DEBATE ABIERTO EN LAS ESCUELAS

Huelga de deberes en positivo

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / BARCELONA

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Visitar museos, preparar juntos la cena, hacer una ruta en transporte público por la ciudad, ver una película en familia… Los padres que este fin de semana secundan el boicot a los deberes escolares convocado por la Confederación Española de Asociaciones de Padres de Alumnos de la escuela pública (Ceapa) han adquirido -algunos quizás sin ser muy conscientes de ello- un compromiso implícito: van a tener que organizar una agenda educativa alternativa para sus hijos este sábado y domingo. Se trata, afirma la Ceapa, de una cuestión necesaria para "mantener la coherencia".

“Los fines de semana del mes de noviembre tenemos previsto realizar actividades familiares que se verían afectadas gravemente si se mandaran deberes”, argumenta la entidad en la carta que divulgó hace unas semanas para que las familias la utilizaran como modelo y la hicieran llegar, a su vez, a los maestros de sus hijos.

Sin deberes, consideran los expertos que asesoran a la confederación en asuntos pedagógicos, los padres van a poder disfrutar de un tiempo libre precioso para compartir con sus hijos y, de paso, para formarles en aspectos que van más allá de lo académico. “Es obvio que debemos realizar esas actividades para que los docentes y los centros educativos entiendan la coherencia de nuestra petición y puedan comprobar que hacemos lo que decimos”, subraya la Ceapa en un comunicado enviado a las ampas.

Al margen de las valoraciones negativas que otras entidades y agrupaciones de padres de alumnos han hecho respecto al llamamiento al boicot -la confederación de familias de las escuelas católicas, por ejemplo, ve “increíble” que se “aliente” a que los alumnos “no cumplan con sus obligaciones educativas, entre las que se encuentran los deberes”-, para muchos progenitores el cometido no va a ser sencillo. Sobre todo para los de alumnos de ESO.

QUÉ LES GUSTA HACER

“¿Cuál es el ocio, y hablamos de ocio educativo, que interesa a un chaval de 13 o de 14 años, pero que aspira a tener 17?”, se pregunta Jaume Funes, psicopedagogo y experto en adolescentes. “Los fines de semana son, justamente, el territorio en el que esos adolescentes empiezan a practicar su emancipación, donde exigen tener un tiempo propio, por lo que cualquier intervención paterna ha de hacerse con mucho tiento”, reflexiona Funes, que está a punto de publicar un libro titulado ‘Educar adolescents... sense perdre la calma’.

Hay que propiciar ciertos equilibrios, opina el experto. “Por ejemplo, si un padre o una madre consiguen que su hijo les ayude en la cocina, quizás estaría bien que otro fin de semana, más adelante, los adultos aceptaran ir a comer todos juntos a un restaurante de comida rápida, de esos que tanto gustan a los jóvenes”, sugiere.

“Ese equilibrio entre el adolescente que rechaza cualquier intervención de sus padres y unos padres que han de hacer igualmente de padres, mal que les pese a los hijos, es realmente complejo”, prosigue Toni Aguilar, director de la Escola Pia de Mataró y autor, por su parte, de la investigación ‘Adolescents enganxats al mòbil’, donde se analizan las tendencias de uso de los dispositivos tecnológicos. La parte positiva, agrega Aguilar, es que sin deberes “se crea un ambiente de mayor relajación en los hogares, en el que hay más predisposición a compartir experiencias”.

¿Qué tipo de experiencias? Las que tienen más éxito entre los jóvenes son las deportivas o las que implican emociones fuertes. “Y las que refuerzan su autonomía”, señala Edna Albareda, gerente de la entidad educativa Colònies Jordi Turull. Teniendo siempre en cuenta “el alto sentido del ridículo que tienen los adolescentes”, indica Albareda, es importante que la actividad a realizar en familia haya sido consensuada previamente con los menores. “Porque por mucho que un padre se emocione con una actividad, si a su hijo no le interesa, lo único que conseguirá es el más absoluto rechazo”, indica esta especialista en ocio educativo.

No hay que perder de vista que, a esas edades, entre los 12 y los 15 años, el universo adolescente tiene unas pautas muy claras, observa Jaume Funes. “La atracción por el riesgo, los amores o enamoramientos, la necesidad del grupo e internet son, junto a la escuela, aunque esta ya en un segundo término, sus prioridades”. Los padres, aquí, pintan más bien poco, “pero han de seguir acompañando”. Eso sí, “no hace ninguna falta que el padre acabe comportándose de un modo más adolescente que su hijo”, objeta Aguilar.

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