UNA EMPRESA DE REFERENCIA EN LA FORMACIÓN DUAL

Meritxell Castells, alumna de Seat: "Ahora mis amigos me envidian: cobro y tengo coche"

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zentauroepp43965930 dual seat180911182753 / Ricard Fadrique

Imma Fernández

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De niña jugaba con la Barbie, como tantas otras crías. Fue en 4º de ESO, al hacer un proyecto sobre un robot, cuando Meritxell Castells, de 19 años, hoy alumna aventajada de la Escuela de Aprendices de Seat, descubrió que aquel era su mundo: “Supe que quería trabajar con robots, con autómatas”. Deseaba contacto directo con las máquinas y la programación, no teoría y pupitre. “Mis profesores me dijeron que en bachillerato no se hacía nada práctico y entonces, tras conocer la experiencia de varios aprendices, me presenté a las pruebas de Seat y las superé”.

Confiesa que se inscribió a este centro de referencia de la formación dual a espaldas de sus padres. Estaban empecinados en que su hija cursara bachillerato, como marca la norma social no escrita, desafortunada en algunos casos. “Tenían la vieja idea de que en la fábrica te manchas las manos y son tareas sucias y masculinas, de fuerza”. Falsos prejuicios. “Se necesita más maña que fuerza, y todo está limpio y ordenado, aunque a mí me gusta ensuciarme, subirme a los robots en la fábrica… Hasta me pegan broncas por no usar trapos”, revela.

Cuando sus padres visitaron la escuela, ubicada en la Zona Franca, se les borró la decepción. “Ahora están muy contentos”. Y muy orgullosos de que este julio se convirtiera en la primera mujer en ganar un premio (en mecatrónica con su compañero Joel Gómez) en el CATskills, el campeonato de formación profesional de Catalunya. Disputará la final nacional en Madrid y si gana, la europea.

La brillante alumna se congratula de haber hecho diana con la elección de la escuela de Seat. “Hacemos prácticas desde el primer día, la formación es gratuita y encima cobramos”.  Ya está pagándose un coche. “Ahora mis amigos me envidian”. No todo es perfecto, claro, pero casi. “No tengo tantas vacaciones, pero, como me dicen, tampoco es tan importante si cobras”. El sueldo oscila desde los 350 el primer año hasta 670 el tercero y último. 

Hay otro pero: “Estaría bien que hubiera más chicas, ahora soy la única de mi clase. Este es un futuro para todos”, expone la joven, que proseguirá los estudios con un ciclo superior en Mecatrónica y apunta a una ingeniería.

Laura Carnicero, gerente de formación en Seat y directora de la Escuela de Aprendices, se une a la petición. Hay que romper los moldes del patriarcado: solo un 11% de los alumnos son mujeres. “Existe un gran desconocimiento, si vieran cómo es por dentro la fábrica…”. Aun así, el 22% de los trabajadores de Seat son mujeres, un porcentaje “muy por encima del resto del sector”.

Carnicero anota un dato incentivador: el 11% de los directivos de Seat salieron de las aulas de la escuela. Y mejor aún: todos los alumnos que finalizan los ciclos formativos (el 75%) entran en la plantilla. Eso sí, hay que hincar el codo. No se puede repetir.

Inversión en los aprendices

En el 2017 la firma automovilística invirtió 17 millones en formación. “Cada aprendiz supone a la empresa unos 30.000 euros los tres años”, detalla Carnicero, que lamenta que España, a diferencia de Alemania, no valore la formación dual. “Es básico alinear las necesidades de la sociedad con los estudios. En España hay mucha gente universitaria, que luego no encuentra trabajo, y poca con formación dual, al contrario que los alemanes”.

Grado superior

Seat abrió su escuela en 1957, a modo de cantera para formar a los técnicos y los operarios que luego entrarían a ‘jugar’ en sus instalaciones productivas. En el 2012 incorporó el sistema alemán de formación profesional dual (con doble titulación española y alemana) y a partir de este curso 2018-2019, en un intento de adaptarse a la automoción del futuro, pasará a impartir tres ciclos de grado superior (antes eran de grado medio), de unas 5.000 horas cada uno, casi el doble de la media oficial (2.600). Hay 60 plazas y los alumnos deben tener al menos 18 años y contar con otro ciclo de formación profesional o bachillerato. Las titulaciones son: técnico superior en automatización y robótica industrial, programación de la producción en fabricación mecánica o mecatrónica industrial.

La idea, apunta Carnicero, es impulsar una industria 4.0 que “evoluciona hacia la robótica, digitalización, ‘data analitics’ y realidad virtual”.  “La gran suerte es que al ser escuela y empresa podemos adaptar los contenidos formativos a las necesidades productivas”, enfatiza la directiva.