ALERTA ALIMENTARIA

Cerco al aceite de palma

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MANUEL VILASERÓ / MADRID // CARMEN JANÉ / BARCELONA

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El Congreso de los Diputados se ha sumado a la ofensiva contra el aceite de palma con la aprobación de una proposición no de ley (PNL) que pide mayor visibilidad en las etiquetas de productos que lo contengan e insta al Gobierno a restringir la publicidad y el acceso a los mismos por parte de la población infantil. Una iniciativa que llega después de que el Parlamento Europeo pida restringir las importaciones de esta grasa vegetal por su impacto en la deforestación y varias cadenas de grandes supermercados reclamen a sus suministradores que prescindan de ella.

La proposición, presentada por el diputado de ERC Joan Olòriz, ha sido aprobada en la Comisión de Sanidad con el apoyo de todos los grupos, a excepción del PP, que se ha mostrado muy beligerante en contra de la iniciativa. “Se está creando una alarma social injustificada, como ya pasó con aceite de oliva, hasta que luego se demostró no solo que no era perjudicial sino beneficioso para la salud”, ha afirmado con rotundidad la diputada conservadora María Torres, que ha instado al resto de grupos a esperar los resultados de los estudios puestos en marcha por la Comisión Europea “antes de boicotear a los productores”.

Tras oír a Torres, no sería ninguna sorpresa que Gobierno desoyera las peticiones del Congreso. Al tratarse de una propuesta meramente declarativa no tiene valor legal y se limita a instar al Ejecutivo a aplicarla. La exigencia de que la presencia del aceite de palma en la composición del producto esté “rotulada de manera claramente visible a primera vista en su envase o etiqueta” tendría, además, que trasladarla el Ejecutivo a la Comisión Europea, que es la que dicta las normas de etiquetado.

COLEGIOS Y CENTROS SANITARIOS

La proposición aprobada exige también al Gobierno llevar a cabo las reformas legales necesarias para “evitar que se fomente” el consumo de productos con ese aceite a través de publicidad o ganchos comerciales “como juguetes, accesorios, adhesivos o incentivos”. El Ejecutivo debería actuar, además, para conseguir “la progresiva eliminación de productos” que contengan aceite de palma en las máquinas expedendoras y los bares de los centros educativos, deportivos y de salud.

Olòriz, que ha destacado que “no son pocos los productores” que sortean la obligación del etiquetado con eufemismos como “oleína o manteca de palma”, ha recordado que, en cualquier caso, “siempre figura en una letra muy pequeña", apenas visible.

La industria alimentaria, por el momento, elude pronunciarse sobre el tema, mientras que el sector de los hipermercados alude al debate general para buscar una composición más saludable de los alimentos, con menos sal, azúcar y grasas saturadas. “Estamos trabajando coordinadamente con la industria para mejorar la composición de los alimentos bajo las directrices de la Unión Europea y en breve habrá cambios que afectarán a la composición de los alimentos”, explica Ignacio García Magarzo, director general de la Asociación Española de Distribuidores de Autoservicio y Supermercados (ASEDAS).

OTRO GUSTO

Todos reconocen que resultaría difícil cambiar la composición de alimentos a los que el aceite de palma aporta una determinada consistencia y durabilidad que de otra forma no tendrían, sin elevar el precio final o cambiar la textura a la que los consumidores se han acostumbrado.

Desde el punto de vista nutricional, Elena Roura, técnica de la Fundació Alícia, sostiene que el aceite de palma “forma parte de los alimentos que se han de consumir de forma esporádica y si es así, su consumo no entraña ningún peligro”. “El riesgo está cuando hay un exceso de alimentos grasos y procesados en la dieta, y esta no se basa en alimentos frescos como frutas y verduras. Un buen desayuno ha de contener pan y fruta, no galletas y cereales industriales todos los días”, afirma.

Gemma Marfany, profesora de Genética de la Universitat de Barcelona, destaca que el ácido palmítico, componente principal del aceite de palma refinado, "forma parte de las grasas de nuestro cuerpo y nos da energia". "En sí mismo no es tóxico. Lo que es perjudicial es su ingesta desproporcionada en relación a los alimentos frescos más saludables, lo que favorecería las enfermedades cardiovasculares y el crecimiento de ciertos tumores”, señala.