Crimen en Níjar

Ana confiesa que mató a Gabriel Cruz pero alega que el niño le atacó con un hacha

Ana Julia Quezada en la finca de Rodalquilar

Ana Julia Quezada en la finca de Rodalquilar / JOSÉ LUIS ROCA

Luis Rendueles

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Ana Julia Quezada ha confesado que mató al niño Gabriel Cruz pero su relato, al que los investigadores no dan credibilidad, indica que lo hizo prácticamente en defensa propia y por accidente. La mujer aseguró a los investigadores que la tarde del 27 de febrero llevó en su coche al crío de ocho años hasta la finca familiar de Rodalquilar, situada a unos cinco kilómetros de Las Hortichuelas, el pueblo donde estaban pasando esos días festivos en Andalucía.

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La versión de Quezada, pareja del padre de Gabriel desde hace un año y medio, sostiene que, tras llegar a la finca, el niño y ella empezaron a discutir y que el crío entonces agarró un hacha que había en el suelo  y "me atacó con ella". La mujer, entonces y siempre según su testimonio, se defendió, logró arrebatarle el arma y acabó golpeando al niño en la cabeza. Eso sí, la mujer quiso dejar claro que no lo hizo con el filo, con lo que a buen seguro le habría matado de forma fulminante, sino con "la parte roma" del hacha. La mujer relató entre sollozos que le había dado "un mal golpe" al crío en la cabeza.

La autopsia realizada al cuerpo del niño reveló que había sufrido, en efecto, un fuerte golpe en el cráneo. Y también que murió asfixiado, supuestamente porque Ana Julia le tapó la nariz y la boca con sus manos después de que el golpe del hacha le dejara inconsciente.

La mujer explicó que tras matar al niño lo había desnudado y lo dejó en una fosa cercana a un aljibe de la finca. Añadió que se llevó la ropa y la dejó en un contenedor cercano. Este martes por la tarde, acompañó a los guardias civiles al lugar y allí estaban en efecto las ropas de Gabriel. Excepto la camiseta que ella misma simuló encontrar en un camino de Las Negras el 3 de marzo. Posteriormente acudió con los agentes de nuevo a la finca para realizar una reconstrucción de lo que, según ella, ocurrió la tarde que mató a Gabriel.

Tras el crimen, Ana Julia regresó a la casa de su suegra en Las Hortichuelas, en torno a las seis de la tarde. Esperó pacientemente hasta las ocho, cuando la abuela de Gabriel decidió llevarle la merienda a casa de los primos y comprobó que el niño no había llegado nunca allí.

Los investigadores creen que Quezada miente. Piensan que secuestró al niño, que aquella tarde iba a jugar a casa de unos primos. Y que lo llevó con engaños y obligado a la finca de Rodalquilar, donde ya tenía previsto cometer el crimen. De hecho, la mujer llevaba pintando y acondicionando la casa varios días. La hipótesis principal es que Ana Julia decidió matar a Gabriel por un móvil "emocional". El niño no tenía buena relación con ella, incluso llegó a expresar su deseo de que se quedara para siempre en República Dominicana, y podría ser un obstáculo para su buena relación de pareja con el padre, Ángel.

Un plan meticuloso

Fuentes de la investigación sostienen que todo respondió a un plan premeditado y meticuloso, que la asesina aprovechó una jornada festiva en la que el padre de Gabriel estaba trabajando. Y que su plan salió mal por la masiva movilización popular y la presión psicológica a la que la fue sometiendo la Guardia Civil.

Desde hace una semana, los agentes decidieron aumentar su presión sobre ella: le hicieron creer que unas cámaras de seguridad de un hotel habían grabado su coche, le repetían una y mil veces preguntas sobre lo que había hecho el día de la desaparición del niño y acabaron pidiéndole las llaves de la finca de Rodalquilar porque, le dijeron, tenían intención de inspeccionarla.

El domingo, la mujer acudió allí y sacó el cuerpo de Gabriel de la fosa. Una pareja de guardias civiles de paisano la siguió discretamente y fue grabándola en video. Vieron cómo salía con algo envuelto en una manta y lo metía en el maletero de su coche. Luego, tomó camino hasta Vícar, donde vivía con el padre y con Gabriel. Cuando iba a entrar en el párking cercano a la casa, fue detenida.

Desde que el 3 de marzo Ana Julia encontrara, según ella de forma casual, una camiseta de Gabriel en una zona que ya había sido rastreada incluso por perros especialistas, la mujer se colocó bajo la lupa de los agentes. La mujer "sobreactuaba" y animaba al padre a ofrecer una recompensa de entre 10.000 y 30.000 euros por alguna pista sobre el paradero del niño. Desaparecía en algunos periodos de tiempo, para "pintar" la casa de Rodalquilar o ir "al cajero". Dijo que había perdido su teléfono móvil hasta en dos ocasiones y de hecho el día que fue detenida llevaba el del padre de Gabriel.

Hasta los agentes llegaron también las informaciones de antiguos vecinos y amigos de Ana a su paso por Burgos. La hija de un empresario viudo que fue pareja de la mujer la acusó de vaciar las cuentas de su padre, de engañarle para pagarse una operación de aumento de pecho y hasta de querer casarse con él cuando ya estaba enfermo terminal.

Otra mujer avisó de la extraña muerte de la hija mayor de Ana Julia, ocurrida en marzo de 1996 cuando tenía apenas cuatro años. Los informes sobre ese caso recogen que la niña cayó por la ventana de un séptimo piso cuando su padre adoptivo se había ido a dormir y quedó al cuidado de Ana, su madre. El asunto se archivó entonces como una "muerte accidental".