Àlex Gombau: "El hip-hop nació del caos que imperaba en el Bronx"

El barcelonés reconstruye en 'Carrers salvatges', su primera novela, el Bronx de los años 70 y el nacimiento allí del hip-hop

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RAMÓN VENDRELL / BARCELONA

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-¿Cómo era el Bronx Sur? Un gran gueto degradado hasta extremos impensables. Distintas oleadas de afroamericanos y puertorriqueños pobres habían sustituido casi por completo a la población blanca. Es un proceso lógico si nadie le pone freno. Si no quieres vivir con los recién llegados pobres, tu lugar lo ocupará alguien más pobre que tú. Los alquileres bajaron y las propiedades perdieron valor. Cerraron negocios, cerraron sucursales bancarias y hasta cerraron estaciones de metro porque cada vez había menos vecinos.

-La zona estaba literalmente en llamas. Cuando al propietario ya no le salía a cuenta mantener un edificio, le prendía fuego para sacarle un último rendimiento económico a través del seguro. ¿Y a quién recurría para incendiarlo? A las bandas. Hay grabaciones en las que se ven manzanas enteras de inmuebles calcinados. En los años 80 se habían marchado de allí 200.000 familias de puertorriqueños. ¡Solo de puertorriqueños!

-¿Qué magnitud adquirió el fenómeno de las bandas callejeras? La policía tenía a 8.000 miembros identificados. Las más grandes, Black Spades, Savage Skulls y Ghetto Brothers, estos con ideas de organización social, se extendían mediante divisiones por todo el Bronx Sur y más allá. Después, a través de la cárcel, se extendieron a otras ciudades. La prueba de ingreso en los Savage Skulls era la ruleta rusa. Para chicos de 14 o 15 años.

-Primero fue el grafiti. Permitía ser visibles a personas invisibles para la sociedad. Y si pintaban los vagones del metro y además hacían pintadas bonitas, más gente se fijaba en su trabajo. Llegó un momento en que no había metro suficiente. Cuando se cerraban las puertas, los pasajeros no veían nada del exterior. Las autoridades decidieron que había que ganar esa batalla y lo lograron con penas de prisión y fortificando las cocheras.

-Y después llegó el hip-hop. Fue fruto del caos que imperaba en el Bronx. Los jóvenes empezaron a montar fiestas en parques y edificios abandonados. No sabían tocar ningún instrumento porque aprender a tocar la trompeta cuesta dinero, pero algunos sabían mucho de funk y pinchaban canciones y sobre todo trozos de canciones bestiales.

-¿Qué pintaban las bandas en estas fiestas? No podían montarse sin su dinero y su protección.

-Al principio solo estaba el dj. Entendidos como Kool Herc. Después Grandmaster Flash aprendió a alargar hasta el infinito un fragmento de ritmo. Después vino el 'scratch'. Se dice que lo descubrió un chaval [dj Grandwizard Theodore] cuando detuvo un disco para escuchar a su madre y vio que creaba un efecto de percusión. Se introdujeron MC [master of ceremony] que animaban al público y que rápidamente se transformaron en lo que hoy en día conocemos como raperos.    

-Que con el gangsta rap, en los 90, se convirtieron casi en enemigos públicos. Esto lo contaré en una segunda novela. En barrios destrozados por las drogas y la delincuencia, sin acceso real a la educación ni a la sanidad, es difícil transmitir un mensaje de transformación social. El que allí mola es el camello que tiene coche y viste con poderío. Además, es el que financia la música. El problema es que aquí se copió ese modelo de 'soy el más malo y mira qué bien me va' sin analizar de dónde salía.