Supervivientes de abusos sexuales rompen el silencio

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MIREIA RECASENS. SAVE THE CHILDREN

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Son supervivientes. Supervivientes que rompen el silencio. Sara, Àlex, Alexandra y tantos otros que decidieron no callar más y denunciar públicamente lo que sufrieron: abusos sexuales cuando eran niños y adolescentes. Unos abusos que les han robado la infancia pero que no les van a robar el futuro.

Sus testimonios son la prueba de que el problema del abuso sexual infantil no es residual, sino que afecta a miles de niños y niñas. Estudios sobre la prevalencia del abuso sexual infantil demuestran que en Catalunya un 17% de la población lo ha sufrido, el 15,5% chicos y el 19% chicas. Uno de los peores problemas del abuso sexual infantil es el secreto y los tabúes que le rodean. Los niños y niñas que lo sufren no pueden explicarlo por vergüenza, por miedo a represalias, por temor a generar una crisis familiar o sencillamente porque no lo entienden ni saben a quién explicarlo ni cómo hacerlo.

“La persona te manipula para que no digas nada, lo hace con palabras, pero sobre todo con miradas, miradas que hacen que tengas miedo y no digas nada. A esto se suma la vergüenza y la culpa que hacen que no puedas decir ni una palabra”, asegura Alexandra. Ella fue abusada sexualmente por un conocido de la familia desde los 7 hasta los 9 años, aunque, después de hacer terapia, sabe que podrían haber empezado antes. Las imágenes se difuminan en su memoria. Su cerebro enterró todo aquel dolor para poder seguir adelante. Pero un día, a los 33 años, hablando con su pareja sobre un regalo le vino un recuerdo de golpe: la cocina de la Barriguitas, aquel regalo que le hizo su abusador para comprar su silencio cuando era niña.

El abuso sexual es un abuso de poder, es una relación viciada de amor disfuncional, es una manipulación de sentimientos donde el abusador juega con las debilidades del niño. Sara fue abusada por su padrastro desde los 12 años hasta los 18. “Fueron unos abusos a través de la coacción y la manipulación. Llegó un punto que me vi metida en aquella historia y cuando fui consciente de que algo pasaba, de que aquello no era normal, me vi imposibilitada para salir de allí y pedir ayuda para poder pararlo”, explica Sara. Después de contarlo quiso denunciar para hacer justicia y que de algún modo le compensaran todo el daño que había sufrido. Pero la justicia nunca llegó. “Me sentí una víctima otra vez, esta vez de la violencia institucional porque no se me trató con dignidad”, añade. Como en el caso de Sara, la justicia muchas veces no llega porque su delito prescribió y su abusador nunca será juzgado.

Àlex denunció a su profesor de educación física el día antes de cumplir 23 años. Si lo hubiera hecho unas horas después el delito hubiera prescrito y su caso no iría por la vía penal. “Un día antes o un día después no me hace ni más ni menos víctima. Un delito que es tan grave tiene que ir en consonancia con su prescripción, no entiendo cómo puede prescribir tan pronto”, cuenta. Para que la justicia sea más garantista es necesario dar más tiempo a las personas que han sufrido abuso sexual en su infancia, primero para que entiendan lo que les ha pasado y luego para que tengan el coraje de explicarlo y denunciarlo.

Desde Save the Children hemos lanzado la campaña “Rompo el silenciocon el objetivo de sensibilizar a la población sobre los abusos sexuales que sufren los niños y para pedir una mayor protección. Necesitamos urgentemente una ley integral que proteja a todos los niños y niñas de la violencia, con medidas específicas para luchar contra el abuso sexual infantil.

Entre estas medidas es esencial la prevención y la formación, por eso se tiene que garantizar la educación afectivo sexual en la enseñanza obligatoria y desde edades tempranas, así como incluir la formación sobre violencia y protección de la infancia en los currículos formativos de maestros, profesores y directores de centros educativos. Es esencial dar herramientas a los niños para que puedan protegerse. Si saben lo que son los abusos sexuales y conocen las situaciones de riesgo, sabrán cómo evitarlos. Está constatado que los programas de prevención reducen a la mitad las posibilidades de que un niño o niña sufra abuso. ¿A qué estamos esperando?