SENTENCIA

5 años de prisión para el ludópata que disparó en la cara a un empleado de una sala de juego

Un hombre dispara a otro en un salón recreativo de Santa Coloma de Gramenet

Imágenes en las que se ve a un hombre disparando a sangre fría en la cabeza de otro en un salón recreativo de Santa Coloma. / periodico

J. G. Albalat

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El albanés Hussain Rigers entró en la sala de juegos Sport 333 de Santa Coloma de Gramenet 1 de julio del 2015. Era un cliente habitual, pero la suerte le había dado la espalda y empezó a perder grandes cantidades en las máquinas tragaperras: de 3.000 a 7.000 euros por tarde. Ese día, a las 19 horas, entró en el local y tras mantener una breve conversación con un empleado, sacó un arma y le disparó a bocajarro en la cara. Cuando el empleado estaba en el suelo indefenso, intentó rematarle.  No lo mató de milagro. El hombre resultó gravemente herido. La Audiencia de Barcelona ha condenado ahora al acusado a un total de cinco años y tres meses de prisión por tentativa de asesinato, tenencia ilícita de armas y dos delitos de amenazada.

Los magistrados de la Sección 21 de la Audiencia de Barcelona han aplicado a Rigers en los principales delitos las atenuantes de grave adicción al alcohol, cocaína y cannabis, así como o la de ludopatía, por lo que se le ha rebajado la pena. Además de la condena de privación de libertad, el tribunal también le ha impuesto un año, nueve meses y 15 días de libertad vigilada (empieza a contar tras el cumplimiento de la pena de prisión) y la prohibición de acercarse a 1.000 metros durante un periodo de tiempo al empleado al que disparó y a otros dos a los que amenazó con la pistola. El procesado también debería indemnizar con 307.429 euros al herido al que disparó, Pedro B. R. La fiscalía pedía 15 y 6 meses de prisión

La sentencia declarar probado que a mediados del 2015 Rigers empezó a perder grandes cantidades de dinero en las máquinas tragaperras de la sala de juegos Sport 333. En diversas ocasiones, el procesado reclamó, a través del empleado P. B. R., que se le devolviera el 10% y que quería hablar con los jefes del negocio. Hasta tal punto era su crispación que el procesado llegó a proferir amenazas de muerte contra los responsables del establecimiento. El trabajador comunicó estas peticiones a su superior que le manifestó que esas amenazas "no eran extrañas" y no le dio importancia al asunto. Pensaba que estaban seguros por el servicio de vigilancia con el que cuenta la sala y porque no había ocurrido nunca en España una desgracia de estas características, sostiene el fallo judicial.

Disparos e intentos de suicidio

El 1 de julio del 2015, Rigers entró en el local para jugar. Volvió a pedir hablar con P. B. R., que no estaba en la sala. Cuando llegó y tras una breve conversación con él, el procesado, "de forma súbita y sorpresiva", se sacó un arma que tenía oculta con la camiseta, apuntó a la cara del empleado y, "sin mediar palabra", le disparó. Acto seguido, el acusado se apuntó a su propia cabeza y efectuó un disparo, pero la pistola se encasquilló, y la giró hacía otro trabajador del negocio, que salió huyendo.

Tras ello, Rigers volvió a disparar a P. B. R., que estaba en el suelo herido, "indefenso y semiinconsciente". Después dirigió la pistola hacia una cajera, intentó de nuevo suicidarse, sin conseguirlo, y salió del local caminando. Eso sí, antes, quiso rematar "sin éxito" a P. B. R. La policía estuvo buscando durante varios días al procesado que, a final, el 8 de julio del 2015 se entregó voluntariamente en los juzgados de Santa Coloma de Gramanet. Las imágenes grabadas por las cámaras se seguridad del local han sido claves para condenar al acusado, puesto que se le ve como dispara a la víctima.