La Leyenda Negra, la mayor alucinación colectiva de Occidente

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Alfredo Valenzuela

El cúmulo de inexactitudes, falsedades y medias verdades que, con carácter propagandístico, se ha esgrimido contra la histórica hegemonía española se ha denominado Leyenda Negra, a la que el hispanista sueco Sverker Arnoldsson (1908-1959) calificó como "la mayor alucinación colectiva de Occidente".

Arnoldsson acuñó esa definición en su estudio "Los orígenes de la Leyenda Negra", que se publicó en España en 1960, un año después de su muerte, y que ahora, por su determinante valor histórico, ha sido reeditado por la sevillana editorial El Paseo con prólogo de la historiadora María Elvira Roca Barea, autora de "Imperiofobia y Leyenda Negra" (Siruela), un ensayo histórico que ha tenido 18 ediciones en el último año y medio.

A la obra inicial sobre el asunto de Julián Juderías -"La leyenda negra", de 1914-, el estudio de Arnoldsson, que nunca había sido reeditado, añade que la Leyenda negra "existió no sólo en las tierras del protestantismo, sino también dentro del mundo católico e incluso en el interior del Imperio español", según afirma Roca Barea en el prólogo de esta nueva edición.

La historiadora sostiene que el investigador sueco "fue consciente de la extraordinaria magnitud de la deformación histórica" que supuso la Leyenda Negra, como "un fenómeno histórico de una envergadura colosal".

Además de ubicar el origen de la Leyenda en Italia -la primera expansión imperial de España es aragonesa y se produjo hacia el Mediterráneo-, la novedad aportada por Arnoldsson, señala la prologuista, es "la superación del absurdo reduccionismo que da por supuesto que los imperios suponen necesariamente una suerte de depredación destructiva para las regiones que se incorporan al poder hegemónico dominante".

Entre los argumentos favorables señalados por Arnoldsson están los crecimientos demográficos, la mejora de las infraestructuras y la organización administrativa, que le hicieron concluir que, con respecto al Imperio español, "los historiadores estuvieron más atentos a la literatura y los textos propagandísticos antiespañoles que a los documentos y los datos referidos a la economía o la organización de la cosa pública".

"Para Arnoldsson es asombroso que los españoles sean denostados incluso porque la administración de justicia imperial sea más equitativa y más respetuosa con la igualdad ante la ley que otras de su tiempo", señala Barea.

E incluso, añade, "se escandaliza ante las críticas de los humanistas italianos que consideran una barbaridad que la justicia española se empeñe en castigar delitos cometidos por gentes de la nobleza contra súbditos plebeyos".

La historiadora malagueña también destaca que el profesor sueco profundice "en algunos tópicos especialmente recurrentes en los prejuicios hispanofóbicos, como el pomposo hidalgo español, la familia Borgia y el recurso al prejuicio antisemita que delata el adjetivo 'marrano' para referirse al español".

"Asombra que haya pasado medio siglo y no hayan aparecido investigaciones sustanciosas sobre la actividad propagandística desarrollada por los príncipes luteranos que tanto afectó y sigue afectando a la imagen de España", añade Roca Barea en las conclusiones de su prólogo.

Advierte también que los años transcurridos desde la publicación de la obra de Arnoldsson "no han hecho que la historia de España sea mejor comprendida ni dentro ni fuera de ella".

Al final de su libro, el profesor sueco, que permaneció en España en 1954 alojado en una residencia del CSIC, dice que de haber pretendido con su obra enfrentarse "a los vestigios todavía actuantes de la Leyenda Negra" hubiera sido "un combate digno del Caballero de La Mancha".

No obstante, sus palabras, escritas en los últimos años cincuenta, apuntan optimismo al añadir que la Leyenda Negra, como "todas las ideas del mismo tipo, vive en la oscuridad y prospera en la ignorancia; de aquí que cuantos más extranjeros aprendan a conocer la vida y el pueblo españoles tantos menos prosélitos y tantos más adversarios tendrá".