LA FUERZA DE LOS LOBIS

Trump se enfrenta (también) a la lactancia materna

Donald Trump, en una conferencia de prensa en su visita reciente a Londres.

Donald Trump, en una conferencia de prensa en su visita reciente a Londres.

Ricardo Mir de Francia

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En los pasillos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) suena a cuento viejo: Estados Unidos se alinea con los intereses de las grandes multinacionales en detrimento del acceso a la salud y el consenso científico. Una vez más. El último episodio de este historiado patrón sucedió el pasado mes de mayo en Ginebra, donde se celebró la Asamblea Mundial de la Salud, el foro anual que reúne a los representantes gubernamentales de los más de 190 países que forman parte de esta agencia de Naciones Unidas. Ecuador propuso una resolución para promover la lactancia materna y restringir la publicidad de alternativas nutricionales que pueden resultar nocivas para los bebés. No era una idea controvertida. Como decía la resolución, apoyándose en décadas de investigación, la lactancia es mucho más saludable para el desarrollo de los niños. Pero entonces llegó EEUU.

Sus representantes amenazaron a Ecuador con tomar medidas drásticas si la resolución se ponía sobre la mesa, según ha informado de 'The New York Times'. Concretamente, blandieron la posibilidad de imponer sanciones comerciales y retirarle parte de la ayuda militar. Entre los delegados de la cumbre cundió la sorpresa y la indignación. Pero la presión funcionó. El país sudamericano acabó retirando el texto. "Lo que sucedió equivale a un chantaje, con EEUU tomando como rehén al mundo y tratando de anular 40 años de consenso sobre la mejor manera de proteger la salud de los bebés y los niños pequeños", le dijo al diario neoyorkino Patti Rundall, la directora de una organización británica presente en el foro que aboga por el uso de la lactancia.

Una simple recomendación

Quizás lo más sorprendente de la actitud estadounidense es que la resolución no tenía si quiera carácter vinculante. Era simplemente una recomendación, por más que saliera del principal organismo internacional de salud. Pero sus representantes prefirieron proteger los intereses de los fabricantes de leche en polvo, una industria de 70.000 millones de dólares dominada por compañías estadounidenses y europeas, y armada con una legión de lobistas. En el mundo rico es un negocio menguante; en el mundo pobre sigue creciendo gracias a su agresiva publicidad.  "Tal y como se formuló originalmente, la resolución planteaba trabas innecesarias a las madres que buscan alimentar a sus hijos", ha dicho el Departamento de Salud de EE UU. Su portavoz defendió el "derecho a elegir" de las madres y a no ser estigmatizadas por la opción que tomen.

Pese a la polémica, la resolución se acabó aprobando después de que Rusia cogiera el testigo de Ecuador y la sometiera a votación. Ya con el patrocinio ruso, Washington se abstuvo de esgrimir amenazas, todo un símbolo de cómo funcionan los equilibrios de poder en la diplomacia internacional.

En cualquier caso, llovía sobre mojado. Desde los años 80, EEUU se ha resistido a los intentos de la OMS para poner coto a la publicidad de la leche en polvo, que tomó forma después de que el aumento de la mortalidad infantil, la malnutrición y la diarrea en aquellos años se asociara al uso de la leche en fórmula mezclada con agua contaminada. También lleva tiempo dando guerra contra los intentos para concienciar sobre los riesgos que las bebidas azucaradas implican para la obesidad o la diabetes. Este mismo año, sus representantes ante la OMS bloquearon los intentos de la organización para recomendar un impuesto especial sobre ese tipo de bebidas, una maniobra ampliamente celebrada por PepsiCoca-Cola y otras compañías del sector, según el Chicago Tribune.

Este alineamiento con la industria ha sido una constante, tanto durante las Administraciones republicanas como demócratas. Bajo el gobierno de Barack Obama se llegó a amenazar a Colombia con dejarle sin apoyo financiero para respaldar el proceso de paz por su intención de autorizar la fabricación de un genérico del Gleevec, un medicamento para el tratamiento del cáncer desarrollado por la farmacéutica suiza Novartis.