NUEVA TRAGEDIA FERROVIARIA EN GALICIA

Cuatro muertos y 48 heridos al descarrilar un viejo tren que une Vigo con Oporto

Descarrilamiento de un tren en Pontevedra

Descarrilamiento de un tren en Pontevedra / periodico

MANUEL VILASERÓ / MADRID

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Tres años después de la tragedia del Alvia a las puertas de Santiago de Compostela, otro accidente ferroviario ha vuelto a teñir de luto Galicia. Un vetusto tren de la compañía portuguesa Comboios que cubría la ruta Vigo-Oporto ha descarrilado a las 9.30 horas de este viernes a 200 metros de la estación de O Porriño (Pontevedra) y se ha estrellado contra una torreta eléctrica. Cuatro personas han fallecido y otras 48 han resultado heridas. Sólo 13 de las 65 que viajaban en los tres vagones han resultado ilesas.

Las administraciones portuguesa y española investigan las causas de la nueva tragedia. Oficialmente están abiertas todas las hipótesis, pero un exceso de velocidad se apunta como la más probable. El tren debía aminorar la marcha a 30 kilómetros por hora en el tramo en el que descarriló debido a unas obras de mantenimiento que se estaban efectuando, pero los primeros datos apuntan a que no lo hizo. Tanto el estado en que quedó la cabina como los testimonios de los supervivientes indicarían que la velocidad era superior a la autorizada. La vía perincipal po rla que circulaba antes del desvío es apata para hasta 140 km/h, aunque este tren solo podía llegar a 120.

MAQUINISTA PORTUGUÉS

Los cuatro fallecidos son el maquinista, José Arnaldo Moreira, de 45 anos, un portugués que residía en la localidad lusa de Ermesinde (Valongo), con muchos años de experiencia en la línea. Según sus allegados había efectuado el mismo trayecto en numerosas ocasiones.

Otros dos fallecidos son españoles y ambos residentes en Vigo. Se trata del interventor del tren, Miguel Veiga, de 56 años, y del joven de 23 años Joaquín Rodríguez. Éste último estudiaba para maquinista ferroviario en la escuela de Santiago y jugaba a balonmano en el equipo AD Carballal, donde era conocido con el apodo de ‘Coqui’. Su padre es el ex responsable de Transportes de UGT Galicia Cándido Rodríguez. Fue rescatado vivo del primer vagón pero falleció al poco ingresar en el hospital Alvaro Cunqueiro  de Vigo. El cuatro fallecido es un turista norteamericano.

Varios supervivientes relataron como primero sintieron algo así como “un quiebro”, que coincidiría con el momento en que el tren se salió de la vía, y posteriormente “un fuerte impacto”, cuando el primer vagón se empotró en la torreta.  En ese momento “salieron volando maletas y personas” contaba una mujer.

El primer vagón quedó semivolcado sobre la vía sin que los dos restantes sufrieran daño alguno.

El ministro de Fomento en funciones, Rafael Català, desplazado inmediatamente al lugar del accidente, ha confirmado que se estaban llevando a cabo unas obras que obligaban a desviar los trenes por una “vía provisional”. Aunque no ha hablado de exceso de velocidad, sí ha destacado que el desvío obligaba a los convoyes a aminorar  la marcha. Ha pedido esperar a que se analicen las cajas de registro del tren, trasladadas al juzgado de O Porriño, para extraer las conclusiones necesarias.

EL TREN PASÓ LAS REVISIONES

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Respecto al tren, el ministro que ha sustituido a Ana Pastor al ser esta elegida presidenta del Congreso, ha asegurado que el día anterior al accidente había pasado una revisión ordinaria y que en mayo había superado otra más en profundidad, que incluyó "el desmontaje completo del tren". También ha descartado que el origen portugués del maquinista hubiera podido provocar una confusión porque “antes de circular por España se llevan a cabo los necesarios cursos de formación”.

El  convoy podía haber superado las revisiones oficiales pero era poco menos que una antigualla a juzgar por las declaraciones de los viajeros accidentados, uno de los cuáles lo ha descrito como “realmente viejo”. “He recorrido España en tren y lo que he encontrado no tiene nada ver con esto”, apuntó otro. Entre los ferroviarios y los pasajeros era normal referirse a él como ‘la cafetera’, aunque oficialmente se le denomina ampulosamente el Tren Celta.

La ‘cafetera’ pertenece a la serie 592, de tracción diesel, fabricada para Renfe a principios de los años 80 por la madrileña Ateinsa y la catalana Macosa, situada en lo que ahora se levanta el polígono de Diagonal Mar. La compañía ferroviaria española utilizó esta serie durante décadas para los viajes regionales y de cercanías en las líneas sin electrificar. La unidad accidentada era aún propiedad de Renfe, que la había alquilado a su homóloga portuguesa.

UNA LÍNEA OBSOLETA

Si el tren era antiguo, línea lo era aún más. Sin electrificación y con un trazado del siglo XIX, en muchos tramos los trenes no pueden superar ni los 80 km/h. Tardan más de tres horas en cubrir los 153 kilómetros que separan Vigo de Oporto y que en coche se puede realizar en una hora y media. La compañía portuguesa anunció su cierre en el 2013 porque solo la utilizaban una media de 15 diarios, pero la fuerte reacción de alcaldes, empresarios y asociaciones de usuarios de los municipios de ambos lados de la frontera obligó a la compañía portuguesa a dar marcha atrás.

Ahora se hallaba en un proceso de renovación que incluía la eliminación de paradas intermedias, entre ellas la de O Porriño, donde se había efectuado una obras que permitían cruzar la población a mayor velocidad. La reforma había despertado las protestas de la alcaldesa, Eva García, que el año pasado viajó a Madrid para protestar por la gran velocidad por la que pasaban los trenes y los fallos del paso a nivel, que se había cobrado la vida de varios vecinos de la localidad. El ayuntamiento reclama el soterramiento.