Una ballena anda suelta por el Garraf

El capitán Degollada graba a vista de dron un rorcual defecando una boñiga de interesantes consecuencias científicas

Carles Cols

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El título no pretende ser poético. No es que ande suelta una ballena por las costas del Garraf como si fuera el Lute, sino que anda intestinalmente suelta, y eso, muy en serio, es una noticia científica que no hay que menospreciar. Hay un video que da fe sobre ese instante. Son imágenes captadas con un dron. Entre el nado de dos hermosos ejemplares de rorcuales comunes aparece de repente una larga mancha, tal vez de unos 20 metros de longitud, que rompe el color azul marino de las aguas. Es marrón, comme il faut, y son las heces de una ballena que nada unos metros más adelante. Parece que se ha quedado a gusto. Sí, para las ballenas, las aguas del Garraf son como estar en casa, no solo un lugar de paso camino del norte de Italia, sino un hogar, lavabo incluido.

Los drones le han dado un giro de 180º a la investigación ballenera. Así se ha constadado que el Garraf es un nido migratorio, además de un colosal excusado

El video es una gentileza de Eduard Degollada, patrón del Edmaktub, una catamarán que desde hace unos años rompe las olas de la costa mediterránea en busca de cetáceos. Proyecto Rorcual, le llaman a su expedición. Degollada (y esta no es la primera vez que se hace esta comparación) es una suerte de redivivo Jacques Cousteau, no solo por su pasión por la vida del mar, sino por algo más concreto. Cousteau era un muy competente submarinista que llevó las cámaras de filmación bajo el mar como nadie lo había hecho antes. Degollada, además de capitán de barco, es un piloto que maneja con destreza la grabación de imágenes con dron, un ingenio reciente en el mercado, perfecto como ningún otro para retratar la vida cotidiana de las ballenas, pues desde las embarcaciones se les ve solo el lomo y filmarlas bajo el agua puede ser a veces una temeridad.

Comer, beber, amar

Ha sido así, a vista de dron, cómo se ha podido confirmar con pruebas visuales que la costa catalana no solo es un lugar de tránsito de las ballenas del Atlántico con destino al mar de Liguria, al norte de Córcega, sino que, si de aves migratorias se tratata, podría decirse que es un nido. El pasado abril, Degollada ya emocionó a la parroquia animalista con el video aéreo de una ballena amamantando a su cría a nueve millas náuticas de las costas del Garraf. Ahora, ofrece a los espectadores de tierra firme una película realmente inusual, una ballena defecando, una boñiga de 20 metros o los que sean, pues no es cuestión de bañarse ahí para medirla.

Explica el capitán del Edmaktub que ese simple acto de ir al baño por parte de la ballena es todo un bioindicador. Cuando los rorcuales migran, van en fila y en línea recta, con una respiración perfectamente acompasada, como la familia Ulises cuando se iba de vacaciones, sin parar hasta llegar al destino, ni para un tentempié. Frente al Garraf, el dron ha captado a los rorcuales emergiendo con los mofletes llenos de krill y, ahora, expulsando los restos de esa sabrosa dieta. Parece que el lugar es estupendo para ello. Los montes del Garraf, cuando se adentran bajo el agua, crean unos cañones que terminan por ser autopistas de nutrientes y agua fría. Biodiversidad. Gamba roja, para quien prefier leer esto y de paso salivar.

La caza masiva de las ballenas no solo las puso al borde las extinción, sino que desertizó además fondos marinos por falta de sus heces y cadáveres

Pero el núcleo central de esta historia, no hay que olvidarlo, era una deposición colosal. Lo normal será pensar que y qué, que bastante tiene el lector con no pisar las de la calle como para preocuparse por las de un rorcual común. Pues resulta que las cacas de ballena han sido objeto incluso de una de las prestigiosas charlas TED, a cargo de la bióloga marina Asha de Vos. Más de un millón de personas han visitado por internet esa conferencia, en la que esta especialista explica que las heces de las ballenas son el abono de los fondos marinos y que, en consecuencia, la caza masiva de estos gigantes durante décadas tuvo un hasta ahora desconocido efecto de desertización submarina de irreparables consecuencias. O sea, que hay que congratularse de que los rorcuales hayan elegido el espacio que separa el Garraf de las islas Baleares como su sanitario Roca de confianza.

La repanocha ya sería, de paso, que eligieran esta agua también como un buen lugar para morir, y no es broma, porque así se produciría de vez en cuando lo que los biólogos marinos como Asha de Vos conocen como “la caída de las ballenas", una especie de lotería o euromillón de los mares. Cuando fallece un ejemplar, su colosal cuerpo sin vida termina por depositarse en el fondo marino y, con los nutrientes que aporta, genera una explosión de vida.

TEMAS