El Trabucador, sin hilos

Desmantelamiento de la línea eléctrica aérea de la barra del Trabucador.

Desmantelamiento de la línea eléctrica aérea de la barra del Trabucador. / JOAN REVILLAS

SÍLVIA BERBÍS / LA RÀPITA

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El periodo de recolección del arroz llena de cosechadoras la delgada carretera de 20 kilómetros que une La Ràpita (Montsià) con su playa más insólita y visitada, la del Trabucador. Es también una época de migración de aves y en los tendidos eléctricos que siguen la línea del asfalto reposan dos hileras de garcetas. Cuando aparece la última recta -perpendicular al mar-, el horizonte se ensancha y al conductor le sorprende un paisaje sin límites que dejaría todo el mundo urbanizado atrás si no fuera por el maldito tendido eléctrico. 

El deseo de desmantelar toda la línea es una antigua reivindicación que no se basa solo en argumentos relacionados con la contaminación visual. También están el peligro que comporta mantener el cableado sobre muchos postes de madera vencidos por los temporales de invierno y los cortes de suministro a las salinas de la Trinitat que se producen cuando el mar entra hasta las bases de las torres eléctricas. Estas salinas, las únicas marinas de Catalunya, son el único cliente que abastece este tendido eléctrico. Este lunes, después de que entrara en funcionamiento la línea subacuática que ha costado 800.000 euros, las excavadoras entraron en el espacio natural del Trabucador para borrar el trazado eléctrico del paisaje.  

360.000 VISITANTES

“Es una noticia excelente para el conjunto de las Terres de l’Ebre porque se trata del espacio natural más visitado de todo el delta. Los postes generaban un notable impacto visual e incluso riesgo para los turistas”, afirma el alcalde de La Ràpita, Josep Caparrós. Según el cálculo de la Universitat Rovira i Virgili (URV), 360.000 visitantes se acercan cada año a esta playa de doble orilla: una abierta al mar y la otra a la bahía dels Alfacs.

Ayer, Clara y Francisco, de 76 y 83 años muy bien llevados, celebraban sus 53 años de matrimonio con una comida en el merendero solitario del Trabucador. Hace 26 años que vinieron por primera vez. Entonces lo hicieron "con los niños" y últimamente lo hacen "solos". A ellos los postes no les molestaban. "Ni siquiera me había dado cuenta nunca", admite Clara. “A mí sí me molestaban porque vengo hace desde hace tres años desde Francia para practicar kitesurf y los cables son peligrosos”, apunta Bertrand Rolland. Resuelto el problema de la línea a Rolland le preocupa algo contra lo que se puede hacer bien poco: "Parece que en esta playa ya no hace el viento de antes”, añade fastidiado.