OPERACIÓN POLICIAL

Detenido un fugitivo condenado por agresiones sexuales continuas a su hija

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Tras más de cuatro años fugado, el pederasta Francisco Martorell, uno de los fugitivos más buscados de Europa, está por fin entre rejas. Agentes de la Policía Nacional y de los Mossos d'Esquadra han detenido hoy domingo en Palafrugell (Baix Empordà) a este hombre de 62 años que se encontraba huido de la justicia desde 2014, cuando fue condenado por la Audiencia de Barcelona a 15 años de prisión por agresiones sexuales continuadas a su hija. 

El martirio empezó cuando la menor tenía 7 años y finalizó ocho años después cuando confesó su drama a un psiquiatra, como consideró probado el tribunal.

Martorell, un neurólogo que trabajaba para Institut Català de la Salut, entró en año 2000 en el servicio médico de la Direcció General de la Policia de la Generalitat-Mossos d'Esquadra, donde trataba a los agentes que necesitaran tratamiento, informa Guillem Sànchez. En ese ámbito era un profesional respetado que, en su vida particular, se convertía en un monstruo.

Según han informado hoy ambos cuerpos policiales, el arrestadotenía una orden de detención e ingreso en prisión. Pero días antes de que se dictase la sentencia condenatoria, el hombre desapareció sin dejar rastro, por lo que se constituyó un equipo conjunto entre ambos cuerpos que abrió varias líneas de investigación, entre las que estaba la posibilidad de que el fugitivo estuviera residiendo en un país extranjero, en Centroamérica o Sudamérica.

Situado en Catalunya

En el año 2016 se obtuvieron informaciones que le situaban en Catalunya, por lo que se abrió una nueva línea de investigación y su imagen se publicó durante unos meses en el portal EU Most Wanted. De hecho, el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, escribió en su cuenta de twitter el pasado enero: "¿Le has visto o sabes algo de él? Está condenado por abusar sexualmente de su hija. Cualquier información es buena para encontrarle". Adjuntaba la ficha de la Europol, que lo incluía en la lista de los fugitivos más buscados de Europa y donde se apuntaba que podría estar colaborando en alguna oenegé de asistencia médica a países pobres o utilizar una identidad falsa. En su entorno pensaban que estuvo un tiempo fugado en algún país sin riesgo de extradición.

Durante estos años, los agentes de ambos cuerpos policiales han trabajado conjuntamente para poder detener al fugitivo, que finalmente ha sido localizado en Palafrugell. Se encontraba viviendo en el domicilio de un familiar y salía de la casa muy pocas veces, siempre tomando medidas de seguridad, tapándose la cara con gafas, barba, bufanda y gorra, indican los mossos. Está previsto que pase a disposición judicial en las próximas horas en la Bisbal d'Empordà.

Pesadilla sin tregua

Los magistrados que juzgaron el caso lo consideraron como un "infierno". Concluyeron que la hija del detenido -separado de la madre-, vivió un "calvario" durante ocho años. Comenzó cuando la niña tenía solo 7 años, con motivo de un viaje a Valencia en el 2001, cuando se alojaron en un hotel. Según detalló la audiencia, el hombre se metió en la cama de sus dos hijas y se acercó a la más pequeña, a la que agredió tras aplicarle "abundante crema en sus partes íntimas".

Se inició entonces un periodo terrible de ocho años en los que la hija fue violada repetidamente. Durante un viaje familiar a Chile, en escapadas de esquí... En los primeros años la víctima no se resistió porque le hicieron creer que era un juego y por temor a las represalias. Con los años, cuando trató de oponer resistencia, el pederasta usó la violencia. En la sentencia se alude a penetraciones anales, felaciones y demás situaciones que condujeron a la chica a tratar de grabar las agresiones para poderlas denunciar. Pero fue sorprendida por su progenitor y no fue hasta que comenzó a sufrir problemas psicológicos y ser tratada por el servicio de Psiquiatría del Hospital Clínic, cuando pudo confesar su drama en el 2009.

El tribunal sospechó que el condenado utilizó alguna sustancia narcotizante para dormir a la hermana mayor, ya que las agresiones solían producirse en las vacaciones y visitas de fines de semana alternos con sus dos hijas, cuando estas dormían juntas y el padre se metía en su cama. La mayor relató cómo siempre que estaban con el padre "dormía más profundamente" y durante muchas horas.

Ya apartado de su trabajo, la sentencia de enero del 2014 lo condenó también a pagar 50.000 euros y a no acercarse a su hija ni ponerse en contacto con ella durante 25 años.