COACCIONES

Carmen, acosada: "Sé que me va a hacer daño"

Una mujer de 35 años relata la persecución diaria que sufre por parte de su expareja

GUILLEM SÀNCHEZ / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El enamoramiento empezó en el metro de Barcelona, hace unos dos años. Carmen lo cogía cada día para ir al trabajo y Jordi (nombre falso), empleado de la línea 1, no podía dejar de mirarla. Le robó alguna sonrisa, algún saludo y las primeras palabras. Jordi le validaba a menudo la entrada con su tarjeta de empleado para que Carmen no gastara sus pases. Hasta que un día le entregó el abono mensual que ella acababa de comprar con su número de teléfono anotado en el dorso. Carmen le escribió un Whatsapp.

Estaba muy pendiente de mí, era muy detallista. Es una persona muy inteligente y muy educada que hacía todo lo posible para hacerme feliz”, describe esta mujer de 35 años sobre el origen de su pesadilla. Vio también que era “demasiado metódico” y “completamente alérgico al desorden”. Tenía que doblar y guardar en el armario incluso las toallas mojadas. No le importó. Iban al cine, al teatro, de viaje de fin de semana. Se acostaron. Tenía que ir bien pero fallaba algo. Todos los esfuerzos no bastaron porque ella no sentía lo mismo que él. Carmen le propuso que fueran solo amigos.

LA RUPTURA

“Salíamos a pasear y me cogía de la mano o intentaba darme un beso. Me decía que se sentía como si tuviera la joya de la corona y no pudiera tocarla”, recuerda. Al final tuvo que armarse de valor y pedirle que, si no estaba dispuesto a conformarse con la amistad, tendría que alejarse porque a ella esa tensión le incomodaba

Jordi no lo aceptó. Siguió enviándole regalos a casa, comprándole entradas para el teatro y proponiéndole nuevas citas. Siguió esperándola cada día a la salida del trabajo y rondándola cerca de su casa. Poco a poco, Carmen fue sintiéndose más y más agobiada. En sentido inverso a la fase de enamoramiento, nació la del temor. Dejó de hablarle, de sonreírle y de saludarle. Devolvió cada regalo que le hizo. Insistió en que la dejara en paz. Solo logró empeorar las cosas. 

EL ACOSO

Jordi se cambió el turno de trabajo y se puso por las noches. Desde entonces, a las seis de cada madrugada acude a casa de Carmen "para tocar el timbre varias veces" o "para golpear las persianas". Le llena de huevos y de excrementos de perro su ventana. “Si dejo la ventana abierta, se asoma para mirarme, no me dice nada”. En agosto, se estropeó la cerradura de su casa y la cámara de seguridad de la escalera descubrió a Jordi rompiéndola.

{"zeta-legacy-video":{"videoId":"3891382"}}

Hace dos meses comenzó a recibir llamadas de hombres que preguntaban por el precio de los servicios sexuales que ofrecía. Jordi -presuntamente- había robado fotos de su Facebook y colgó un anuncio en portales de prostitución con su nombre y número de teléfono. Fue el episodio que empujó a Carmen a presentar una denuncia en los Mossos d'Esquadra.

Lleva meses sufriendo ataques de ansiedad, no puede dormir por las noches y se siente amenazada durante las 24 horas. Aunque hasta ahora él nunca ha sido violento, está segura de que tarde o temprano le hará daño. "Necesito ayuda", suplica. "No puedo pisar la calle, solo quiero recuperar mi vida". 

JUICIO POR COACCIONES

Jordi, que ha desmentido rotundamente a este diario todas las acusaciones de su exnovia, será juzgado en noviembre por un delito leve por coacciones. Si ella gana el juicio, quizá le impongan a él una orden de alejamiento de tres a seis meses. Una orden que Carmen cree que es insuficiente porque en cuanto se cumpla ese periodo, regresará.