Bailes de película

John Travolta inició con 'Fiebre del sábado noche' la intensa relación entre el cine y la cultura discotequera

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BEATRIZ MARTÍNEZ / MADRID

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Una nueva forma de afrontar la noche en el cine se abrió paso a partir del momento en el que John Travolta se calzó unos botines y se ahuecó el pelo con laca para prepararse para ir a la discoteca en 'Fiebre del sábado noche' (1977). Podías ser un perdedor en tu vida ordinaria, un desclasado, y convertirte en un auténtico rey a golpe de cadera alrededor de las luces de neón en la pista de baile. El fenómeno 'dance' por fin tenía una película que terminaría por convertirse en el icono de un movimiento que ya llevaba gestándose durante toda la década de 1970.

Fue el inicio de toda una oleada de filmes que intentaron retratar el espíritu de una época en la que la noche se convirtió en auténtica protagonista con toda su parafernalia estética recubierta de 'glitter' y polyester, en la que dominaban los pantalones de campana, los zapatos de plataforma y los vestidos 'brilli-brilli'.

Tras 'Fiebre del sábado noche' llegó 'Por fin ya es viernes' (1978), que cambiaba las canciones de los Bee Gees por la arrolladora presencia de Donna Summer. Las diferencias sociales y raciales se difuminaban bajo los haces lumínicos y frente a la presencia totémica del 'disc jockey'. Y es que no hay que olvidar que la cultura disco nació de la escena de clubs más marginal donde se reunían las minorías étnicas y los homosexuales que soñaban con escapar, al ritmo de la música, del entorno opresivo que los rodeaba. Por eso también los subgéneros cinematográficos se apuntaron a la moda: el 'blaxpotaitation' con 'Disco godfather' (1979), la vertiente experimental con 'Will you dance with me?', filmada por Derek Jarman en 1983 (aunque no vería la luz hasta 2014), que seguía la estela de 'Nighthawks', que nos introducía en la escena disco gay y, en tono más festivo, '¡Que no pare la música!' (1980), alrededor de la formación de los Village People.

SOBRE RUEDAS

En una búsqueda incansable por conseguir las mejores coreografías, también nos subimos encima de los patines en 'Roller Boggie' (1979), 'La fiebre del patín' (1979) y la fantasía musical con Olivia Newton John 'Xanadú' (1980).

La nostalgia y el 'revival' de la época sirvieron como vehículo a los directores para acercarse al pasado desde una perspectiva y sensibilidad contemporánea, en un intento de capturar el espíritu del momento. Ahí está para demostrarlo 'Boogie Nights' (1997) o las dos películas que se hicieron en torno a la mítica sala Studio 54: 'The last days of disco' (1998) y '54' (1998).

Mientras, en Inglaterra, Michael Winterbottom rememoró las sesiones de la discoteca Hacienda en '24 hour party people' (2002), donde nació el sonido Manchester a finales de los 70, con grupos como Joy Division o New Order. Y más recientemente, Mia Hansen-Love se sumergía en la escena 'clubbing' francesa en 'Edén' (2014) a partir del ascenso de la música electrónica apadrinada por Daft Punk.

QUINQUIS EN LA PISTA

En España pasamos de los guateques a la 'boîte', y de las salas de fiesta a las discotecas que comenzaron a popularizarse durante el tardofranquismo. También solían asociarse con los bajos fondos, como ocurre en 'Perros callejeros 2' (1977) (en una escena a ritmo de italo disco) y a la eclosión de la contracultura, en Madrid con la movida, representada por Almodóvar en sus primeras películas, 'Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón' (1980) y 'Laberinto de pasiones' (1982) y en testimonios generacionales como 'A tope' (1984), con actuaciones musicales de los grupos del momento en la sala Rockola. En Barcelona, la sala Bocaccio se convirtió en uno de los locales emblemáticos de la Escuela de Barcelona, nuestra 'nouvelle vague' patria. De ambiente más intelectual y burgués, era el punto de encuentro de 'gauche divine', como pudimos ver en la recreación que se hizo en 'El cónsul de Sodoma' (2009), 'biopic' sobre el poeta Gil de Biedma.

También tuvimos nuestra particular versión de 'Fiebre del sábado noche' gracias a 'Nunca en horas de clase' (1978), de Juan Antonio de la Loma y de 'Flashdance' en 'Yo amo la danza' (1984).  

Bigas Luna hizo bailar a Penélope Cruz y Javier Bardem al son de Chimo Bayo en 'Jamón, jamón' (1992) y Juan Diego Botto y Jordi Mollá hacían lo propio con Australian Blonde en 'Historias del Kronen' (1995). Y en clave de humor, los protagonistas de 'El asombroso mundo de Borja Mari y Pocholo' (2004) soñaban con ir a Pachá para terminar conformándose con la discoteca Aguacates, mientras Torrente se dedicaba a pinchar a El Fari en un antro de electro.

En los últimos tiempos hemos visto bailar a las nuevas generaciones en películas como 'Mentiras y gordas' (2009) o '3 metros sobre el cielo' (2010) y observado la decadencia de las salidas más autodestructivas en la cruda 'After' (2009). Puede que los tiempos hayan cambiado, pero la discoteca sigue siendo la reina de la noche.