Grapo Silva culpa a otro grapo de cobro del rescate por Cordón tras su muerte

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El grapo Fernando Silva Sande responsabiliza a su compañero de organización Manuel Pérez Martínez, alias camarada Arenas o Pedro, de la orden de cobrar un rescate por la liberación del empresario aragonés Publio Cordón, después de morir éste al intentar fugarse de sus secuestradores.

Silva Sande recoge este testimonio en una misiva a la que tenido acceso Efe y que fue remitida al presidente del tribunal de la Audiencia Nacional, que ha condenado a 30 años de prisión a los grapo José Antonio Teijelo y María Victoria Gómez por su responsabilidad en la custodia del empresario en una casa próxima a Lyon (Francia).

Fernando Silva Sande justifica su decisión de remitir el escrito desde la prisión de Soto del Real en los "lapsus de memoria" sufridos durante su comparecencia en la vista contra Teijelo y Gómez en relación con unos episodios ocurridos hace "tantos años", en concreto en 1995, y "tan dramáticos".

Asegura que, tras prestar declaración, en los propios calabozos de la Audiencia Nacional, recordó "qué palabras concretas" le fueron transmitidas tras la muerte del empresario en relación con el plan a seguir y "quién" se las transmitió.

"Fue Teijelo -señala- quien al fallecer Publio salió a contactar con Arenas y vino a decirnos que debíamos llevar el cadáver lo más lejos posible de Lyon, a ser posible a los Pirineos. Que debíamos de enterrarlo bien para que nadie lo encontrara para poder seguir adelante con el plan trazado, el cobro".

Subraya que estas fueron las palabras "textuales" que le fueron transmitidas tanto a Victoria Gómez como a él mismo.

"Sería más tarde -continúa el relato-, ya en París y después de enterrado el cadáver, cuando Pedro (Arenas) y Enrique Cuadra (Benito) me comentan también que debemos de seguir el plan trazado y cobrar el rescate".

Recuerda, además, que Cuadra añadió por su parte que "dudaba mucho de que la familia accediera a pagar sin ninguna prueba de que Publio estaba vivo", duda que se despejó, sin embargo, con el posterior pago en París de 400 millones de las antiguas pesetas por el rescate del empresario.

Silva Sande añade que intentó escribir la carta en los mismos calabozos de la Audiencia Nacional para tener a los policías que le vigilaban como "testigos de que nadie ni nada me refrescó la memoria", aunque no le fueron facilitados ni papel ni bolígrafo.