Estupefacción en Vacarisses por un crimen perpetrado por "un chico normal"

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ALBERT SEGURA / VACARISSES

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Vacarisses no sale de su asombro ante lo que todo apunta que se trata de un asesinato a sangre fría. En las calles de este pequeño pueblo vallesano está en boca de todo el mundo, y es que muchos vecinos conocen a Ismael Rodríguez, Isma, aunque sea de vista. Y la sorpresa es el factor común en todas las conversaciones.

El joven, de 28 años, hacía 14 que vivía en la localidad, concretamente en la urbanización de El Palà, la más alejada del núcleo urbano y la más cercana a la comarca del Bages. Allí creció y compartió sus aficiones con muchos de los vecinos de su quinta, y era habitual verlo jugando al fútbol en el campo de tierra del barrio.

También frecuentaba el local de la Asociación de Vecinos, donde se solía acercar a tomar alguna que otra cerveza.

Según los más allegados, Isma es de trato fácil, amable y cordial, y huye de las confrontaciones. En este sentido, aseguran que no se trata de una persona temperamental, que salte a la mínima de cambio en una discusión, sino que intenta hacer comprender su punto de vista en una conversación de la forma más amistosa posible.

NO POLEMIZABA

Como ejemplo ponen su afición por la caza. Si alguna vez sale este tema en alguna conversación en la que participa alguien que ve con malos ojos esta actividad, Isma les suele plantear su punto de vista, pero sin llegar a mayores ni intentar imponer su opinión.

En su época de estudiante tuvo que desplazarse a Viladecavalls, como muchos de sus vecinos, dado que en en aquel tiempo no existía ningún instituto en su pueblo. Los que compartieron aula con él aseguran que no se le daba mal hincar los codos y que era buen compañero.

Sus amigos lo definen como un amante de la caza, pero también de las motos. Algunos fines de semana, junto con otros compañeros, solían alquilar por horas algún circuito como el de Castellolí, donde corría a toda velocidad con su moto de gran cilindrada, que suele utilizar a diario.

ESPERA UN HIJO

Isma vivía hasta hace unos meses con sus padres, que hasta hace poco menos de un año regentaba un bar en el barrio de Can Palet, en la vecina ciudad de Terrassa. Pero recientemente el joven decidió irse a vivir con su pareja, con quien está esperando un hijo, según apuntan sus conocidos.

Nada hacía prever una actitud que lo llevase a cometer un doble homicidio, dado que a nivel familiar la situación es de esperanza, y a nivel laboral cuenta con un contrato fijo en una empresa de Sant Quirze del Vallès.

Por todo ello no se entiende cómo una persona normal, con un presente estable y con planes de futuro puede haber actuado de tal manera. Algo que seguirá siendo tema de conversación en las calles de Vacarisses, donde lamentan que el nombre del municipio se haya asociado a un acto tan salvaje.