ALERTA EN EEUU

EEUU empieza a reaccionar al cigarrillo electrónico ante la "epidémica" adicción de los jóvenes

Idoya Noain / Nueva York

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El cigarrillo electrónico fue inicialmente visto con buenos ojos como una alternativa que permitía a los adultos ayudar a desengancharse del tabaco, manteniendo dosis de nicotina pero reduciendo el consumo de otros aditivos químicos tóxicos. Aunque esos beneficios siguen sin haberse probado, el uso de e-cigarrillos y vaporizadores se ha disparado y, en su auge, se ha creado un monstruo. Así al menos lo ve la Agencia de Alimentación y Medicamento de Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés) que el miércoles alertó sobre una “epidemia de adicción” entre jóvenes del país, especialmente impulsada por productos de sabores, que se admite que no se detectó a tiempo y a la que ahora se pretende poner freno.

El miércoles la FDA dio dos meses de plazo a los cinco mayores productores de los e-cigarrillos que se venden en EEUU, y que controlan el 97% del mercado, para que presenten planes detallados para reducir la venta entre menores. Esta, según la normativa federal, legalmente está prohibida para quienes no han cumplido los 18 años pero es una realidad.

Así lo demuestran las más de 131 multas y 1.100 cartas de advertencia que la FDA ha dado a comerciantes que han estado vendiendo ilegalmente a menores, tanto en tiendas físicas como en internet. Y también los datos de la propia agencia, que estiman que más dos millones de estudiantes de secundaria fueron usuarios regulares de estos productos en 2017.

“La acelerada y preocupante trayectoria de uso que vemos en jóvenes y el resultante camino hacia la adicción debe acabar”, dijo en un discurso el comisionado de la FDA, Scott Gottlieb, que habló de “claros signos de que el uso ha alcanzado proporción de epidemia”. Y aunque mantuvo la idea de seguir explorando el cigarrillo electrónico como alternativa menos nociva para los fumadores adultos, declaró también que “ese trabajo no puede llegar a expensas de los niños”. Un estudio del gobierno presentado hace unos meses hablaba de “pruebas sustanciales” de que es más probable que los jóvenes que fuman e-cigarrillos acaben probando el tabaco tradicional. Y el miércoles se recordó que "el cerebro adolescente en desarrollo es particularmente vulnerable a la adicción”.

La paradoja

La determinación de la FDA para frenar lo que asume como “uno de sus mayores retos” tiene algo de paradójico. Aunque en el anuncio del miércoles se amenaza con bloquear la venta de los cigarrillos electrónicos si las compañías no dan información detallada sobre el diseño de sus productos y su impacto en la salud, fue la propia agencia la que el año pasado, bajo el mando de Gottlieb, extendió cinco años el plazo que la Administración de Barack Obama había dado a los fabricantes para que sometieran sus productos a revisión. Ese plazo expiraba en 2018 pero el gobierno de Donald Trump lo amplió hasta 2022. 

Aunque las empresas señaladas por la FDA son cinco la más afectada es Juul Labs, que domina el 72% del mercado, está valorada en 16.000 millones de dólares y cuyos productos son tan populares entre los jóvenes estadounidenses como para que se haya extendido el verbo “juulear”. Y quizá por eso el mercado reaccionó haciendo que subieran las acciones de las otras compañías que producen cigarrillos electrónicos, así como las de fabricantes de cigarrillos tradicionales.

Todas las empresas reaccionaron al anuncio oficial prometiendo colaborar con las autoridades pero expertos, organizaciones y asociaciones médicas y grupos que llevan años tratando de poner coto a la industria del tabaco advierten sobre esas promesas. “Después de décadas no hay ninguna prueba de que la industria sea capaz de regularse a sí misma. Pedir a la industria que plantee soluciones es como poner al zorro a guardar al gallinero”, le ha dicho a 'The New York Times' Robin Koval, presidenta de Truth Initiative, una organización que trabaja para controlar el tabaco, especialmente entre los jóvenes. El clamor es que se impida la venta de cualquier producto que no haya demostrado su inocuidad. No en 2022, sino ya.