UNA ORGANIZACIÓN RELIGIOSA BAJO SOSPECHA

Los Testigos de Jehová a una niña violada: "Si lo cuentas, te quedarás sin paraíso"

GUILLEM SÀNCHEZ / BARCELONA

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"Noelia, vete a tu casa". La mujer soltó esta frase antes de desaparecer por las escaleras, quizá para evitar que la niña de 8 años se quedara a solas con su marido. Noelia había ido a enseñar unos patines nuevos a las nietas de sus vecinos. Pero no estaban. El marido, J. O., sentado en el sofá junto a la niña, la agarró disimuladamente por la pierna para que la menor no pudiera cumplir con la orden de su esposa, quien tal vez sabía qué podía pasar.

El hombre cogió a la pequeña y se la llevó hasta el recibidor. La situó frente a un espejo grande. Él se colocó detrás y se agachó hasta situar su cara junto a la de ella. Le bajó los pantalones y las bragas hasta los tobillos. Le separó las piernas y le introdujo violentamente los dedos en la vagina. Ella intentó cerrar las piernas, pero el hombre se las abrió de nuevo por la fuerza. No sabe cuánto rato se demoró la tortura; sí recuerda que mientras duró el pederasta le lamía la cara y se miraba en el espejo mientras lo hacía. Ella no quería verse, no podía verlo, aguantó perdiendo la vista en algún punto del suelo. "Me hizo mucho daño, pero lo que vino después fue mucho peor", dice ahora Noelia, al echar la vista atrás y recordar el suceso que le cambió la vida en 1994.

Esta es la versión del episodio más grave de abusos sexuales que esta mujer de 29 años de Barcelona ha relatado a EL PERIÓDICO y que 21 años después de que ocurriera ha denunciado asimismo ante la Guardia Civil. Su madre ha ratificado este lunes en dependencias policiales el relato de la hija. Quiere que se conozca su caso y, por eso, ha accedido a grabar una entrevista a cara descubierta. 

INVESTIGACIÓN EN MARCHA

La Guardia Civil ha iniciado una investigación tras recibir la denuncia de Noelia y también la de Israel Flórez, otra víctima de Toledo que actualmente tiene 43 años. Ambas querellas describen casos de abusos sexuales a menores y su posterior ocultación por parte de la organización Testigos Cristianos de Jehová, la marca española de una confesión internacional que cuenta con ocho millones y medio de fieles en todo el mundo y más de 100.000 en España. Porque tanto Noelia como Israel no solo han denunciado a sus agresores sino también que sus congregaciones les ordenaron mantener en secreto las agresiones. Estas dos denuncias se unen a la que presentó Miguel García en los Mossos d’Esquadra a finales del mes de septiembre. 

La denuncia de Noelia ya ha llegado al juzgado de instrucción número 33 de Barcelona, que estudia ahora si los delitos cometidos tanto por el presunto pederasta denunciado como por su congregación han prescrito.

LA JUSTICIA INTERNA

Noelia nació en 1986 en una familia que formaba parte de la congregación Nordeste de Barcelona. Tras ser agredida por su vecino, J. O., un miembro destacado de los Testigos de Jehová, ella le contó a su madre, también miembro de la organización religiosa, lo ocurrido. Esta buscó al pederasta, que admitió parcialmente los hechos. Poco después, la madre informó a los ancianos -nombre que reciben los líderes de cada congregación-. Entonces, el agresor dijo que la niña exageraba, porque solo habían sido "dos palmadas en el culo".

Para investigarlo, en lugar de avisar a la policía, los ancianos sometieron a Noelia a cuatro interrogatorios en un despacho del salón del reino de la congregación. En todos ellos la pequeña reiteró su versión de lo que había ocurrido. Los ancianos, sin embargo, siguiendo la normativa interna que solo permite condenar el abuso a un menor cuando este ha ocurrido a la vista de dos testimonios distintos, siguieron dudando.

Hubo un quinto encuentro, en casa de uno de los ancianos. La pequeña estaba sentada con su madre a un lado y su padre en el lado opuesto. Enfrente tenía al violador y, tras él, a los cinco 'jueces' que la empujaban a verbalizar los abusos delante del agresor. Todo cuanto pudo hacer fue echarse a llorar.

AMENAZAS CON LA CONDENA ETERNA

Los testigos de Jehová interpretan la Biblia literalmente. Creen que el armagedón es inminente y que solo los miembros que han sido bautizados pasarán el resto de la eternidad en el paraíso. A Noelia, con 8 años, los ancianos le dijeron que si contaba a alguien lo sucedido, Jehová dejaría de quererla y se quedaría "sin paraíso". A su madre, que puso al corriente de los abusos a la abuela, también la intimidaron. Fueron unas "coacciones brutales", afirma ahora.

"Me sentí completamente sola, abandonada, antepusieron su religión a mí", recuerda Noelia. Con 9 años empezó a tener pesadillas y ataques de ansiedad y a perder el pelo. Con el paso de los años se consumó su fracaso escolar, su salud empeoró, desarrolló la enfermedad de Crohn e intentó suicidarse a los 19 años. Durante este proceso de deterioro, la congregación le prohibió acudir a un psicólogo

ÓRDENES POR ESCRITO

La cúpula de Ajalvir (Madrid) desaconsejó en una circular interna, en 1992, que las víctimas de abusos sexuales participaran en terapias de grupo. Porque "podrían surgir problemas si el cristiano no fuera discreto y divulgara asuntos confidenciales acerca de otros miembros de la congregación cristiana durante las sesiones".

En esta misma carta, se explicaba que al pederasta, "si no se arrepiente de su pecado, se le tendrá que expulsar". J. O. no fue expulsado, tan solo reprendido con la supresión temporal de algunos privilegios, como dejar de hablar en público en el salón del reino.