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Los cardiólogos reclaman un uso más masivo de la polipíldora

Los especialistas creen que el medicamento, regulado en 50 países, permite optimizar los tratamientos de enfermedades cardiovasculares

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El Periódico / Barcelona

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El director del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), Valentí Fuster, ha reivindicado este domingo el uso de la polipíldora que él contribuyó a desarrollar en el 2007 para optimizar los tratamientos de enfermedades cardiovasculares, sobre todo en personas que han sufrido un infarto o un ictus.

La polipíldora, que ya está autorizada por agencias reguladoras del medicamento en 50 países, entre ellos España, es un medicamento que en una única cápsula combina tres fármacos (atorvastatina, ácido acetilsalicílico y ramipril-5), todos ellos indicados para pacientes que han sufrido un evento cardiovascular previo, como un infarto o un ictus.

Fuster ha participado, junto con el coordinador de Estudios Clínicos del CNIC y director del programa de Salud Cardiovascular del Hospital Montepríncipe de Madrid, José María Castellano, y el presidente de la World Heart Federation, Salim Yusuf, en un debate en el Congreso Europeo de Cardiología que se celebra en Barcelona.

Bajo el título de 'Putting Polypills into Practice', Fuster, que impulsó el desarrollo de esta pastilla hace ya una década, ha explicado que la polipíldora está indicada en pacientes que ya han sufrido un evento cardiovascular y se está estudiando su eficacia en un ensayo clínico en pacientes con riesgo alto de sufrir un primer evento.

"La polipíldora representa -según Fuster- un ejemplo de innovación en terapias de nueva generación, fruto de la colaboración público-privada" entre el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares y la compañía farmacéutica Ferrer.

Estrategia de salud pública

El también jefe de Cardiología del Hospital Mount Sinai de Nueva York ha afirmado que "el uso masivo de la polipíldora debería ser una estrategia de salud pública porque ayudaría a optimizar el tratamiento y prevención de la enfermedad cardiovascular en el mundo".

Por eso ha lamentado que, a pesar de los beneficios clínicos demostrados y otros económicos en términos de coste-eficiencia, la polipíldora "siga siendo una asignatura pendiente" por parte de las autoridades de la política sanitaria y de profesionales de la salud, atención primaria, internistas, neurólogos y cardiólogos.

El doctor José Maria Castellano ha opinado que "el uso de la polipíldora solo se extenderá cuando se apliquen medidas de prevención cardiovascular como estrategia de salud pública y visión a largo plazo".

Como ocurrió en otros casos que suscitaron polémica, Castellano ha apuntado que "los datos epidemiológicos avalan la utilidad de la polipíldora cardiovascular, como ha ocurrido en otras pandemias, como el VIH, malaria, tuberculosis, en las que un alto porcentaje de pacientes no tenían acceso al tratamiento que puede llegar a cronificar la enfermedad".

Aunque parezca una paradoja por su alta prevalencia e incidencia, "el 80% de muertes por enfermedades cardiovasculares se produce en países de baja y media renta y solo un 10 % de la población tiene acceso a tratamiento preventivo. En este caso, la polipíldora es la estrategia más escalable para garantizar el acceso a fármacos", ha concluido Castellano.