LOS EXPERTOS

Un tercio de Sant Llorenç se construyó en zona inundable

Manuel Vilaseró

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Una especie de tsunami, una “ola espasmódica” que llegó a alcanzar picos de cinco metros de altura (como una casa de dos plantas) en algunos puntos, sepultó casi la mitad de la  población de San Llorenç sin que sus habitantes tuvieran tiempo de reaccionar. Esa es la conclusión a la que ha llegado el hidrólogo Joan Estrany, profesor de Geografía de la Universitat de les Illes Balears, tras visitar la zona e interrogar a varios testigos. Que la avenida fuera tan abrupta y enorme explica que pocos pudieran ponerse a salvo o retirar los vehículos con tiempo. Simplemente, intentaron salvar su vida, presas del pánico.

La causa de este especie de tsunami, un ‘flash flash’ en terminología técnica, hay que buscarla, según Estrany, en la lluvia excepcionamente intensa caída en la cabecera de unos torrentes que confluyen en el mismo punto y que poco más adelante pasan, ya convertidos en cauce fluvial, por una población asentada en pleno meandro. “Por allí llegaron a circular unas 500 toneladas de agua por segundo”, calcula.

Un asesino en serie

Como dice su compañero de departamento, el también geógrafo especializado en hidrología, Miquel Grimalt, "el torrente de Sant Llorenç parece diseñado por un asesino en serie y el municipio, con los años, se ha metido literalmente en su cama".

El hecho de que llevara lloviendo varios días, con la consiguiente saturación del suelo, y que las rocas de la cabecera sean prácticamengte impermeables, hicieron el resto.

La sorpresa de los vecinos ha sido aún mayor porque a su paso por Sant Llorenç el torrente había sido encauzado con una caja de hormigón. Una enorme obra llevada cabo tras las inundaciones de 1989. Esta zona no fue entonces la más afectada pero lanzó una señal de alerta. Las administraciones reaccionaron contruyendo una infraestructura correcta pero que a la postre ha acabado proporcionado “una  falsa sensación de seguridad” , según Estrany.

Cajón insuficiente

No porque estuviera mal construida o fuera ineficaz, sino porque es insuficiente ante las grandes avenidas como la de la tarde del martes. Es imposible encauzar el agua procedente de una lluvia de estas dimensiones sino no se construye un cajón de 25 ó 30 metros de ancho.

El entorno inmediato del torrente de Sant Llorenç está incluido en el catálogo de Áreas con Riesgo Potencial Significativo de Inundación (ARPSIs), concluido por la administración balear el año 2016. Si uno observa la zona delimitada en amarillo en el mapa, la inundable, incluye prácticamente un tercio de la población. Documentos anteriores certificaban este alto riesgo.

Obligación de derribar

¿Qué debería hacerse para evitar destrozos como los de ayer? El artículo 28 de Plan Hidrológico Nacional vigente establece que las comunidades autónomas deberán evitar que se construya en la zonas de influencia susceptibles de ser inundadas y eliminar las construcciones existentes. Según denuncia el portavoz de Aguas de Ecologistas en Acción, Santiago Martín Barajas, desde que se aprobó en 2001, “no se ha hecho nada”.

“El artículo se aprobó a propuesta nuestra tras la tragedia de Biescas para evitar que se repitiera, pero no se ha aplicado. Hay más de 40.000 viviendas, locales, polideportivos, campings, restaurantes en zonas susceptibles de inundación, pero los políticos se asustan cuando se habla derribar”, destaca. En un camping de Biescas (Huesca) situado junto a un río fallecieron 87 personas arrastradas por el agua.

Cada 500 años

La directora general de Recursos Hídricos de la Conselleria de Medi Ambient, Joana Garau, cree que no es factible llegar a una “medida tan radical como el derribo” pero asegura que desde el 2016, el año de elaboración del mapa de riesgos, ya se veta cualquier nueva construcción.

Garau recuerda que la zona delimitada como inundable en el mapa estaría afectada por una avenida cada 500 años. “Podemos tomar medidas importantes para riesgos de cada 10 o 50 años, pero cada 500…”, señala. De todos modos, admite que con el cambio climático y su efecto de calentamiento del mar, la frecuencia e intensidad de los temporales han aumentado.

Redes de alerta

La apuesta del ejecutivo balear para por establecer redes de alerta, como las de tsunami en Indonesia. Servirían para salvar vidas, que no es poco. Aunque la directora reconcoe que, si bien pueden ser útiles en cuencas de gran tamaño como las de la sierra de Tramuntana, en la de Sant Llorenç, con las cabecera a unos 7 kilómetros de la población, apenas daría unos minutos a sus habitantes para buscar refugio.

Los expertos sostienen que una lluvía como la del martes no estan infrecuente. “‘Torrentadas’ (así se las llama en la isla) de esta virulencia se produjeron el siglo pasado entre 10 y 15 veces”, recuerda Estrany. La del 1989 fue de una similar intesidad, aunque. En la Península, precipitaciones de más 200 litros en 24 horas se dan casi cada año, pero la mayoría caen en zonas donde no hacen este daño, señala Martín Barajas.

Sant Llorenç fue durante muchos siglos un núcleo de población pequeñito, en el que sus habitantes se asentaban en las zonas más lejanas al torrente. “La tradición oral transmitía donde era arriesgado colocarse, pero ahora nadie hace este papel”, se lamenta el hidrólogo.