LA BATALLA CONTRA LA ENFERMEDAD MENTAL

Ni locos, ni gritos, ni risas

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Imma Fernández

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"Es posible vivir y ser feliz teniendo TOC [Trastorno Obsesivo-Compulsivo]. Es una parte de mí de la que ya no me avergüenzo”, revela Damián Alcolea, actor, profesor de teatro y divulgador contra el estigma de la enfermedad mental. Habla sin tapujos de los años en que caminaba a lo Jack Nicholson en ‘Mejor... imposible’, evitando pisar las rayas del pavimento, o se lavaba las manos con lejía hasta sangrar.

Cuenta sus obsesiones -"estaba convencido de que algo horrible le iba a pasar a mi familia"- y sus compulsiones, conductas repetitivas, para visibilizar la patología y ayudar a otros a seguir sus pasos. "Ignorarlo, no hablar de ello, conduce al aislamiento". El teatro, como el cine y los medios, debe servir para acabar con la estigmatización de este y otros trastornos, pero la asignatura pendiente, afirma Alcolea, es "tratarlo con profundidad y sin banalizarlo". No es lo habitual. 

Cómica excentricidad

Hace un año Alcolea cargó contra Pablo Motos por la frivolidad con que se trató su enfermedad en el ‘El hormiguero’ al hilo del estreno de la película ‘Toc-Toc’. "Se confunde con una cómica excentricidad, con los excesos o uno de esos comportamientos catalogados como de ‘estar loco’. No ven el dolor y sufrimiento que hay detrás, es una cosa muy seria. Si se tratara de cáncer, nadie se imagina riéndose de esa manera”. No ha visto la comedia con Paco León pero sí la versión teatral. "Elegí reírme, pasar un buen rato, pero se ha quedado en lo superficial". 

Lamenta el actor que medios y ficción no "rasguen más" en la problemática y promuevan los estereotipos del loco gritando, fuera de sí o provocando las risas. Sucedió con el espectáculo ‘Manicomio’ de El Circo de los Horrores, que fue denunciado por "denigrar" a los enfermos mentales. 

"Heridas muy bestias"

Una obra que sí ha escarbado en el sufrimiento de la enfermedad mental es la elogiada ‘Psicosi de les 4.48’, monólogo en el que la dramaturga Sarah Kane volcó toda su desesperación antes de suicidarse, a los 28 años. Lo interpreta Anna Alarcón, para quien lo que más conmueve es “el dolor del alma y la incapacidad para salir de una oscuridad donde no hay respuestas ni hay salida”.

La actriz piensa que detrás de cada enfermedad mental hay una “herida muy bestia” y destaca la “belleza y la profundidad de una obra en la que Kane se trasciende a sí misma”. En los coloquios tras la función, Alarcón constató la "gran necesidad de la gente de poner luz a las zonas oscuras; de afrontar sin vergüenza tabús y miedos como el suicidio".

Liberar fantasmas

A afrontar esos miedos ha aprendido Alcolea con su trabajo actoral. “Paradójicamente, aunque debes meterte en la piel de otro, te ayuda a conectar contigo mismo, con tus sentimientos”. A todos, prosigue el autor de 'Tocados' (Plataforma Editorial), nos cuesta afrontar el dolor, los miedos. “La escena te enseña a liberar todos tus fantasmas, esas emociones que no debemos temer porque son necesarias: las positivas y las negativas”.

Testimonio de los beneficios del arte dramático para la salud mental, asegura que la magia que se despliega sobre las tablas lleva al intérprete al momento presente y a “aparcar las obsesiones”. Y luego están los terapéuticos aplausos. “La gratificación del público, entre el que están amigos y familiares, te valida muchísimo. Piensas: ¡He hecho algo grande!”. Un subidón.