DÍA MUNDIAL

"No somos discapacitados, tenemos capacidades diferentes"

El Ping-pong como terapia en el centro de día de la residencia Tres Pins

El Ping-pong como terapia relacional en el centro de día de la residencia Tres Pins. / periodico

Alba Jaumandreu

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Es último viernes de mes, y como siempre, toca coger dos autobuses e ir al Centre Catòlic de Sants a jugar a ping-pong. Hace poco más de medio año que los chicos del centro de día Tres Pins de Barcelona van regularmente a practicar con profesionales. Eso les permite hacer deporte e integrarse en una sociedad que los cataloga como discapacitados mentales, una etiqueta que ellos rebaten: "No somos discapacitados, tenemos capacidades diferentes".

Llega un grupo de 10 jóvenes dispuestos a pasarlo bien y jugar lo mejor posible. Hay rivalidad pero mucho compañerismo. Pere Mota, un chico de 19 años que va diariamente al centro de día, cuenta que es como un juego de estrategia. “La pelota es como una bomba y tiene que explotarle al rival”. Confiesa que le gusta mucho ir a jugar porque le hace pensar, además de que ha aprendido y mejorado mucho, no solo en el juego, sino en su relación con los compañeros y en la sociabilización.

Este proyecto nada tiene que ver con el Día Mundial de la Discapacidad que se celebra el 3 de diciembre. La iniciativa comenzó hace un año, pero no fue hasta abril cuando los chicos empezaron a ir regularmente al Centre Catòlic de Sants. Esta entidad, la Associació Esportiva de BCN, la Federació Catalana de Tenis Taula y la Fundació Museu Olímpic, junto a la Fundació de Serveis Socials de Sant Pere Claver, impulsora de la iniciativa, han puesto en marcha esta actividad que permite a los chicos practicar tenis de mesa y relacionarse con monitores profesionales.

Raul Alcazar, director de Serveis Residencials de la Fundació Serveis Socials Sant Pere Claver, destaca los múltiples beneficios. "Se trata de una apuesta no solo por el deporte, sino también por la gestión de las emociones cuando se gana o se pierte e incluso por la integración social: algunos han aprendido a ir en transporte público con mayor autonomía y a emplearlo regularmente".

Salvador Jorba, presidente del Centre Catòlic de Sants, explica que para ellos ceder las instalaciones del centro es trabajar en favor de la convivencia y la integración. “Vemos como día a día se van sintiendo como en casa. Para ellos es una ilusión venir cada viernes, y para nosotros también”.  Además, Alcazar remarca la buena sintonía entre el centro católico pero sobretodo con el barrio de sants. “Son un barrio muy acogedor y muy dispuesto a la inserción social”.

Juegan durante casi dos horas junto a monitores federados que les enseñan técnicas “para ser los mejores”. Se van turnando. Juegan entre ellos, con los monitores y con quien esté dispuesto a jugar y a pasar un buen rato. Aunque no todos juegan, todos colaboran en alguna cosa. Recogen pelotas, cuentan los puntos, vigilan la mesa...

Quim Díaz, un chico que este sábado cumplió 26 años, confiesa que no le gusta mucho jugar a ping-pong, pero que se siente satisfecho y feliz de poder participar en esta actividad con sus amigos y salir de la rutina. “Hacemos diferentes actividades cada día, pero esta nos permite salir y jugar, además de rivalizar entre los compañeros. Esperamos el viernes para venir a jugar, es especial para nosotros”. Díaz cuenta que el centro le ha ayudado mucho a ser autónomo, sobre todo comunicativamente. “El ping-pong me ha ayudado a relacionarme con otra gente, a no enfadarme y aprender que no siempre se gana”.

Este chico además de practicar ping-pong, también hace teatro donde, asegura, que ha aprendido hablar y expresarse mucho mejor. Quim remarca que hacer todas estas actividades le ayudan a integrarse y no sentirse inferior: “Somos igual que los demás, jugamos, aprendemos, vamos en transporte, y somos felices”, concluye Díaz.