Lu: "Me tiraron a la basura y le prendieron fuego"

Este pitbull fue utilizado como 'sparring' de perros de pelea. A partir de septiembre llevará su testimonio a las escuelas para combatir el 'bullying'.

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POR
Núria
Navarro

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¿Un can en la contraportada de 'Gente corriente'? Ahí va la justificación: Conectadogs, proyecto social y animalista con base en Cervelló, pondrá en marcha en septiembre Pitbullying, un programa para combatir el 'bullying' en las escuelas con la ayuda del testimonio de Lu, el tuerto protagonista de esta entrevista. (La psicóloga forense Laura Oliva, experta en terapias asistidas con perros, hace las veces de 'intérprete').

¿Se presenta, Lu? Nací hace unos 5 años y, tras ser rescatado en Tenerife, vivo en Horta-Guinardó. Soy parte de la familia de Albert Palau, colaborador de Conectadogs.

¿Qué ocurrió en Tenerife? A los cuatro meses me convirtieron en 'sparring' de perros de pelea. Fui atacado y mordido, y en una de las refriegas perdí un ojo. Mis dueños me partieron la mandíbula varias veces para que, si se me ocurría defenderme, no lesionara a los perros con los que ganaban dinero. Aún hoy no cierro bien la boca.

Algo se nota, pero poco. Cuando se cansaron de mí –yo tendría unos 10 meses– me tiraron a un contenedor de basura y le prendieron fuego. Afortunadamente, alguien pasaba por allí y me sacó. Recibí las curas básicas. Me han dicho que soy bastante excepcional porque no tengo grandes problemas de comportamiento hacia otros perros o personas. Tengo un temperamento dócil desde el principio.

El pitbull es un PPP, Perro Potencialmente Peligroso. Una fama inmerecida. El 85% de los ataques de perros no son de razas PPP, pero nunca verá en las noticias que un yorkshire haya mordido a una señora. Los perros, como las personas, somos o no somos agresivos en función de la educación que recibamos.

¿Cómo puede ayudar su drama a combatir el 'bullying' en las escuelas? En Conectadogs dicen que la presencia de un perro en programas de intervención contra la violencia es beneficiosa. No es lo mismo sentar a un grupo de chavales y decirles: "Hoy vamos a hablar del acoso escolar", que empezar contando mi historia de maltrato y, a partir de ahí, hacer que surja el tema del 'bullying'.

¿Eso se ha hecho antes? No. Es el primer programa contra el acoso escolar asistido por un animal, pero Laura [Oliva] trabajó en Can Brians y constató que interactuar con nosotros aumenta la motivación. Las experiencias en el 'ahora' son más eficaces porque el usuario vive lo que le pasa, y lo hace junto a un ser que le da cariño y no le juzga. Es un contexto más reconfortante que la terapia al uso.

¿Algún caso de éxito digno de contar? Un chico que estaba en Brians por problemas relacionados con el tráfico de drogas derivado en violencia, no veía ningún sentido a la vida. La relación que tuvo con una perra que tenía fobia a la gente le descubrió que era capaz de cuidar a otro ser vivo. Fue una experiencia transformadora.

¿Le ha dicho la psicóloga si hay más acoso escolar que nunca? Ella dice que el papel socializador de la familia se ha difuminado, la figura del profesor ha perdido autoridad, se fomentan dinámicas de relación que no implican un respeto real al otro, los chavales están expuestos a estímulos de legitimación de la violencia y las redes permiten acosar a las víctimas en todos sus espacios vitales.

¿Qué le diría a los chavales, Lu? A la víctima: "Se puede salir y vas a poder ser feliz algún día". Y al agresor: "Plantéate por qué haces lo que haces". Pero yo no me enfocaría en ellos.

¿En quién, entonces? ¡En los testigos! A ellos les diría: "Está en vuestra mano parar esto". El acoso, como la violencia de género, se mantienen en el tiempo porque el entorno no hace nada. El silencio legitima al agresor.