LA SITUACIÓN DE LA UNIVERSIDAD

La universidad catalana se marchita

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María Jesús Ibáñez / Barcelona

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Las medidas de austeridad impuestas por el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, para tratar de contener los efectos de la crisis entre los años 2012 y 2016, han dejado una universidad tocada en su órgano más delicado: el profesorado. Durante esos años, de cada 10 docentes permanentes que se jubilaban (la mayoría de ellos catedráticos, aunque también muchos agregados) solo uno era sustituido. Eso ha menguado drásticamente las plantillas universitarias y, de paso, las ha envejecido. 

Desde el año pasado, la tasa de cobertura de plazas o reposición vuelve a ser del 100% en toda España. No obstante en Catalunya el plan de la Generalitat, conocido como Serra-Húnter para la contratación de profesores universitarios, la ha fijado en el 50%. 

La no reposición de vacantes experimentada durante ese lustro, supuso además que profesores e investigadores jóvenes, que antes de la crisis habrían podido ocuparlas porque estaban sobradamente acreditados, acabasen dejando la universidad para encontrar trabajo fuera de ella. El talento lleva ya unos años marchándose de la universidad por falta de oportunidades.

El rector de la Universitat de Barcelona (UB), Joan Elias, se hizo eco de la situación en la inauguración oficial del curso académico en la UB, celebrada el pasado lunes, al alertar no solo del envejecimiento, sino también del "proceso alarmante de desmotivación" que experimentan los docentes que siguen en la universidad, ante las escasas perspectivas de promoción que hay para los jóvenes.

Antes, en mayo pasado, los rectores de las tres mayores universidades catalanas, el propio Elias por la UB, Margarita Arboix por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y Enric Fossas, por la Politècnica de Catalunya (UPC), ya lanzaron un llamamiento pidiendo a la Generalitat una inversión adicional de 300 millones de euros para evitar su fosilización. Explicaron que las infraestructuras y equipamientos universitarios llevan años sin recibir apenas mantenimiento y que, sin una mejor financiación, iba a ser difícil mantener los niveles actuales de producción científica.

"Hemos tocado hueso"

Pero lo que más preocupaba (y sigue preocupando) a los rectores es, pese a todo, el envejecimiento de las plantillas de profesores. También las de personal de administración y servicios. "El 66% de los docentes e investigadores de nuestras universidades tienen ya entre 45 y 65 años y un 36%, es decir más de un tercio, son mayores de 55", afirmó la rectora Arboix. "Hemos tocado hueso", agregó Elias, que recordó que en la UB la media de edad del profesorado titular es de 58 años. "Con unas estadísticas como estas estamos hundiendo las universidades, hipotecando su futuro, ya que en los próximos años va a haber una avalancha de jubilaciones", concluyó la rectora de la UAB.

"Para no quedar obsoletos, hay que cambiar la oferta de títulos», avisa la rectora de la UAB

La situación, si no se revierte, amenaza con restar calidad a la universidad catalana. Y no solo en investigación, que es el ámbito que más repercusión pública tiene. También en la docencia, que se resiste, en muchos casos, a aceptar la introducción de metodologías innovadoras. "Si no queremos quedarnos obsoletos, tenemos que cambiar, y cuanto antes, la oferta de titulaciones universitarias para ajustarla a profesiones que todavía no existen", alertaba la rectora Arboix, que avisaba de lo crítico que es el momento actual. Esa renovación de grados y másteres requerirá, con toda probabilidad, de una renovación del profesorado.