Un proyecto consigue que el 80% de exreclusos encuentren trabajo

presos

presos / Ricard Cugat

Gisela Macedo

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El programa ‘Reincorpora’ de La Caixa se puso en marcha en el año 2011 con el objetivo de dar oportunidades laborales a internos de centros penitenciaros que se encuentran en la parte final de su condena. Hoy, la iniciativa presenta unas cifras realmente exitosas: el 80% de las personas que participan en 'Reincorpora' encuentran trabajo, tras un itinerario de seis meses de duración.

Jaume Ferrer, director del departamento de Integración Sociolaboral de la Fundació La Caixa, está convencido de que contratar a uno de los internos de su programa “es la mejor acción de retorno social que puede hacer una empresa” y una forma de “romper con estigmas” a los que está sujeta esta parte de la población. Además, afirma que estos reclusos son personas “con ganas de trabajar” y hace un llamamiento a los empresarios para que les conozcan, algo que, para él, supone un primer paso para “romper barreras”.

Según Ferrer, el programa ‘Reincorpora’ parte de cada individuo: “Tenemos en cuenta qué les motiva y sus competencias. A partir de aquí, buscamos empresas que encajen con ellos. Contactamos entidades de todo tipo” ha asegurado, subrayando también que donde tienen una mayor demanda es en el sector de los servicios.

Reconocimiento y ascenso

Uno de los participantes de este programa es Emanuel, de 44 años. Gracias a este programa, trabajó en el ámbito de la hostelería en el hotel Hilton de Barcelona durante seis meses. Cuando terminó, su sorpresa fue que desde el mismo hotel le entregaron una carta de recomendación. “Ellos vieron en mí cualidades que yo no sabía que tenía”, afirma.

Este exrecluso reconoce que consiguió el trabajo gracias a ‘Reincorpora’. Sin embargo, también subraya la importancia de la predisposición del interesado: “Los educadores están ahí para echarte una mano, pero es necesario que nosotros tengamos una buena actitud”, dice.

Sonia Clavijo, de 38 años, se encuentra actualmente en tercer grado y finalizará su condena en el 2021. Asegura haber tenido mucha suerte. Con el apoyo del programa, en el 2015 inició su recorrido laboral limpiando buques para Balearia. “Comencé con un contrato de 12 horas semanales y en menos de tres años me ascendieron a jefa de equipo y empecé a cobrar un salario de 1.600 euros”. Gracias a esto, ahora puede hacerse cargo de su padre dependiente y de su hija menor de edad, de la que ha recuperado la tutela después de que estuviera a cargo de la Direcció General d’Atenció a la Infància i l’Adolescència (DGAIA).

Sonia afirma que su trabajo es su pasión, ya que le encanta navegar y ahora, que está embarazada, lamenta no poder embarcar. Por su parte, ella también ha intentado dar una oportunidad a otras personas que se encuentran en su situación y consiguió introducir en la misma empresa a ocho mujeres, algo de lo que asegura sentirse “muy satisfecha”, a pesar de que hoy tan solo una de ellas continúe en el puesto.

Romper el estigma, una tarea difícil

Los jefes que contrataron a Sonia sí conocen su situación. No obstante, ella sostiene que no todas las empresas están abiertas a dar una oportunidad a los presos. Asegura que, aunque a ellos los preparen para integrarse en la sociedad, la sociedad no está preparada para integrarlos a ellos.  

“Antes de trabajar en los buques, estuve limpiando un gimnasio para la compañía Atysa, donde no sabían de mi paso por la cárcel. Cuando superé el período de prueba, la propia empresa me felicitó por mi labor. Ese mismo día, mi educador de la cárcel llamó a la empresa para pedirme que fuera a firmar la condicional, porque con mi teléfono personal no me pudo localizar. En cuanto mis superiores se enteraron, me dijeron que no era el perfil que buscaban y no quisieron que continuara con ellos”, explica.

El riesgo que supone que las empresas conozcan sus situaciones está muy presente para estas personas. Otro participante de 'Reincorpora', un hombre de mediana edad, comenta que nadie en el Carrefour Express donde trabaja sabe de su condición, ni siquiera su jefe. No quiere sus compañeros lo sepan por temor a ser rechazado: “La gente no te mira con los mismos ojos cuando sabe que has estado en la cárcel”, lamenta.