Los malos tragos de final de mes

Un grupo de personas en una sesión del programa de reinserción de Proyecto Hombre, el viernes en Barcelona.

Un grupo de personas en una sesión del programa de reinserción de Proyecto Hombre, el viernes en Barcelona. / FERRAN SENDRA

TERESA PÉREZ / BARCELONA

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Los finales de mes causan desazón en las entidades sociales que trabajan en la rehabilitación de alcohólicos. Es el momento más arriesgado para recaer en la bebida porque coincide con el cobro de la pensión o la nómina. Son los malos tragos de fin de mes, malos para los afectados por la frustración y el sentimiento de culpabilidad que les genera volver a tropezar con el alcohol y malos tragos también para las oenegés que los tratan, porque interiormente aflora el desánimo y el lamento de "lo hemos vuelto a perder". La inquietud, a veces, es de tal calibre que los voluntarios deben recibir charlas y asesoramiento de psiquiatras para subirles la moral cuando los usuarios recaen. 

Las oenegés conocen de primera mano estos días negros en el consumo y diseñan estrategias e intensifican los controles para sortearlos. Así, Proyecto Hombre tiene un programa para abordar este conflicto que consiste, en algunos casos, en dosificar el dinero de bolsillo y, en otros, en supervisar los gastos y repasar los tickets de la compra. Además, cuando cobran lo tienen que comunicar.

La fundación Arrels, por su parte, opta por administrar la paga a los usuarios que lo solicitan para que no se les esfume en alcohol. “Son conscientes del peligro que corren si se quedan la mensualidad”, explican en la entidad. El 20% de las desintoxicaciones acaban en fracaso, según las organizaciones. Las recaídas provocan frustración, rabia, impotencia… en los afectados. Y una enorme tristeza. "Regresan a la terapia con humildad, sin hacer ruido y lo primero que dicen es 'te he fallado, he vuelto a beber", afirma Laia Vila, trabajadora social de Arrels

Antoni Gual, jefe de la Unidad de Alcohología del Hospital Clínic de Barcelona, argumenta que estas recaídas “se detectan sobre todo en personas con adicciones avanzadas y situaciones sociales precarias porque lo único que les frena es la falta de dinero y cuando llega, recaen”. Oriol Esculies, director del Proyecto Hombre en Catalunya, explica que “el disponer de dinero desencadena lo que se conoce como 'craving', el deseo incontrolable de consumir”. 

Un equipo de médicos que trabaja en atención domiciliaria argumenta por qué se vuelve a tropezar con el alcohol: “El único momento de felicidad que tienen las personas de vidas distorsionadas son los 10 minutos de consumo y después se produce la caída en el abismo”. Y vuelta a empezar. “Es una manera ilusoria de adquirir felicidad pero, es la única que tienen”, añade.

REPUNTES

A final de mes hay un repunte de las consultas por alcohol, indica Patrícia Colomera, jefa de servicio del Centro Integral de Drogodependencias Lluís Companys de Cruz Roja. Colomera señala que es difícil de cuantificar, pero hay una evidencia: “La diferencia de casos que hay a mediados y a final de mes”. Vila y Esculies explican cómo les vigilan la pensión o la nómina. La primera relata que, a menudo, los usuarios les piden que les administren el dinero. “Es como si quisieran decirte, 'si me lo administras me proteges'. Es una medida de contención”, afirma.

{"zeta-legacy-despiece-vertical":{"title":"Desintoxicaci\u00f3n\u00a0","text":"Algunas organizaciones\u00a0sociales abordan los casos de desintoxicaci\u00f3n del alcohol con \"visi\u00f3n de g\u00e9nero\". Es decir, tienen en cuenta las diferencias que hay entre hombres y mujeres a la hora de echar un trago. El consumo femenino es un fen\u00f3meno oculto, tapado, explican en Cruz Roja. Las mujeres beben a solas, en casa, a escondidas. El de los hombres tiene un componente m\u00e1s social. Tambi\u00e9n es diferente la connotaci\u00f3n que el alcoholismo femenino proyecta en la gente. \u201cEs una visi\u00f3n muy negativa y si, adem\u00e1s de mujer, la que bebe es una mam\u00e1 la imagen todav\u00eda empeora m\u00e1s\u201d, se\u00f1alan en la oeneg\u00e9. Seg\u00fan las \u00faltimas cifras de la Ag\u00e8ncia de Salut P\u00fablica de Catalana de la Generalitat, relativas al 2015, de las 6.500 personas que iniciaron tratamiento por alcoholismo, el 73,9% eran hombres y el 26%, mujeres. \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0"}}

El dinero se fracciona al milímetro y el propietario recibe cada día entre 2 y 3 euros para los gastos cotidianos. Vila explica con emoción el sentimiento que le produce que alguien, al que se le administra la paga, diga que rompe el acuerdo y que le devuelva el control de su dinero. “Cuando esto sucede ya sabes que va a pasar, que lo va a emplear en alcohol y te plantea un terrible dilema”, añade. 

PLANTA BAJA

En Proyecto Hombre conocen la destructora pareja que forman el alcohol y el dinero. Por eso, los meses previos a la reinserción ya se trabaja el tema, señala Esculies. Ignasi Bosch, terapeuta de la oenegé, desmenuza las fases que siguen. Los euros se dan con cuentagotas. Primero, 2, después 5, más tarde a 20... Y cuando se reincorporan al puesto de trabajo la cosa cambia. "Tienen que elaborar un presupuesto con los gastos mensuales (piso, comida, ocio) y presentar facturas. A final de mes se analiza en qué lo han gastado", explica Bosch. Esculies añade: "Así se controla que no haya alcohol".

Francina Alsina, presidenta de la Federació Catalana de Voluntariat Social, insiste en la importancia de que los voluntarios se dejen asesorar por los equipos médicos. "Nos dan herramientas para seguir adelante y no desanimarnos”, indica. De estos consejos, ella se ha quedado con el mensaje positivo: “Nos dicen que cuando hay recaídas nunca se vuelve al punto de partida. Si has subido tres escalones te quedas ahí. No desciendes a la planta baja. Y es que hay vidas en las que ha habido tanto alcohol que es imposible limpiarse en una sola vez. De eso tenemos que ser conscientes”.