Los militares de Tancos declaran mientras crece el escándalo en Portugal

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Cynthia de Benito

Los militares detenidos por su presunta implicación en el caso de robo, hace un año, de las armas del arsenal de Tancos (centro de Portugal), comenzaron hoy a declarar ante el juez mientras la sociedad multiplica sus dudas sobre las hasta ahora inmaculadas Fuerzas Armadas portuguesas.

El interrogatorio de los detenidos -cuatro miembros de la Policía Judicial Militar, tres de la Guardia Nacional Republicana y otro sospechoso civil-, comenzó a primera hora de la mañana y ocupará toda la jornada.

Su declaración es el primer paso del proceso que se abre tras su detención, ayer, martes, por presuntamente entorpecer la investigación de la Fiscalía, en colaboración con las autoridades militares, para hallar el armamento que había sido robado del depósito militar de Tancos el 28 de junio de 2017.

Aquel día desaparecieron de las instalaciones de Tancos explosivos y municiones valoradas en 34.000 euros, arsenal de suficiente importancia como para que el Gobierno alertase a la OTAN y la Unión Europea ante el temor de que hubiese salido del país.

Pero este temor pareció disiparse apenas cuatro meses después, cuando el Ejército anunció que la Policía Judicial Militar había encontrado la mayor parte de lo robado en el municipio de Chamusca, a apenas 20 kilómetros de Tancos.

Lo sospechoso de esta aparición, tanto por su cercanía a Tancos como por las propias circunstancias en que ocurrió, llevó a la Fiscalía a abrir una investigación paralela que ha desembocado en estas detenciones, que han dado una nueva dimensión al escándalo en Portugal.

Entre los detenidos está el máximo responsable de la Policía Judicial Militar, coronel Luís Vieira, quien según el Ministerio Público actuó de forma irregular para facilitar la reaparición del armamento robado, y así dificultar las pesquisas para averiguar el paradero de los objetos desaparecidos.

Dicha tesis sugiere de forma implícita que los militares podrían saber quién había robado el material de Tancos, una posibilidad que ha caído como un jarro de agua fría en un país donde las Fuerzas Armadas gozan de un inmenso prestigio por su papel en la Revolución de los Claveles de 1974 que acabó con la dictadura salazarista.

Las dudas se han disparado no solo hacia los uniformados, sino hacia el ministro de Defensa, José Alberto Azevedo Lopes, por su capacidad para la gestión en este asunto, toda vez que hace dos semanas admitió en el Parlamento que desconoce si se ha recuperado todo lo sustraído.

¿Quién robó?, ¿cómo?, ¿hubo complicidad de las autoridades?, ¿qué falta aún realmente por encontrar? Ante la falta de respuestas, lo que encuentran los portugueses son continuas contradicciones entre la versión del Ejército y la posición de la Fiscalía.

Por ejemplo, sobre el material que falta, que según los militares son algo más de 1.450 balas del calibre 9 milímetros, pero según el Ministerio Público a esto se suman treinta cargas de explosivos y granadas que no aparecen.

El hecho de no tener conclusiones más de un año después del robo ha soliviantado a la oposición conservadora, que quiere proponer una comisión de investigación sobre el caso para "apurar responsabilidades políticas", según su líder parlamentario, Nuno Magalhães.

"Es claro y notorio" que, pasado este tiempo, "existieron responsabilidades, omisiones por parte del gobierno, que son inadmisibles" y que "generan inseguridad y afectan al núcleo del Estado", agregó.

El gobernante Partido Socialista aseguró que no se opondrá a la comisión, y negó una eventual responsabilidad del ministro en lo sucedido.

"El ministro de Defensa no es vigilante, ni forma parte del cuerpo de seguridad de las instalaciones militares", sostuvo el líder parlamentario de los socialistas, Carlos César.

Una declaración en línea con la del primer ministro, António Costa, quien en las últimas horas reafirmó su confianza en Azevedo Lopes.