Cambios demográficos

Badalona deja de ser la tercera ciudad de Catalunya

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Cristina Buesa

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Los movimientos en el padrón municipal no se limitan a la parte baja de la clasificaciónGisclareny (Berguedà) ha destronado a Sant Jaume de Fontanyà como pueblo más pequeño de Catalunya pero una de las curiosidades de la entrada del año ha sido también el cambio en el podio de las tres ciudades con más vecinos. Barcelona L’Hospitalet de Llobregat se mantienen en el primer y segundo lugar, intratables. Pero la tercera en liza ya no es la misma de los últimos años: Badalona cae.

Por muy poca diferencia, Terrassa es oficialmente (con datos del 1 de enero de 2017) la tercera ciudad de Catalunya. “Bajamos del podio, efectivamente. No tiene consecuencias efectivas, solo morales, una anécdota”, minimiza el teniente de alcalde de Badalona José Téllez. Las razones no hay que buscarlas en que la ciudad del Barcelonès haya perdido población, algo que no ha ocurrido, sino que Terrassa crece a mucha más velocidad.

44.000 vecinos desde el 2000

"No es un crecimiento esporádico de un año, llevamos mucho tiempo aumentando el número de vecinos y este año se ha producido el sorpasso", interpreta la concejala de Logística i Qualitat de Terrassa, Gracia Garcia. Desde el 2000 y hasta el año pasado hubo un incremento de 44.000 vecinos más, expone, para a continuación evitar la competencia verbal con Badalona. "Solo queremos que quienes elijan nuestra ciudad vivan bien", defiende la edila.

Uno de los motivos de este cambio en la parte alta de la clasificación tiene que ver con la orografía. Mientras Badalona, igual que ocurre con Barcelona, queda atrapada entre el mar y la Serralada Litoral, en Terrassa queda suelo por explotar, espacio en el que impulsar promociones de viviendas. A mayor oferta, más vecinos potenciales.

Buenas comunicaciones viarias y ferroviarias

La recuperación económica también ha revitalizado las inscripciones en el padrón. A la cocapital del Vallès Occidental llegan, explica la concejala Garcia, personas procedentes principalmente del área metropolitana. Las buenas comunicaciones viarias y ferroviarias contribuyen a atraer nuevos ciudadanos, interpreta.

El teniente de alcalde de Badalona habla de "empate técnico". Asegura que la diferencia entre la tercera y la cuarta ciudad de Catalunya es, en este momento, irrisoria. José Téllez augura que probablemente en un par de años su ciudad regresará al podio pero que, a la larga, Terrassa se consolidará como la tercera.

Sin repercusiones presupuestarias

La discusión (casi romántica) en la clasificación demográfica no tiene repercusión económica alguna en las arcas locales, coinciden ambos responsables municipales. Las subvenciones procedentes del Ministerio de Administraciones Públicas solo sufren recortes si se desciende de los 75.000 empadronados y se deja de ser "gran ciudad", lo que le ocurrió a Manresa en 2015.

Fuentes de la Conselleria de Governació, Administracions Públiques i Habitatge explican que la nomenclatura habla siempre de "municipios" y no de "pueblos". Para que un municipio sea considerado "vila" tiene que superar los 5.000 habitantes y se convierte en "ciudad" cuando supera los 20.000. Las ayudas o subvenciones que se realizan desde la Generalitat no tienen que ver únicamente con el censo que publica año tras año el Idescat (a partir de las cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística) sino que también se tiene en cuenta otras variables como la extensión y, en consecuencia, la densidad poblacional

El disgusto que costó tres millones a Manresa

La categoría de <strong>gran ciudad </strong>se logra a partir de los <strong>75.000 habitantes censados</strong>. Esa consideración sí tiene peso y no ser el más pequeño, el tercero o el cuarto en la clasificación. Y sino que se lo pregunten a <strong>Manresa </strong>(Bages), que en 2015 vio como <strong>se le esfumaban más de tres millones de euros </strong>de las aportaciones del Estado. El concejal de Hisenda i Organització, Josep Maria Sala, ahora lo tiene superado, pero recuerda con amargura cómo el <strong>Ministerio de Administraciones Públicas</strong> (con los datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística) les <strong>discutió la existencia de unos 200 residentes</strong> y les dejó de un plumazo sin ayudas por valor de <strong>860.000 euros anuales</strong>. Lo más terrible del caso es que el recuento que da derecho a esas subvenciones<strong> se revisa únicamente cada cuatro años</strong>, el 1 de enero del año que se celebran elecciones. O sea, el disgusto se lo llevaron el 1 de enero de 2015 y el 1 de enero del año que viene se volverá a calcular. Para ese momento, cuenta Sala, tienen asegurados los 76.000. “Sin embargo, hasta que no llegue el certificado conforme recuperamos la consideración de gran ciudad, no nos podemos fíar”, recela.<p/>