'Feminismo' y 'machismo, no son antónimos, según Fundeu

Recomendación de la Fundéu: "feminismo" no es lo contrario de "machismo"

Recomendación de la Fundéu: “feminismo” no es lo contrario de “machismo”. /

Efe

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El término 'feminismo' no es antónimo de 'machismo', señala la Fundación del Español Urgente, promovida por la Agencia EFE y BBVA.

En los medios de comunicación no es infrecuente encontrar frases en las que estas dos voces se usan como opuestas: “Afirma que no es machista ni feminista, sino que busca el equilibrio”.

Según el Diccionario académico, 'feminismo' es el "principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre" y el "movimiento que lucha por la realización" de esa igualdad.

Por su parte, la misma obra define 'machismo' como "actitud de prepotencia de los varones respecto a las mujeres" y "forma de sexismo caracterizada por la prevalencia del varón".

Como puede apreciarse en las definiciones, no se trata de dos términos equiparables, ya que mientras el feminismo es la búsqueda de la igualdad entre sexos, el machismo supone una preponderancia del varón.

Para cubrir ese hueco semántico, el de una palabra que aluda a una defensa de la superioridad de la mujer sobre el varón, se emplea en ocasiones el término 'hembrismo'. Se trata de una voz correctamente formada y que se emplea en ocasiones como par lingüístico de 'machismo'.

Sin embargo, mientras que 'machismo' designa tanto una actitud como una estructura social históricamente asentada, el 'hembrismo' no se define como un sistema con existencia real, sino meramente como la actitud particular de algunas personas que abogan por la prevalencia de las mujeres sobre los hombres.

No obstante, muchos colectivos rechazan el término, pues entienden que se emplea de forma peyorativa para atacar los postulados feministas y que designa una realidad que no existe.

Conviene subrayar que la voz 'hembrismo', que está adquiriendo ese significado en los últimos tiempos, tiene otro menos usual y restringido a los campos de la psicología y la sociología. En concreto, algunos especialistas emplean esa voz para aludir a una exagerada actitud de sumisión, pasividad y resignación de la mujer frente al hombre.