirigido por Llucià Ferrer. Él la llamó para felicitarla porque las amigas de Antonia quisieron hacerle una broma después de la pérdida de su hermano, que le costó superar. Su respuesta natural ("Bon dia al dematí") al descolgar el teléfono le transmitió tanto al presentador que acabó fichándola. Desde aquel momento, Antònia fue bautizada como 'Iaia Antònia', aunque no le gustaba mucho ese apodo.

Entonces empezó a colaborar en el programa de radio y en televisión junto a Ferrer. Finalmente saltó a la fama en toda España cuando la ficharon para protagonizar el anuncio de la fabada Litoral.

En el funeral, Llucià Ferrer ha recordado a Antònia como una mujer especial, con carácter, pero ha subrayado que en seguida se convirtieron en familia. “Esto no lo sabe nadie, pero ella venía a celebrar las Navidades a mi casa”, ha afirmado el periodista. “Hoy nosotros perdemos una sonrisa, pero allí arriba a partir de hoy viven mucho mejor. Gracias por todo iaia Antònia”, ha finalizado.

Pese a estos últimos años de popularidad, Antònia nunca pensó en abandonar Sant Martí de Centelles. Allí era toda una ‘celebrity’. Muchos recuerdan todavía aquel día de finales de julio del 2007 cuando un lujoso coche de color gris oscuro con puertas de mariposa se detuvo en plaza de l’Abella y de él bajó la yaya Antònia dispuesta a dar el pregón de la fiesta mayor del pueblo, del que recordó cómo había evolucionado en las últimas décadas. Llucià Ferrer, el hombre que la llevó a la fama y que la llegó a considerar su abuela, fue quien conducía el vehículo.

Colaborativa y participativa en todo, la de ‘Can Mitjà’ era una gran aficionada a las sardanas desde hacía años. Nunca faltaba al baile aunque alguna cosa le doliera y siempre estaba dispuesta a ayudar a la Colla d’Amics de la Sardana Vall del Congost, de la que era socia. También participaba  ayudando en las caminatas que organizaba la asociación del pueblo Els Gafarrons. Antònia se ponía en los puntos de control donde siempre paraba alguna persona a pedirle una foto. Además, era ‘Gafarrona d’Honor’.

Sus amigos han recordado durante la ceremonia su personalidad: “Eras como un cuadro inmenso lleno de pinceladas de colores coloridos”. También su espíritu colaborativo y su gran afición. “Tenía un amor inmenso por las sardanas. Familia y sardanas. Amigos y sardanas. La tele mirando a 'Rex' y sardanas. ‘Aplecs’ en todo el territorio y sardanas. Cantar rancheras y sardanas. Todo lo que fuera, pero siempre sardanas”. Siempre se acordaba de los santos y de los cumpleaños de todos los amigos “y si era la primera, mejor”. El recuerdo de los amigos ha acabado con la sardana 'Girona m’enamora' y la gente aplaudiendo.

Una de sus últimas colaboraciones, y de las más especiales, fue el pasado mes de octubre, cuando participó en la ‘Caminada pels guerrers’, un acto para celebrar el ‘Segundo Memorial Jaume Bou’, el niño del pueblo que falleció hace tres años debido a un osteosarcoma. Antònia colaboró activamente con la familia para recaudar fondos para el Hospital Sant Joan de Déu como encargada de recoger los tíquets para el almuerzo, que consistía en un bocadillo de butifarra. Como no podía ser de otra manera, a todo el mundo le respondía con su “Bon dia al dematí”.

Hija de recadero y fan del Barça

También era una loca del Barça, “el mejor club del mundo”, y no faltaba su bufanda del equipo. Siempre con camisetas de logotipos inimaginables. Orgullosa de ser hija de un recadero y de sus peculiares gustos. Le gustaba disfrazarse, siempre que podía, de castañera para dar castañas a los pequeños. También regalar caramelos e ir a ver los Reyes Magos. Y de joven viajar mucho. Pero su peor miedo siempre había sido morirse. “No quiero hablar de eso. Da mucho miedo, y encima si estás sola”.

Acogedora y conocida por todos los vecinos, visitaba a sus familiares muy a menudo y siempre les llevaba alguna cosa. Su mejor compañía era su prima, que también vive sola y a la que visitaba diariamente a las cuatro y diez de la tarde, y se daban compañía mutua. Sus familiares la vieron por última vez el jueves, aunque el viernes por la tarde algunos vecinos la vieron salir a pasear. No fue hasta el sábado cuando se empezó a sospechar que le había ocurrido algo porque llevaba muchas horas sin que nadie la hubiera visto.

Fue hallada en el suelo del comedor de su casa con la tele puesta y un charco de sangre rodeándole la cabeza

Efectivamente, el domingo por la mañana se confirmó lo peor, cuando Antonia fue hallada en el suelo del comedor en su casa, con la tele puesta y un charco de sangre rodeándole la cabeza. A falta de la autopsia, fuentes cercanas a la fallecida sospechan que Antònia dio sus últimos pasos cuando se dirigía hacia la cocina para dejar su vaso de leche, que siempre tomaba por la noche antes de irse a la cama. Entonces tropezó y se dio un golpe fatal en la sien con un mueble.

Su muerte ha sido trágica, desafortunada, triste como todas, pero su despedida ha estado llena de cariño y recuerdos alegres. Al final de la misa se ha cantado el ‘Virolai’ y Antònia ha recibido el último adiós entre aplausos.