"Entendí que luchar era la única forma de sobrevivir: o matas o te matan"

Niño soldado

Niño soldado / Casa América

CATALINA RIBAS. SAVE THE CHILDREN

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El día en el que la vida de Michael Davies cambió para siempre comenzó como cualquier otro cuando vivía felizmente con su familia en Sierra Leona. Esa mañana su tío le pidió que le acompañase al este del país, y sin preguntar, Michael se marchó con él y emprendió un viaje que terminaría casi cinco largos años después. Lamentablemente se trataba de un viaje de no retorno que nunca podrá olvidar. Cuando llegaron a su destino, se colocaron en primera línea de guerra y, en ese mismo momento, Michael se dio cuenta de que se había convertido en niño soldado. Tenía solo 16 años y se encontraba en medio del conflicto civil que asolaba al país.

“Me enseñaron que lo que estaba haciendo era lo correcto, que disparando y luchando estaba defiendo a mi país y a mi gente. No pude decir que no, no tuve ninguna opción. Entendí que luchar era la única manera de sobrevivir: o matas o te matan”, explicó Michael en primera persona en el seminario sobre el impacto de la guerra en la infancia que organizó Save the Children junto al Ministerio de Asuntos Exteriores en Casa América hace unos días.

Después de cuatro años, Michael consiguió huir y llegar a Alemania. Pero la pesadilla no terminó con salir del país: “Cuando llegué fui muy afortunado porque fui tratado como cualquier refugiado, pero tuve que estar varios años en terapia para procesar conmigo mismo lo que había pasado. A día de hoy todavía me cuesta hablar sobre ello porque sigo teniendo la imagen de muchos amigos luchando. Niños que mataban a otros niños, niños que pensaban que matar era algo normal porque se sentían seguros en manos de las milicias y se acostumbraron a ver odio y violencia todos los días”.

Ser reclutado o utilizado por un grupo armado puede afectar de por vida a los niños. Les han robado su infancia y normalmente los niños soldado pierden años de escolaridad y socialización en sus comunidades. El trauma que sufren por la brutalidad que han vivido o se han visto forzados a infligir puede provocar un profundo efecto psicológico años después. Los que consiguen regresar a sus comunidades se pueden ver estigmatizados o rechazados, lo que dificulta su recuperación y reintegración.

En los últimos 20 años, decenas de miles de niños y niñas como Michael han sido reclutados por ejércitos estatales y grupos armados para utilizarlos en diversos puestos como soldados, mensajeros o como servicio doméstico. Entre 2005 y 2016 hubo al menos 49.640 casos verificados de niños y niñas reclutados y utilizados por las fuerzas y grupos armados, según los últimos informes de Naciones Unidas.

En Save the Children trabajamos en la mayoría de países en situación de conflicto para erradicar las causas que pueden influir para que un niño o una niña se una a un grupo armado como son la pobreza extrema y la falta de acceso a la educación; desarrollamos programas de reintegración una vez que consiguen salir de estos grupos y fuerzas que incluyen la reunificación familiar, atención psicosocial, educación y trabajo con las comunidades. También fortalecemos los sistemas de protección para dar atención de calidad a los niños que los necesitan y realizamos incidencia a nivel internacional.

Seguiremos trabajando para proteger a la infancia de todos los tipos de violencia y poder ofrecer a los niños soldado un futuro; tal y como pidió Michael tras finalizar su intervención: “Hay que darles una oportunidad para que puedan volver a ser alguien otra vez”.