EDUCACIÓN EN LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS

¿Qué tienen que saber los padres sobre las redes sociales?

Guía sobre plataformas, lenguajes, usos y costumbres adolescentes

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CARMEN JANÉ / MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / BARCELONA

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Internet y las pantallas son hoy parte de la vida de cualquier persona y más de un adolescente, y como tales pueden ser parte de las conversaciones familiares y una oportunidad para aprender de los hijos.  

El conocimiento sobre internet y las redes supone un crédito paterno que peligra constantemente. Si a los 9-10 años, el 59% de los críos afirman que sus padres “saben mucho” sobre lo que sus hijos hacen en las redes, a los 15-16, esta afirmación solo la mantienen el 20%. Y lo mismo sobre el móvil: el 49% de los niños de 9-10 afirman que saben  mucho de lo que hacen, y a los 15-16 se ha quedado en el 19%, según el estudio Net Children Go Online, de la Universidad del País Vasco para Red.es.

Los nuevos ídolos son no solo músicos y futbolistas sino youtubers (protagonistas de Youtube), musers (usuarios de Musical.ly) e influencers en Instagram. Y el canal de relación con todos ellos son las redes sociales, y no una sino varias. 

El nuevo espacio también tiene su propio lenguaje. Emoticonos y etiquetas (los universales hashtags) crean un código propio que puede identificar a los que pertenecen a un grupo, desde los 'believers' (fans de Justin Bieber) a las «criaturitas del señor» (fans de El Rubius), indicar conductas de riesgo como #ana y #mia (anorexia y bulimia),, #inspiration (modelos a seguir), que te apuntas a un reto (los #challenges varios) o etiqueta un tipo de contenido (#nude, #selfie...). La jerga adolescente copia términos del inglés como #follower (seguidor), #troll y trolear (ser o hacer el gamberro impertinente), #bff o #maps (mejores amigos), #omg («Oh My God», para expresar sorpresa o disgusto), #lol (para expresar sorpresa), #cute (mono), #wtf (qué me estás contando)... 

Las fotos y los vídeos se cuelgan para buscar el aplauso social. En lenguaje de las redes, «para generar Likes» (Me gusta) e incluyen una buena dosis de «postureo» (adoptar una pose, aparentar). Hoy casi ningún adolescente posa para una foto sin poner los dedos índice y corazón en forma de V, aunque esto puede cambiar mañana. Es su forma de saludar a quienes les están viendo, algo que antes nadie hacía en las fotos familiares.  

El mundo adolescente gira en torno a las redes. Las lecturas y los temas de interés se comentan en Youtube, las fotos y los mensajes se ponen en Instagram (llámelo «Insta», donde las Stories o vídeos cortos, arrasan), Snapchat (diga «Snap») sirve para hablar y enviarse mensajes que se borran en 24 horas, y Whatsapp (diga «Guas») para relacionarse con padres y grupos. Y el móvil es la nueva consola, con Clash of Clans y Clash Royale, juegos multijugador masivos, como nuevo chat.

Los retos son propuestas que se lanzan para que los seguidores de una red social las cumplan. Comenzaron por buenas causas (el cubo de agua fría para luchar contra la esclerosis múltiple) y han seguido por puro juego (hacerse el muerto), como promoción comercial (comer bolsas de un aperitivo concreto) o para demostrar habilidad (tirar una botella de plástico al aire y que caiga boca arriba, por ejemplo). Algunos llegan a ser peligrosos como el abcrack, el de los muslos  separados o los selfies en alturas extremas.