ACCESO A LA UNIVERSIDAD

Un 9,9 en selectividad: Claudia Valero (Tarragona) y Rosa Milian (Barcelona) logran las mejores notas del 2018

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Imma Fernández

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Dos semanas después de los exámenes, risas y lágrimas. Los casi 34.000 jóvenes catalanes que se presentaron a las pruebas de acceso a la universidad los pasados 12, 13 y 14 de junio ya conocen sus notas y, con ellas, despejan sus dudas sobre qué carrera podrán estudiar los próximos cursos. A una décima de la perfección, del redondo y esquivo 10, se han quedado Rosa Milian Costa y Claudia Valero de la Flor, dos jóvenes de Barcelona y Tarragona, respectivamente, que con un 9,9 han obtenido las mejores puntuaciones de Catalunya. El esfuerzo y la motivación han marcado el camino de estas brillantes estudiantes que explican en estas líneas sus elecciones de futuro.

Rosa Milian, tras haber cursado bachillerato científico con un 9,86 en el expediente (en el instituto Jaume Vicens Vives de Girona), ha elegido con el corazón su entrada en la universidad. “Voy a hacer Humanidades. Es lo que más me gusta”. Ante la extrañeza de amigos y allegados, que piensan que esa opción es como tirar por la borda sus excelentes aptitudes y le recuerdan que su horizonte laboral es mucho más desolador que el de los números, la joven de 17 años ha optado por escucharse a sí misma. A sus deseos. “También conseguir trabajo de investigación está muy difícil y prefiero estudiar lo que más me atrae”.

Frente al estupor social, ha encontrado el apoyo de sus orgullosos padres. “Me han dicho que Humanidades me gustará y me irá muy bien. Me encanta la filosofía, que es el troncal de la carrera, y desde pequeña he sido una gran lectora. Me encantaría dedicarme a algo relacionado con los libros, la educación, ya veré”. Eso sí, descarta que su pasión por la filosofía obedezca al televisivo ‘Merlí’. “Vi la serie y me gustó, más la primera temporada, pero no tiene nada que ver con mi elección. En realidad a mí me gusta todo, también la física, química y biología… Pero lo que tengo claro es que no me gusta la investigación, prefiero la enseñanza y la divulgación”. Está convencida que en Humanidades, que cursará en la reputada Pompeu Fabra, encontrará su camino.

Becada en Girona

Milian obtuvo un beca CiMS+Cellex para cursar bachillerato internacional en Girona, donde ha pasado “dos años muy buenos”, viviendo independiente en una residencia. Admite que su afición lectora –le ha gustado mucho ‘El nom del vent’, de Patrick Rothfuss, y más de cría devoraba la saga Harry Potter- ha influido en su excepcional currículo y confiesa un detalle a contracorriente de la generación posmilenial a la que pertenece. “No tengo ‘smartphone’, no uso redes sociales. Solo tengo un viejo Nokia”.

En primero de ESO, cuenta, les pidió a sus padres un móvil inteligente y se lo denegaron. “Luego en tercero y cuarto de ESO ya me dijeron que me lo compraban, pero entonces fui yo quien les repliqué que no lo necesitaba. Muchos me ven como un bicho raro, pero cada cual tiene sus aficiones. Quizá cuando vaya a la universidad lo necesite ”.

Ciencias en casa

Claudia Valero, estudiante de bachillerato científico en el Santa Teresa de Jesús (Tarragona), la noticia de su 9,9 le ha pillado desprevenida en Florencia. “Me fueron superbien las pruebas pero esto no me lo esperaba. Ha sido una gran sorpresa”. Ha aprovechado, cuenta, que su madre viajaba a Italia por trabajo para acompañarla y desde allí expone las claves que la han llevado a un pasito del 10 global -ha sacado la máxima nota en seis de las siete asignaturas; la ‘peor’ prueba fue la de catalán, con un 9,5, que le resultó la más “complicada” junto con física-.

Esfuerzo, constancia y motivación. Y quien diga que no es cuestión de esforzarse miente. Estos resultados son fruto del trabajo del día a día, y sin motivación no hay nada que hacer”, expone Valero. Su fórmula de aprendizaje prioriza el razonamiento. “Hay que entender las cosas, no memorizarlas como papagayos. Es cuestión de razonar más que de empollar”.

La joven de 18 años valora asimismo la buena educación recibida con unos profesores “muy implicados” que sabían cómo motivar al alumnado y explicar bien las cosas. “En mi clase había bastantes chicas que sacábamos muy buenas notas, sabían motivarnos”.

Ella sí ha optado por una carrera clásica de las mentes privilegiadas: Ingeniería Industrial. “Mis padres son también ingenieros pero ha sido una libre elección mía. Obviamente, algo tiene que ver que en mi casa siempre hayan estados presente las ciencias. De niña me ayudaban con las mates, y todo eso. Pero lo haré porque es lo que más me gusta, es un campo muy amplio que te abre muchas puertas y se me da bien, no porque me obliguen”.

Ya tiene en su cabeza dibujado su sueño laboral. “Me gustaría crear una ‘start-up’ o trabajar en el I+D de una empresa investigando nuevos materiales y diseños para aplicar en el deporte”. En concreto, aficionada al esquí de montaña, piensa en crear esquís más ligeros y estables; ropa más adecuada… “Me encantan los materiales”. Una pasión que le viene de cuna. De la infancia. “A mí nunca me ha gustado jugar con muñecas, ni las recuerdo aunque alguna tendría. Prefería los PlayMóbil. Tenía una colección de romanos, de egipcios, y construía pirámides, estructuras… Eran mis juguetes favoritos”.

Nota media de 6,6

En global, más del 96% de los estudiantes que se presentaron a las pruebas las han aprobado. Un total de 27.803 han superado los exámenes, en los que la nota media ha sido de 6,622. Más de 500 alumnos recibirán las distinciones PAU después de haber conseguido una puntuación igual o superior a 9.