LA ODISEA DE UNA CANDIDATA A LA RENTA GARANTIZADA

"Me hacen sudar lo que me pertenece"

Carme Pitarch lleva nueve años en paro y le han denegado la renta alegando que tiene contrato temporal

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Teresa Pérez

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Carme Pitarch, de 58 años, hace tanto que no tiene un trabajo con cara y ojos, que casi ni recuerda en qué consistió el último. Fue en el 2009. El largo tiempo que lleva desocupada permite sospechar que tiene tantas privaciones como horas tiene el día. Sin embargo, pese a que méritos no le faltan, ella es otra aspirante caída de la lista de beneficiarios de la Renta Garantizada de Ciudadanía (RGC). En su caso, la razón por la que se la han denegado es "por tener un contrato temporal de trabajo", según consta en la carta que le ha mandado la Generalitat.

La afectada ha tenido que acreditar todo documentalmente para echar por tierra el motivo de la denegación. "No es cierto lo que han alegado", afirma tajante mostrando una carpeta repleta de justificantes en el que figura su historia laboral en la que se refleja que su último contrato data del 2009. La afectada indica que el Departament de Treball, con una mínima comprobación, podría haber averiguado que no tiene empleo ni a tiempo parcial ni a jornada completa.

En el Servei d’Ocupació de Catalunya (SOC) le han comunicado verbalmente que no saben cuándo revisarán su caso. Le dicen que no se preocupe, que ya le llegará la carta con la comunicación y cuando intenta apretar al trabajador que le atiende para que sea algo más preciso, la respuesta suele ser es siempre la misma: "No lo sé, ya le llegará". Por eso se pregunta indignada: "¿Me van a contestar cuando me jubile?".

A ella le corre prisa. Y cómo no, si así, de espera en espera, lleva desde el pasado octubre: en total siete meses con sus correspondientes semanas y días. "Cada mes que pasa y no cobro es un sufrimiento", exclama. "Saben que tengo derecho a la renta, pero me hacen sudar lo que me pertenece", dice.

Cuatro créditos

Y es que desde las mesas del recinto del SOC no se puede ver qué hay tras la puerta de la vivienda de gente vulnerable como, por ejemplo, Pitarch. Todo lo que entra mensualmente en su casa son los 326 euros que percibe porque tiene a su nieto Daniel, de 9 años, "en acogida desde hace tres años", relata.

Solo el alquiler del piso le cuesta 650 euros cada mes. Una sencilla resta entre ingresos y solo algunos gastos permite verificar que hace años que sus cuentas están en números rojos. Carme, pese a las penalidades, tiene un pilar en el que se apoya: su exmarido Ramón. La solidaridad de su antigua pareja hace que pueda ir tirando a tracas y barrancas. Pero él también tiene una existencia austera. Vive de una pensión que le dejan temblando los cuatro créditos personales que ha pedido para ayudar a su entorno familiar.