UN CASO EN LA ESCUELA CATALANA

"Mi hijo llegó a creer que era tonto, cuando es superdotado"

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TERESA PÉREZ / BARCELONA

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Impotencia, tristeza y desamparo. Tres sustantivos que describen con precisión el suplicio que vivió la familia de Carles, un pequeñajo que a los 9 años experimentó cómo se vive una situación de acoso escolar siendo un niño superdotado. Lo único que no se tambaleó durante aquel periodo irracional fueron sus buenas calificaciones, el resto lo arrastró un tsunami.

O.G., madre de Carles, define con ese sentimiento --“impotencia, tristeza y desamparo”-- el curso 2015-2016 en el que su hijo, que ahora tiene 11 años, sufrió un caso de 'bullying' en un colegio concertado de una población próxima a la ciudad de Barcelona.

El pequeño dejó de comer y de sonreír. Lloraba, no quería ir a la escuela, se sentía muy solo. Le decían que “era tonto, un chico que estaba diagnosticado como superdotado”, explica la madre. “Fue un blanco fácil porque los superdotados suelen ser chavales más retraídos”, añade.

EN UN RINCÓN

Los compañeros le daban collejas, le tiraban la comida al suelo y si se negaba a comer porque se había ensuciado se chivaban al profesor de que no comía. A la hora del recreo, la soledad de Carles se acentuaba. En el patio se quedaba quieto en un rincón porque nadie quería jugar con él… Perdió el único amigo que tenía porque era una amistad compartida con el chaval que lideraba el acoso. “Los niños líderes conquistan a los otros para hacer el vacío a quien les interesa”,  afirma.

Una tarde, un grupo de compañeros lo rodeó a la salida de clase  “y lo humillaron”, relata la madre con tristeza. “Ese día llegó a casa destrozado, muy mal. Decía que la culpa de lo que le hacían la tenía él. Nos decía: ‘Es que soy tonto, por eso me lo hacen”, cuenta la madre. Hasta que llegó la depresión, las visitas al psicólogo y, como sucede a menudo, el cambio de colegio del acosado y no de los acosadores. 

PADRES MUY SOLOS

La familia de Carles envió e-mails al colegio, habló con la psicóloga del centro, pidió reiteradas explicaciones y reclamó que lo cambiaran de clase. Y nada. “Somos gente de razonar por eso hicimos todos esos trámites. Confiábamos en la escuela, de hecho, es la que habíamos elegido para nuestro hijo, pero nos engañaron, nos decían que arreglarían las cosas y no hacían nada. Ni siquiera activaron el protocolo para estas situaciones”, recuerda O.G. 

Los padres de los compañeros de Carles quitaban hierro a los hechos y decían que no era para tanto, y es que muchas familias normalizan el acoso. Los profesores argumentaban a la familia que “todo era cosa de niños”, explica la madre. “Nos convertimos en una molestia para el colegio”, dice. “Como padres nos hemos sentido muy solos”, insiste. La familia también ha recurrido a un forense que ha certificóado que el pequeño "sufrió un acoso grave". Los hechos están en el juzgado.

PROTEGER A LOS NIÑOS

En palabras de la madre, el acoso no duró demasiado: año y medio. "No lo permitimos", afirma y añade: "Si yo llevo a mi hijo a un colegio tiene que estar protegido, y si la escuela no lo hace, debemos hacerlo los padres para evitar suicidios". Ante la falta de respuesta, los padres acudieron a la inspección de Ensenyament y, poco después, Carles ocupaba un pupitre en una escuela pública. El día que sus padres le explicaron que se cambiaba de colegio "primero lloró y preguntó: 'Dónde voy a ir'. Después fue una liberación", recuerda O.G. 

El niño está ahora feliz, pero las secuelas están aún presentes. Cada vez que pasa por su antigua escuela le dice a su madre: ‘Aquí no me querían, me hacían daño’. El acoso también ha dado en su caso un fruto positivo: el de la solidaridad. Carles ahora protege a los que ve más débiles. Por eso, comparte asiento en el autobús con un niño al que otros llaman ‘feo’ y le critica a su madre que algunos llaman gordo a un compañero. La madre también ha sacado una lección del caso de acoso de su hijo y se ha convertido en una voluntaria de la asociación No al Acoso Escolar, una entidad que cada día recibe llamadas de familias que quieren conocer si el caso que vive su hijo se puede considerar acoso escolar.