Gente corriente

Isabel Ramos: "Un café virtual puede convertirse en ayuda real"

Conmovida por el drama de los refugiados, ha lanzado con una amiga ShareACoffeeFor para recaudar fondos

«Un café virtual puede convertirse en ayuda real»_MEDIA_1

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JUAN FERNÁNDEZ

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Entre cruzarse de brazos viendo las terribles imágenes del Telediario y salir pitando a echar una mano en los campamentos de refugiados de Grecia había un largo trecho. Isabel Ramos (Madrid, 1980) y su socia Melania Arias (Madrid, 1979), las dos periodistas, encontraron a principios de año una original fórmula para ayudar a quienes hoy más lo necesitan sin necesidad de abandonar sus vidas y sus trabajos: lanzaron a la red <strong>ShareACoffeeFor.org</strong>, una plataforma on line para recaudar fondos mediante el simple gesto de compartir un café virtual desde casa o la oficina con quienes actúan sobre el terreno.

-¿Cómo nace esta idea? El drama de los refugiados ha tocado la fibra a mucha gente. Hay quien se ha ido a rescatar familias del mar y quien se ha dedicado a reunir ropa para donarla, como hicimos nosotras mismas, que llenamos un tráiler con material de primera necesidad el invierno pasado y lo llevamos en persona a los campamentos de Calais, en Francia. La idea surge de la intuición de que hay mucha gente en circunstancias muy diferentes que siente que tiene que hacer algo pero no sabe qué.

-Y a esa gente, ustedes le proponen tomarse un café solidario a través de la pantalla de su ordenador. Pensamos: si quieres ayudar, no hace falta que cambies tu vida, puedes colaborar con un simple gesto que haces a diario, como es tomarte un café. Entra en la plataforma, haz clic sobre el café virtual, y esos dos euros que has pagado por él se convertirán en ayuda real para atender necesidades muy concretas. La diferencia con otras fórmulas de participación solidaria está en la manera de recaudar fondos y en cómo explicamos la trazabilidad de esa aportación.

-¿A qué se refiere? Las dos fuimos voluntarias y sabemos que a veces a la gente no le queda claro dónde va a parar el dinero que da. ShareACoffeeFor se mantiene en contacto con un grupo de pequeñas oenegés que ahora mismo están en el terreno y nos cuentan minuto a minuto sus necesidades concretas. La urgencia puede ser una plaga de mosquitos que ha llegado al campamento y les ha pillado sin repelentes, o que el viento ha destrozado una tienda de campaña y hay tres familias durmiendo a la intemperie. La plataforma permite conocer en qué ayuda concreta se ha transformado tu café solidario.

-¿Por qué solo colaboran con oenegés pequeñas? Nuestro viaje a Calais fue revelador. Allí descubrimos que hay un montón de grupos de voluntarios que están muy implicados y no tienen la dimensión mediática de las oenegés grandes ni disponen de sus vías de financiación. Estar suscrito a una oenegé importante y hacer una aportación mensual está bien, pero ShareACoffeeFor busca otra forma de participación.

-¿Cómo la definiría? Más directa. No se trata de que des dinero y te olvides, sino de que veas en qué se ha convertido tu donativo. También queríamos huir de la imagen dramática que suele acompañar a la solidaridad. Por eso en nuestra web no hay fotos de gente sufriendo. Esas imágenes ya salen en los informativos, no hace falta insistir. Preferimos dar una imagen positiva y alegre de la solidaridad.

-¿Cómo ha respondido la gente? Mejor de lo que esperábamos. La plataforma nació en enero con ACoffeeForRefugees, para recaudar fondos destinados a los campamentos de Calais y Lesbos, y enseguida nos llamaron para poner en marcha nuevas campañas. Ahora mismo damos cafés para seis proyectos solidarios repartidos por todo el mundo. En medio año hemos servido 6.000 cafés virtuales.

-Hay quien critica la solidaridad que se practica con un clic en el ordenador. Rechazamos ese reproche. Hay muchas formas de ayudar. Si no puedes echar una mano directamente a la gente que lo está pasando mal, invítanos a un café virtual y nosotras haremos que ese dinero llegue a quienes están trabajando con los más necesitados. Menos es nada. Lo que de verdad no ayuda es quedarte cruzado de brazos.