EDUCACIÓN UNIVERSAL

Liberia declara gratuita la universidad

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Marcel Gascón Barberá

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Liberia se convertirá en el primer país africano donde los jóvenes no tendrán que pagar nada para estudiar en la universidad. A finales de octubre, su presidente, el exfutbolista George Weah, participó en un acto y sin que nadie se lo esperara anunció entre vítores que declaraba gratuita la educación universitaria. El mandatario expresó su desolación por el hecho de que solo 12.000 de los 20.000 alumnos que se registran cada semestre en las universidades del país pueden pagar sus matrículas y acudir a las clases, un problema que cierra las puertas del mercado de trabajo cualificado y de la clase media a millones de personas de muchos países africanos cada año.

El problema es siempre el dinero, pero si algo tiene este exfutbolista total, el único que le amargó más de una noche de Champions al Madrid y al Barça, es renombre internacional y contactos poderosos en la rica industria de este deporte. Weah, que el 1 de octubre cumplió 52 años, se presentó en las elecciones del 2017 de alguna forma como el candidato de la juventud, y en su discurso pone especial énfasis en la educación. Generaciones enteras de adolescentes liberianos vieron comprometido su acceso a la educación por unas guerras civiles en las que se vieron obligados a combatir numerosos niños soldados. Todos aquellos años de destrucción dañaron gravemente las infraestructuras y la economía, y la educación sigue resintiéndose de ello.

“Necesitamos más profesores y con mejor formación”, dijo el exfutbolisa y único Balón de Oro africano, antes de tomar posesión, en una alocución en la que también prometió “más financiación” para la educación. Weah ya ha comenzado a trabajar en este sentido. Su gobierno ha aprobado becas para 34.000 estudiantes de secundaria, y continúa apostando por un proyecto de Ellen Johnson-Sirleaf, su antecesor en el cargo, que consiste en ceder la gestión de un centenar de escuelas públicas fracasadas a organizaciones sociales que, según la primera evaluación independiente, han mejorado en un 60% el rendimiento de los alumnos.

Un país original

Liberia es un país original. Fue fundado en el siglo XIX por unos pocos esclavos libertos procedentes de Estados Unidos que marginaron a la población local como cualquier poder colonial y hasta practicaron el esclavismo que habían conocido en América, solo que esta vez como amos en vez de esclavos. Esta peculiar historia le permitió evitar la dominación colonial europea que se impuso en casi toda África, lo que no le libró del caos y la violencia que marcaron al continente con la salida del hombre blanco. A finales de la década de 1970, este país del oeste de África entró en una espiral de golpes de Estado y guerras civiles de la que no saldría del todo hasta el año 2003, cuando con ayuda internacional consiguió estabilizarse y preparar en relativa calma elecciones presidenciales.

Liberia hizo historia en aquellos comicios, en los que resultó elegida Ellen Johnson-Sirleaf, la primera mujer que llegaba a la presidencia de un país africano. Esta antigua funcionaria del Banco Mundial educada en Estados Unidos y con experiencia en el gobierno y el sector privado vivió desde su llegada a la presidencia una luna de miel con los medios y las instituciones internacionales que le supuso al país una reducción considerable de su deuda externa y logró cambiar la percepción global sobre este país.

Hasta la presidencia de Johnson-Sirleaf, Liberia se asociaba a aquella brutalidad que estremeció al mundo con el vídeo de la ejecución de su presidente Samuel Doe en 1990, después de que los rebeldes le cortaran una oreja mientras su líder y nuevo jefe del Estado, Charles Taylor, se bebía una Budweiser sentado en su escritorio. Con ella en el poder volvía a hablarse del país, pero ahora por los coloridos vestidos de su presidenta y la determinación y la calma con que explicaba sus planes progresistas alrededor del mundo.

Después de los 12 años de Johnson-Sirleaf, Liberia era noticia de nuevo, y otra vez por algo luminoso. Terminaba el 2017 y un viejo conocido de los amantes del fútbol se alzaba con la victoria en unas elecciones pacíficas que confirmaban los avances democráticos del país. El nuevo presidente era George Weah, que había impresionado a millones de personas de los cinco continentes con sus esláloms endiablados en los mejores estadios de Europa. El exdelantero del París Saint Germain y el Milan asumía el mando en Monrovia con los compromisos de revivir la economía y luchar contra la corrupción, un capítulo este último en el que se dice que fracasó su predecesora. Ahora, ha puesto su mirada en la educación y se se ha puesto manos a la obra.