Delincuencia contra la gente mayor

Dolores ajusta cuentas con los estafadores de ancianos

Dolores, en su casa del Besòs, habla por el mismo teléfono a través del que intentaron estafarla.

Dolores, en su casa del Besòs, habla por el mismo teléfono a través del que intentaron estafarla. / periodico

Guillem Sànchez

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Dolores dejó Mollina (Málaga) en 1957, cuando tenía 18 años, para buscarse un lugar en el barrio del Besòs de Barcelona, una ciudad que le dio la impresión de estar tan infestada de miseria como lo estaba su antiguo pueblo. Encontró trabajo limpiando las casas de clase alta "de las señoras de Pedralbes". Se casó, tuvo tres hijos, enviudó en el 2012 y perdió a uno de sus vástagos, del que guarda un retrato junto al televisor, por un cáncer de huesos. El lunes 3 de diciembre del 2018, hace dos días, mientras limpiaba el baño, sonó el teléfono.

La voz de un hombre, muy serio, le dijo que era abogado y que Antonio, uno de sus hijos, acababa de atropellar a una mujer en el paseo de Gràcia, que la víctima se debatía entre la vida y la muerte, y que en ese accidente de tráfico su hijo se había desfigurado la cara. Y que solo ella, "su madre", podía sacarle de la cárcel si pagaba una fianza de 15.000 euros antes de que la víctima falleciera. Dolores le rogó que le dejara hablar con Antonio. Una petición que el abogado concedió acercando a su auricular la voz de un hombre que sollozaba. Para Dolores, bastó. Agarró el bolso y salió a la calle, en dirección a la sucursal de CaixaBanc.  

"Temblando y con la espalda encharcada de sudores", entró en la oficina bancaria y pidió que le entregaran en mano cuanto tenía en la cuenta corriente, los ahorros de toda una vida. El director de la oficina la hizo pasar a un reservado y trató de calmarla. Pronto sospechó que alguien estaba engañando a Dolores. Avisó a los Mossos.

El cabo Gerard Dani, mossos d'Esquadra de Proximitat de Sant Martí, respondieron a aquel aviso. Gerard le pidió a Dolores el teléfono de su hijo y le llamó. Ninguna mujer se debatía entre la vida y la muerte por su culpa, ni su cara se había desfigurado. No había tenido ningún accidente. 

El ajuste de cuentas

Aquí podría terminar esta historia de una estafa desconocida hasta la fecha por los Mossos. Similar a los 'falsos secuestros exprés', en los que un desconocido -casi siempre desde el extranjero- marca a discreción teléfonos fijos de España para fingir ante quien responde que es un secuestrador que ha raptado a su mujer o a su hija. La 'estafa del abogado', inédita hasta este miércoles, cuando la sufrió Dolores, parece más elaborada. Porque quien la llamó se había tomado la molestia antes de averiguar dónde vivía y, también, el nombre de su hijo, Antonio.

Esta historia no termina aquí porque, en ese instante, Dolores deja de ser solo otra anciana víctima de un estafador cruel para convertirse en alguien decisivo en su detención.

Cristina Jesús, agentes de la segunda patrulla que se presentó en la oficina bancaria, vieron tan nerviosa a Dolores que, cogiéndola por el brazo, la acompañaron hasta su casa. Entraron en el piso y, mientras trataban de tranquilizarla asegurándole que podía llamarlos cuando quisiera, el teléfono sonó de nuevo. Volvía a ser el estafador, que preguntaba si ya tenía el dinero. Cristina se acercó a Dolores corriendo y taponó con la mano el teléfono: había llegado la hora de ajustar cuentas. Le pidió a Dolores que fingiera que el plan seguía adelante, que ya tenía el dinero y que viniera a buscarlo. La anciana interpretó su papel, y, esta vez, fue ella quien enredó al estafador. Se citaron en la calle, junto al portal de su casa, para entregarle un sobre con el dinero en efectivo. Gerard y Dani, los primeros mossos que la había atendido en la oficina bancaria, le estarían esperando.

A la hora y en el lugar acordados, apareció un tipo vestido con abrigo grueso de tres cuartos, gafas y maletín de piel, que no se despegaba del móvil. Hablaba un castellano con acento sudamericano. Y repetía frases como "sí, sí, estoy aquí esperando". Era él. Al ser abordado por los Mossos, sin embargo, fingió que no sabía castellano y solo respondía a Gerard y a Dani en inglés. No resultó, porque quedó detenido por estafa.

Una estafa nueva

Los Mossos han abierto una investigación que apunta a que en este caso actuó un segundo hombre, el que llamaba a Dolores, desde Hungría. Quien acudió a recoger el sobre, con atuendo de abogado, era el socio que actuaba sobre el terreno. La policía desconoce si en Catalunya hay más víctimas de esta nueva modalidad delictiva, ideada para abusar de la fragilidad de los ancianos, un colectivo que ha aumentado casi un 30% en los últimos 20 años y que se ha convertido en una presa apetecible para delincuentes sin escrúpulos. De vez en cuando, sin embargo, los malos topan con personas como Dolores, o como Eufrasio, que a los 94 años puso la primera denuncia contra un grupo de estafadores del gas tan cobardes que incluso asaltaban a enfermos de Alzheimer.

Este miércoles, el 'abogado', de origen colombiano, ha pasado a disposición judicial y ha declarado en inglés, porque sigue fingiendo que no habla español. Dolores, que lleva dos días sin dormir, al recordar este disgusto con final feliz, una historia de mujeres atropelladas, de hijos en la cárcel con la cara desfigurada y de hombres disfrazados de abogados, no reprime una frase, mascullada en un andaluz imperturbable a los 60 años que la separan de Mollina, que culmina el ajuste de cuentas: "El hijoputa ya está detenido".

Los Mossos: "Las bancos nos niegan la ayuda que pedimos para proteger a los ancianos"

<span style="font-size: 1.6rem;">Los Mossos d’Esquadra, a través de su portavoz, <strong>Albert Oliva</strong>, han querido poner en valor la actitud del director de la oficina de Caixabank que se interesó por Dolores y medió para evitar que un estafador le sustrajera los ahorros de toda una vida. "Sin su ayuda no hubiéramos podido detenerlo", concluye. Desafortunadamente, lamenta Oliva, se trata de un caso aislado.</span>