INICIATIVAS CONTRA EL DERROCHE

Menús cinco estrellas para gente sin recursos

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Teresa Pérez

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Unos 25 hoteles de la ciudad de Barcelona, de 4 y 5 estrellas, han logrado darle una nueva vida a la comida sobrante y evitar el despilfarro alimentario. Excedentes de los bufets y de desayunos, comidas y cenas de negocios elaborados por cocineros de relumbrón van a parar a oenegés. Una veintena de entidades sociales las reparten en las mesas de familias en riesgo de exclusión, mujeres que ejercen la prostitución o personas politoxicómanas…

"Dignificamos tanto la comida como a las personas. La gente pobre también tiene derecho a comer saludable y platos bien elaborados", asegura Patricia Presencio, portavoz de la fundación Nutrició Sense FronteresDessirée García, responsable de Formación e inserción laboral de Cáritas, apunta que "hay que normalizar la pobreza  y pasar de un enfoque caritativo y asistencialista a otro normalizado".

Solo de comida congelada, Nutrició Sense Fronteres distribuye cada año más de 30.000 kilos. Desde el 2012, fecha en la que inició su andadura, ha repartido un total de 100 toneladas de comida que podrían haber acabado en la basura, no por falta de calidad, que quede claro, sino por falta de concienciación con el derroche de alimentos. Con esta fundación también colaboran medio centenar de empresas como compañías aéreas, centros educativos  o firmas de cátering. 

A los establecimientos hoteleros no les resulta fácil calcular qué comida que deben elaborar para que no haya sobrante para evitar el derroche. "Es un reto. No saben qué cantidad van a consumir los clientes, pero tampoco pueden hacer corto de comida porque son hoteles de lujo, de 4 y 5 estrellas", afirma Mercè Vidal, directora general de Nutrició Sense Fronteres. Los menús que sobran los congelan y los otros, como pastelería, los entregan en el día. Mariona Ortiz, portavoz de la oenegé Banc de Recursos, añade: "A las escuelas también les resulta difícil calcular porque el número de niños que se quedan al comedor es variable".      

Piruleta de queso de cabra

La comida que sobra en los hoteles no es cualquier cosa: platos con nombres pomposos como cucharita de langostinos, chupito de salmorejo, una tentadora piruleta de queso de cabra aderezada con sobrasada y pistachos o ensalada de quinoa y verduritas. Estos cuatro platos y otros cinco más, además de postres consistentes en torrijas, fruta natural y bizcochos variados, formaron el miércoles el menú de los asistentes a una jornada celebrada en Barcelona en la que cinco entidades sociales presentaron, entre otras experiencias, un proyecto para dar una segunda oportunidad a los alimentos y a la vez facilitar la inserción sociolaboral. "Todos estos platos procedían de excedentes de hoteles y si no hubieran consumido en la comida en el bufet de la jornadas se habrían repartido a entidades sociales", asegura Presencio.

Veto al marisco y a la carne cruda

Nutrició Sense Fronteres recoge los alimentos de los hoteles con una furgoneta frigorífica dotada con cámaras congeladoras. Previamente ha llamado a las entidades sociales para ver sus necesidades alimentarias. En dos horas los alimentos llegan a su destino. La fundación pone algunos vetos a la recepción de comida. Por ejemplo, no admite marisco, tampoco pescado y carne cruda,  platos con salsas elaboradas con leche o huevos… Tampoco aceptan comida que haya estado expuesta al público como en bufets. Los alimentos no han debido salir de las cocinas.

Raciones individuales o familiares

Los hoteles donantes se han concienciado tanto con esta iniciativa solidaria que ya directamente congelan los platos en raciones individuales "o para cuatro personas, así puede comer toda una familia", puntualiza Presencio. El director general del Gremi d'Hotels de BarcelonaManel Casals, asegura que están intentando que arraige en los clientes y se popularice el lema "que la comida no se tira no solo porque la ha pagado, sino porque hay que pensar en la sostenibilidad". Casals apunta que al cliente le da vergüenza pedir lo que no se ha comido. Reconoce que no existen datos de los hoteles que optan por esta alternativa solidaria para entregar la comida que se derrocha, pero hay que cambiar el 'chip' para no derrochar. Roger Pallarols, director general del Gremi de Restauració de Barcelona, reconoce que "históricamente la vertiente solidaria ha estado presente en el sector". A su juicio, es tradicional que haya acuerdos bilaterales entre establecimientos y entidades barrios para dar una segunda oportunidad al exceso de comida.

Tiendas o restaurantes con alimentos dilapidados

<span style="font-size: 1.6rem; line-height: 2.6rem;">Cinco entidades sociales de Barcelona: Càritas, Rezero, Formació i Treball,  Banc de Recursos y Nutrició Sense Fronteres han unido fuerzas y esfuerzos para enlazar dos iniciativas: evitar el derroche de alimentos y buscar una salida laboral a las personas en riesgo de exclusión social. Las organizaciones tienen presente que cada año se dilapidan en Catalunya 262.000 toneladas de alimentos, lo que representa casi 35 kilos por habitante y año. Si se calcula en dinero contante y sonante cada persona tira a la basura 112 euros en alimentos no consumidos. Con la cantidad derrochada se podría alimentar a medio millón de catalanes.</span>