La vieja huerta, la nueva huerta

Los agricultores se quejan de la pérdida de valor pero hay quien propone darle nuevos usos

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Nacho Herrero

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Durante décadas, a base de mucho trabajo, la huerta dio de comer a familias enteras. Y pagó estudios, compró pisos y coches. Ese tiempo quedó atrás. Por eso muchos de los que lo vivieron ven todo con un barniz de pesimismo.

Es lo que le pasa a Enrique Marí, labrador jubilado y ex presidente del Consell Agrari d'Alboraia durante 15 años. "Hubo un momento en el que éramos 800 y cuando me fui quedaban 170", pone como ejemplo. "Esto se ha acabado, te lo digo yo. Se ha perdido porque ya no vale un duro. O no pagan o se paga muy poco", afirma mientras almuerza.

Cuenta que antes costaba "10 pesetas producir un kilo de patatas que se vendía a 12", pero ahora producir ese mismo kilo cuesta un euro y se reciben como mucho 20 céntimos. "Ha sido por todo un poco. Traen productos de fuera, de sitios donde el jornal no vale apenas nada, y con poca exigencia. Para sacar piden de todo pero para entrar nada. ¡Si traen las naranjas hasta con hojas!. Por mí que viniera la autovía y lo que me den bien está. Yo ahora mismo si a mis hijos les doy un campo casi que se ofenden. No lo quieren", señala.

Nuevas perspectivas

Pero, necesitada de nuevas perspectivas, la huerta se reinventa. Miquel Minguet es uno de los impulsores de Horta Viva, una empresa que organiza visitas, charlas formativas y degustaciones. "Es un territorio que nos entusiasma y que pensamos que podía tener interés turístico. Queríamos que la gente lo conociera, los de dentro y los de fuera, porque es la única forma de valorarlo", cuenta. "Es impresionante que gente que vive al lado no la conozca. Intentamos huir del folclore, de presentarlo como algo del pasado. Es presente y del futuro", exclama Minguet.

La futura ley regulará los nuevos usos y el propio Minguet pide prudencia y mantener el foco en el agricultor. "La parte básica es el labrador, debe tener una cosecha rentable y unas condiciones de vida dignas, porque como lo dejen se acaba todo. Todos los esfuerzos se han de dedicar a eso. Luego, abriendo solo un poco la mano, se pueden introducir otras cosas pero se tiene que hacer con mucho cuidado, porque corres el riesgo de que se convierta en un parque temático", advierte, y pide que se priorice que sean los propios agricultores los que puedan montar esos pequeños restaurantes o incluso algún alojamiento rural. "Algo que les pueda complementar lo otro", subraya.