Cinco personas, 426 euros al mes

Un matrimonio de Terrassa y sus tres hijos salvan su día a día gracias a las ayudas de entidades

Familia beneficiaria de la tarjeta solidaria

Familia beneficiaria de la tarjeta solidaria / periodico

TERESA PÉREZ / TERRASSA

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Una tela de araña solidaria ha protegido a los cinco miembros de la familia de Abdelatif, de 55 años, de caer en la desesperación, ya que no en la pobreza. Él, su mujer, Marian, de 47 años, y sus tres hijos están hundidos en lo que los expertos denominan pobreza severa o extrema, hogares que malviven con unos 9.000 euros anuales, cifra calculada para una persona. Pero a la familia de Abdelatif, residente en Terrassa (Vallès Occidental), esta categoría se le queda más bien corta porque en su casa solo entran 426 euros mensuales de subsidio de paro, que se acaba en noviembre, unos 5.000 euros anuales para cinco personas. En su caso habría que hablar no ya de pobreza severa sino de pobreza severísima.

El matrimonio, oriundo de la localidad marroquí de Tetuán, se desenvolvía con más o menos fortuna en la España anterior a la crisis. Marian trabajaba en tareas de limpieza y cuidaba a niños y su marido, a salto de mata, en la construcción, el mantenimiento y un largo etcétera de empleos. “Todo lo que me salía”, aclara.

PEDIR AYUDA

Ya hace seis años que está en el paro, salvo un breve periodo de seis meses en un plan de ocupación. “No pensaba que la vida se nos iba a complicar tanto con la crisis”, reconoce Abdelatif. Cobra 426 euros mensuales y por el piso pagan un alquiler de 400. Llegó un momento de impotencia. No sabían qué hacer hasta que Marian decidió pedir ayuda. “Cuando necesitas algo no tiene que representar ninguna humillación pedirlo. No nos dio vergüenza. Fuimos con la cabeza alta para que nos echaran una mano”, afirma la madre. Llamaron a la puerta de la Creu Roja de Terrassa, Abdelatif aún se emociona al contarlo. “Nuestros hijos están en sus manos”, dice con satisfacción.

La familia es una de las beneficiarias de las tarjetas prepago. No todas tienen el mismo importe, la suya está cargada con 76 euros mensuales y solo pueden comprar alimentos frescos. “Es un soporte alimentario. No está pensado para que coma la familia todo el mes”, razona un portavoz de la entidad, que explica que este sistema de pago “dignifica las ayudas”. Este no el único hilo de la tela de araña que impide a la familia caer al vacío. Hay muchos otros tentáculos que la sostienen en su día a día, en el que no cabe ningún capricho. “De eso ya nos hemos olvidado. Nuestros hijos no son caprichosos, no se quejan nunca”, afirma Marian.

Los tres hermanos (Moussa, de 16; Yassir, de 12, y la pequeña Malak, de 9 años) meriendan en la sede de la entidad tres veces a la semana, cuando acuden al refuerzo escolar que rentabilizan “sacando muy buenas notas”, explica el portavoz. Ayudas para los gastos de vivienda y material escolar reparan la maltrecha economía familiar. 

Marian se las ingenia para preparar el menú diario, “solo un plato”, matiza. Ha asistido a los cursos de formación de la Creu Roja, como el de Cocina de Aprovechamiento, para sacar el máximo rendimiento a todo lo que entra en su nevera, y también a la sesión de ahorro energético. “En invierno evitamos poner la estufa y estamos todos juntos en una sala para coger calor”, sentencia Abdelatif.

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