Cortijo El Puerto, ecología y naturaleza junto a innovación tecnológica

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Isabel Martínez Pita

Hoteles para insectos, GPS para estructurar los cultivos y drones para observar el estado de la tierra y mantenerla en las mejores condiciones, son las técnicas innovadoras que mantiene Enrique de la Torre Liébana en El Cortijo El Puerto para trabajar una agricultura lo más ecológica posible y devolver a la naturaleza "los dones que ella misma ofrece".

El ingeniero Enrique de la Torre Liébana, sus padres y hermanos fueron los precursores de este proyecto que comenzó en 2013, en la localidad sevillana de Lora del Río, y que, en la actualidad, cuenta con un equipo que aumenta dependiendo de la época del año, para apoyar el objetivo que les reunió desde el principio: crear un ecosistema.

En sus 212 hectáreas, El Cortijo (info@cortijoelpuerto.com) cultiva sobre todo olivos y almendros, y el aceite que produce de sus cosechas consiguió en 2017 la mejor puntuación en el ránking de los mejores concursos internacionales en los que compiten los aceites de todo el mundo.

"Lo que nosotros hicimos en El Cortijo fue sembrar mucha biodiversidad y a partir de allí intentar equilibrar la naturaleza para que con el tiempo nos devolviera con creces los frutos que cuidamos con el cariño que le ofrecemos", señaló de la Torre.

El objetivo del Puerto es, según su Consejero delegado, Enrique de la Torre, "hacer una agricultura ecológica partiendo de la base de crear un ecosistema. Lo que queríamos era intervenir en la naturaleza ayudándola y, luego, dejar que funcionara sola, evitando utilizar productos químicos".

Para apoyar este trabajo, uno de los pilares fundamentales es "la restauración de la flora, la fauna y el hábitat, es decir, que la fauna, que es beneficiosa, habite igual que nosotros tenemos nuestra casa, sean insectos pequeños o animales de medio tamaño o grande".

"Es el ejemplo de la crisopa, insecto muy beneficioso para combatir las plagas que sufren el olivar y el almendro. Este insecto se come a los bichos perjudiciales que atacan estos cultivos y si durante el invierno no tienen donde albergar se mueren, por lo que las cuidamos para intervenir lo menos posible en la naturaleza y evitar el uso de pesticidas", subrayó de la Torre.

Los hoteles que albergan estos insectos consisten en pequeñas casas de madera con habitaciones construidas con materiales que "recogemos en la sierra norte de Sevilla, con caña y bambú, maderas o materiales que son los que buscan los insectos para pasar el invierno. Además les alimentamos, de tal manera que ellos mismos se refugian en estos habitáculos para mantenerse durante todo el año".

En la finca de El Cortijo hay ovejas, gallinas, ocas o burros, entre los que "la oveja es muy apreciado porque nos ayuda a mantener las cubiertas vegetales en buen estado, ya que desbrozan los restos del terreno y así se efectúa una labor ecológica que permite no echar pesticidas para las malas hierbas o rastrojos".

De la Torre explicó que otro de los aspectos más singulares de El Cortijo es la precisión de sus cultivos, "estructurados a través de un GPS, que lo convierten en una extensión en la que los metros cuadrados están distribuidos como si de una ciudad se tratara".

"El GPS te permite sembrar todas las plantas con una precisión que puede variar dos centímetros, que es como el espesor de un dedo, de tal manera que sabemos perfectamente dónde hacerlo".

El dron informa del color de los árboles, de las zonas que se encharcan por falta de un buen drenaje y hay que evacuarla porque de lo contrario la planta se asfixia, o indica el tipo de tierra y su estructura.