retrato de una venta ilegal

Manta menguante en la Costa Daurada

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ESTHER CELMA / TARRAGONA

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La manta encoge en la Costa Daurada, centrifugada por la presión policial sobre los vendedores y la disuasión para los compradores. El trabajo conjunto de ayuntamientos, Generalitat, Mossos d'Esquadra, policías locales y algunos jueces ha logrado que los vendedores ilegales pasen de centenares a decenas y bajando. Las cifras dicen que funciona.

Sin embargo, a escala más amplia, es un éxito relativo. Simplemente, empuja a los manteros hacia partes más permisivas del litoral y del interior. Ya está bien si va lejos de ellos, señalan los comerciantes que sudan para pagar sus impuestos y tenerlo todo en regla.

Los manteros han pasado de 400 a 40 en Coma-ruga (El Vendrell, Baix Penedès), asegura el alcalde, Martí Carnicer (PSC); en el Cap Sant Pere, entre Cambrils (Baix Camp) y Salou (Tarragonès), de 250 a 30, informan los Mossos d'Esquadra.

El 'top manta' ama los límites entre municipios. Los vendedores pueden cruzarlos, pero las policías locales no. Ya es competencia de otro. Si nadie les espera al otro lado, están a salvo.

Por eso, día tras día, noche tras noche, patrullas conjuntas peinan las zonas calientes del 'top manta'. Saturación, lo llaman en la jerga policial. Los vendedores, efectivamente saturados, lo llaman de otra manera que se entiende mejor.

VIGILANCIA SOBRE LOS ACCESOS

Esta gota malaya policial se centra mucho en los accesos. Se vigilan estaciones de tren y en las carreteras, se para a las furgonetas sospechosas de ser almacenes móviles. En Vandellòs i L'Hospitalet de l'Infant (Baix Camp) la policía municipal decomisó así, hace pocos días, artículos falsos valorados en más de 6.000 euros. 

En L'Hospitalet de l'Infant, los domingos, día del mercado ambulante, brota otro zoco ilegal al lado con hasta 90 puestos. Se intenta evitarlo de madrugada. El 'top manta' también ama las multitudes. Son compradores potenciales, pero sobre todo, una protección ante la policía. Nadie se arriesgará a provocar estampidas humanas.

La Costa Daurada tiene una larga experiencia en el 'top manta'. Seis años atrás, hubo una batalla campal entre manteros y policías en el paseo marítimo entre El Vendrell y Calafell (Baix Penedès). La sorpresa fue que los turistas se pusieron del lado de los vendedores y les ayudaron a defender su mercancía.

A cambio de la paz social, los dos ayuntamientos cedieron zonas francas al 'top manta' alejadas del centro y de las tiendas. La novedad encantó a vendedores ilegales y compradores. Ambos acudieron en masa. La medida "no se repetirá porque no funciona", afirma Carnicer.

HACIA REUS, VILA-SECA Y VILANOVA

Casi todos los vendedores del 'top manta' en la Costa Daurada son de origen senegalés. Casi todos, también, viven en Salou aunque últimamente se han desplazado hacia Reus (Baix Camp), Vila-seca (Tarragonès) y Vilanova i la Geltrú (Garraf), constata la Cruz Roja.

Históricamente, Salou no tenía quejas por 'top manta'. Hasta que hace justo un año, el 11 de agosto del 2015, el vendedor Mor Sylla, ex albañil de 50 años, murió al huir por la terraza de su apartamento de una entrada y registro de los Mossos. Sus compatriotas estallaron y causaron disturbios nunca vistos en la localidad. Unos días después, discretamente, hubo 11 detenidos. El juez archivó el caso.

Algunos manteros "llevan aquí 10 o 15 años. ¿Están o no están? ¿De qué sirve ocultar el problema o llevarlo a otro lado?", pregunta Edu Martín, coordinador adjunto de la Cruz Roja en Tarragona. "Si son vendedores, que vendan pero legalizados. Hay que tomar medidas valientes", apostilla.

Los periodistas "solo nos traéis problemas" gruñe un mantero en Cambrils. "Podría vender droga, pero no podría mirar a mi familia a la cara", accede a contar otro. Pasa ocho meses al año en Salou y cuatro en Senegal. Viene en avión, con visado de turista. Procura gastar poco para mandar más dinero a su país.

El sueño policial es golpear a los grandes distribuidores de productos falsos en vez de perseguir el menudeo de la manta. El alcalde de Mont-roig del Camp (Baix Camp) Fran Moracho (PSC) ha instado a inspeccionar más los puertos porque "por allí entra todo" y a controlar más los permisos para estar en el país.

¿Y los compradores? Se les informa en varios idiomas de que les puede caer una multa de 300 euros y se les pide que no alimenten la economía sumergida.